Francisco R. Pastoriza

El retrato es uno de los géneros que aporta a la pintura una de sus mejores manifestaciones expresivas. El ansia por representar el aspecto físico de las personas se produjo desde las primeras obras pictóricas, con frecuencia para perpetuar la memoria de los modelos, que unas veces se prestaban a ser retratados y otras buscaban ellos mismos que los pintores inmortalizaran sus rasgos físicos.

Desde los últimos años del siglo XIX, la fotografía prácticamente sustituyó a la pintura como medio de reproducción simbólica de los personajes, por tratarse de un medio que captaba con mayor fidelidad la realidad de los modelos, aunque la pintura no abandonó el retrato, que siguió siendo un género muy presente en los artistas plásticos, con frecuencia de modo experimental. Estos días coinciden en Madrid dos exposiciones de retratos de las dos expresiones que siguen manteniendo el género: la pintura y la fotografía.

Retratos de mujeres rebeldes

Chechu Álava: Dr Freud 2013. Óleo sobre lienzo. 130 x 162 cm. Colección privada.
Exposición «Chechu Álava. Rebeldes». Del 27 de enero al 29 de marzo de 2020. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza
Chechu Álava: Eva, 2017. Óleo sobre lienzo. 130 x 89 cm. Colección de la artista.
Exposición «Chechu Álava. Rebeldes». Del 27 de enero al 29 de marzo de 2020. Museo Nacional Thyssen-Bornemisza

Según un mito corintio del siglo séptimo a.C., el prometido de Kora, la hija del artista Butades de Sición, tuvo que incorporarse al ejército para ir a la guerra. La última noche antes de la despedida, observó cómo el perfil de su amado se proyectaba sobre una pared a la luz de una vela. Tomando un carbón recorrió la sombra para que su imagen no se desvaneciera. Más tarde aplicó una capa de arcilla que modeló y horneó para conservar la figura tridimensional. De este modo, una mujer estaría en el origen de la invención del retrato pictórico y la escultura.

A partir del mito de esa primera retratista de la Historia del Arte, que Plinio el Viejo recoge en una de sus obras, la artista asturiana Chechu Álava (Piedras Blancas, 1973) inició una serie de exposiciones bajo la denominación Programa Kora. La tercera entrega de este proyecto puede verse estos días en el Museo Thyssen Bornemisza (hasta el 29 de marzo), una exposición de retratos con el título “Rebeldes”.

Todos los cuadros de esta exposición son retratos de mujeres eminentes de la modernidad. Sólo en uno de esos retratos aparece un hombre (Sigmund Freud, en su consulta, psicoanalizando a una mujer que reposa en un diván) que van desde mitos bíblicos, como Eva y diosas de la antigüedad como Venus (ambas utilizadas por la artista para denunciar los traumas sobre la sexualidad en la sociedad patriarcal), hasta mujeres que han sido o son protagonistas de una actitud de rebelión feminista en los campos diversos en los que han sobresalido.

Intelectuales como Simone de Beauvoir y Hannah Arendt, pintoras como Frida Kahlo, fotógrafas como Lee Miller y Tina Modotti, escritoras (Colette), poetas (Silvia Plath), escultoras (Marga Gil Roësset)… Todas ellas fueron rebeldes, enfrentadas al espíritu de la sociedad que les tocó vivir. La originalidad de la muestra es que se presenta desde una perspectiva de género, huyendo de los modelos que tradicionalmente han presentado a la mujer creada a la medida del deseo masculino. Las modelos aquí retratadas son mujeres que se han hecho con un lugar en la historia gracias a su talento y a su obra. Todas ellas tuvieron trayectorias difíciles y han manifestado una actitud de rebelión frente a la sociedad que las marginaba.

Las figuras de estas mujeres aparecen en los cuadros de Chechu Álava con rostros velados y figuras desenfocadas, o en escenas de recogimiento e intimidad que las muestra como vulnerables pero, al mismo tiempo, como inconformistas, en actitudes que inspiran a los espectadores y les hacen reflexionar.

