Mi negocio es el Tablao Las Tablas. Baile y cultura flamenca en plena Plaza de España de Madrid. Y en principio –para nosotros, al menos– fue elogiable que el Ayuntamiento madrileño decidiera adecentar la zona.
A día de hoy estamos cansados de unas obras que no terminan nunca, que impiden el acceso a nuestros establecimientos, que disuaden a los clientes –locales o turistas– que eligen ir a otros sitios con mejores accesos.
Unas obras que pronto entrarán en su segundo año y que han adelgazado temerosamente nuestras entradas de ingresos, mientras nuestros gastos siguen aumentando.
Una se levanta cada mañana con la idea de ir a Las Tablas para que aquello tire palante. No son pocos los esfuerzos, los desvelos, las fatigas que se pasan para mantenernos en la superficie. En resumen, para sobrevivir.
Pero no. El contexto, eso que te rodea y atrapa y te jode la existencia, pone a tu paso, imprevistos difíciles de salvar.
Os cuento mi caso, sin ánimo de aburrir al respetable. Ahora buscamos una vacuna.
Miren ustedes que en un loable afán de mejora se han olvidado de nosotros. Los pequeños empresarios y empresarias que luchamos para que nuestros negocios no cierren. Unos pocos estamos ahí, casi aplastados tras las vallas de las obras de la Plaza de España.
Para colmo de males, aterrorizan a la sociedad con una epidemia que es tan peligrosa como otros males de los que nadie habla.
¿De verdad es necesario la que se ha organizado?
Quizás no se lo imaginen pero, oigan, sistemáticamente se nos cancelan las reservas, los pedidos, las expectativas de venta, con lo que solo se vislumbra en el horizonte una deuda prevista de miles de euros.
¿Alguien está trabajando en prevenir y desarrollar una vacuna para que no muramos de inactividad?
Agonizamos.
ANTONIA MOYA
Propietaria del Tablao flamenco Las Tablas (Madrid)