La artista persigue más la esencia y la atmósfera que el parecido físico de las mujeres que retrata. Son dieciséis cuadros que ocupan una de las salas menores del Thyssen a través de la que se accede a otras cuatro obras de Chechu Álava colocadas en cuatro diferentes estancias del museo, de manera que se relacionen con otros tantos cuadros con los que se identifican.

Así, “Daydream girl” dialoga con el “Atardecer” de Edward Munch, “Soy rebelde” lo hace con “Desnudo de rodillas ante un biombo rojo” de Ernst Ludwig Kirchner, “Frida fumando en rosa” con “Quappi con suéter rosa” de Max Beckmann, y “Virginia Girl” con “La Virgen de la aldea” de Marc Chagall.

Sander: profesoras de escuela

Los retratos fotográficos de August Sander

Chechu Álava se ha inspirado para sus retratos de “Rebeldes” en fotografías de las mujeres a las que pinta, tomadas en diferentes épocas de su vida. En la fotografía, el retrato fue una de las primeras manifestaciones, a pesar de que se tardó algún tiempo en aplicar a este género el nuevo invento porque al principio los modelos tenían que posar inmóviles durante mucho tiempo. Los primeros retratos fotográficos son deudores de la tradición artística consolidada por los grandes maestros de la pintura, sobre todo por los artistas holandeses del siglo quince.

Cuando la fotografía irrumpió en la sociedad del siglo diecinueve, su realismo impecable fascinó a observadores y clientes. Retratistas como Gaspard-Félix Tournachon, quien firmaba con el seudónimo Nadar, aficionado al arte y conocedor de las corrientes pictóricas europeas, o David Octavius Hill y Gustave Le Gray, artistas ellos mismos, realizaron retratos de personajes de la época tratando ya de introducir una cierta mirada psicológica. Disdéri industrializó el género con su invento de tarjetas de visita, abaratando el producto y proporcionando hasta ocho copias de una misma imagen.

Actualmente, el retrato es uno de los géneros más presentes en todas las modalidades fotográficas, desde el fotoperiodismo a la fotografía social, artística o publicitaria. Nombres como Richard Avedon, Annie Leibovitz, Arnold Newman o Cecil Beaton han elevado la calidad del retrato fotográfico a tales niveles de perfección que sus obras pueden ser calificadas como artísticas, además de, en su caso, informativas o testimoniales.

Desde los últimos años del siglo veinte, el retrato ha renovado sus temas y su estética con nuevos fotoartistas que introducen novedades revolucionarias, que comparten protagonismo con el denominado ‘retrato neutro’, frontal y basado en la mirada directa del sujeto al objetivo.

August Sander, un pionero del retrato social

Sander, en la ventana

Bajo el título “Gente del siglo XX” llega ahora a Madrid (Círculo de Bellas Artes, hasta el 17 de mayo de 2020) una exposición de August Sander (1876-1964), uno de los mejores retratistas documentales de la historia de la fotografía.

El escritor Alfred Döblin (el autor de la novela Berlin Alexanderplatz) veía en las fotografías de Sander un ejercicio de anatomía comparada, y Walter Benjamin escribió que Sander lleva al espectador por todas las capas sociales y por todos los oficios, desde los representantes de la civilización más encumbrada hasta el idiota.

Nacido en Herdorf, cerca de Colonia (Alemania), Sander era hijo de un carpintero de la cuenca minera de Renania Palatinado y trabajó en su juventud como ayudante de un fotógrafo de minas, por lo que conocía de primera mano las condiciones laborales de los obreros alemanes.

Tras haberse formado como pintor en Dresde, inició su carrera como fotógrafo de arquitectura y paisaje antes de convertirse en retratista de estudio en Lindenthal y en Colonia. Estuvo influido por la Nueva Objetividad, movimiento de realismo social que trataba de hacer resaltar la vida cotidiana de todas las clases sociales, desde la aristocracia al proletariado. También retrató a personajes destacados de la vida alemana (el violinista Hindemith, el pintor Räderscheidt) durante los años de la República de Weimar.

Sander: novia rural

Sander expone los modelos de sus retratos a través del fondo o del vestuario, del gesto o de los objetos y las herramientas con las que aparecen retratados. Su obra “Hombres del siglo XX” estaba concebida para veinte tomos que comenzó a publicar en 1929, que iban a recoger una gran cantidad de trabajadores de todos los oficios con sus instrumentos de labor, desde funcionarios a trabajadores, campesinos y artistas, retratos que venía haciendo desde los últimos años del siglo diecinueve.

La primera exposición de “Hombres del siglo XX”, con unas cien fotografías, se presentó en 1927 en el Cologne Art Union y tuvo una gran acogida. Una selección de estos retratos se publicó en 1929 en un libro titulado “El rostro de nuestro tiempo”. El tema de este trabajo surgió a raíz de los retratos realizados a los campesinos de Westerwald, que Sander consideraba como arquetipos del hombre contemporáneo.

Concibió una obra gigantesca dividida en varios grupos, en la que los campesinos representarían la base de la sociedad, a la que seguían los artesanos, las mujeres, los trabajadores cualificados, los intelectuales, artistas, músicos y poetas, los habitantes de la gran ciudad… hasta cerrar el ciclo con dementes, gitanos, mendigos, moribundos y… muertos.

Independientemente de su clase social, edad o condición, Sander muestra a sus retratados con la misma dignidad y respeto gracias a una inteligente utilización de la luz, que confería a las fotografías un aspecto etéreo. La guerra interrumpió este ambicioso proyecto de August Sander.

Sander: boxeadores

Cuando Hitler subió al poder en 1933, Sander se unió al grupo Progressiver Künstler Köln, que se oponía al nacionalsocialismo. En la Segunda Guerra Mundial, los bombardeos destruyeron su laboratorio y más de 40.000 negativos. Los nazis confiscaron y quemaron todos los ejemplares que encontraron del libro de Sander que recogía las fotografías de “Hombres del siglo XX”, así como las planchas de impresión de la editorial que lo había publicado. Su hijo Erich fue encarcelado y murió en la prisión en la que pasó más de diez años.

Aunque continuó con la fotografía después de la guerra desde su retiro en Westerwald, su obra fue olvidada hasta que el coleccionista alemán Fritz Gruber la rescató para una exposición en 1951. En 1962 se publicó su obra “Espejo de los alemanes”, en la que incluía algunas de las fotografías de “Gente del siglo XX”. Su biznieto Julian Sander gestiona el legado del fotógrafo, que se guarda en la Fundación Cultural de la Sparkasse Köln-Bonn y en la Stifkung Kultur de Colonia.

Esta exposición de August Sander, la más amplia presentada en España (unas doscientas fotografías) recoge muestras de todas las épocas (desde 1910 a los años cincuenta) y de todos los capítulos de “Gente del siglo XX”. Son copias realizadas a partir de negativos de placas de cristal.

A través de estas fotografías se aprecian los cambios sociales en la Alemania de la primera mitad del siglo veinte, a los que se pueden aplicar múltiples lecturas. Aquí se han organizado en nueve espacios temáticos de Campesinos, Obreros, Mujeres, Profesionales, Artistas, Ciudades y Últimos personajes. La exposición se cierra con un tema muy poco conocido de Sander. Bajo el título de “Estudios: el ser humano” se agrupan una serie de fotografías de detalles de partes del cuerpo humano, ojos, posturas y especialmente manos.

A lo largo del amplio recorrido de esta exposición se muestran vitrinas con documentos, cartas manuscritas, libros y objetos relacionados con el artista y su obra.

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