En el marcó de la fiesta de las letras y la cultura iberoamericana Verdial, celebrada en Málaga, cerró el ciclo el director de cine mexicano Alejandro González Iñárritu con una conversación con los escritores Jorge Volpi y Jordi Soler.
Ante la presencia de más de un centenar de personas, Iñárritu habló de temas familiares, personales, trabajo y de sus experiencias como director.
«Me siento como un colado, pero es un privilegio y un honor para mí estar en un congreso de escritores», comenzó, para después compartir su primera experiencia de estar en Málaga.
Recordó el viaje que hizo a bordo del barco Toluca hace cuarenta años con algunos amigos, y las escalas que hizo en Memphis para después llegar a Europa, con una escala en Málaga con la intención de saltar a Ceuta, y de allí a Marruecos.
«Dormimos en la calle, estuvimos a punto de robar del hambre. Pero hace poco me di cuenta de que cronológicamente, mi filmografía repasaba la travesía por la que el Toluca me había llevado. Mis películas han trazado esos lugares que visité en ese viaje: para Amores Perros rodé en Memphis. Y Babel, la mitad la filmé en Marruecos y la siguiente en Barcelona».
Al hablar de su filmografía detalló que hay un común denominador que se presentan en sus películas: «Una exploración de la paternidad. En Amores Perros es la ausencia, el regreso, el abandono… Y en todas las demás hay algo parecido. Ahora me toca ser padre, y he recordado La invención de la soledad de Paul Auster, que leí hace veinticinco años, y la melancolía del futuro que yo tenía, pensando cuando mi padre no estuviera. Bardo, mi último filme, tiene también esa reflexión sobre la pérdida».
En una plática amena, el ganador de cuatro premios Oscar señaló que otro de sus temas recurrentes, es el desarraigo, las migraciones y sus consecuencias.
«Las razones de la migración son de distinta naturaleza. Yo soy un migrante de primera clase, es una decisión que tomé. Pero hay un proceso de pérdida, independientemente de ese privilegio. La identidad dislocada, la pertenencia a una comunidad, todas las cosas que damos por hechas de pronto se ven cuestionadas. De eso traté de hablar en Bardo, no desde la victimización, sino desde esa delicada línea en la que ya no es posible regresar, de la emoción y de los lazos afectivos más íntimos».
Sin duda, algunos de los presentes comulgan con sus palabras del director, ya que han vivido las mismas circunstancias de regresar a su país y no encontrarse bien, debido que ya todo es distinto, la ciudad, las personas, las amistades y familiares: «La ciudad de México que yo dejé ya no es la misma, el país es distinto. Nuestros amigos crecen y cambian, todos lo hacemos. Pero de alguna manera siguen siendo los mismos, y eso me hizo reír muchas veces en Bardo».
Agregó que: «Los mexicanos siempre viven en paradojas.. Desde Amores Perros que es una película hiperrealista, me he ido alejando poco a poco de ese registro, pero estoy convencido de que lo único real es el impacto emocional».
Reiteró: «Lo que tú sentiste es lo que podemos llegar a abrazar como algo verdadero. Pero apelar a la realidad, como en Bardo, es otra cosa. Como dijo Sergio Ramírez hace unos días aquí mismo, tienes que mentir para llegar a la verdad. Y el artificio de la realidad ya no soy capaz de repetirlo, el realismo es otra ficción».
Sobre la identidad mexicana comentó: «Todavía estamos buscando, si somos más indígenas, si somos más otra cosa… Hay una coexistencia de realidades mágicas de nuestros antepasados que reinventaron la cosmogonía, crearon un mundo. Vivimos entre eso y la racionalidad y la demanda americana de la productividad. Los mexicanos siempre vivimos en paradojas».
Al hablar sobre su manera de trabajar ante algunas preguntas de jóvenes cineastas señaló: «Cuando haces una película, puedes tener una idea maravillosa, pero cuando se encarna en una imagen puede que esté llena de problemas. A veces todas las cosas que te pueden pasar te pasan, el actor tiene gripe, el otro diarrea… Hay que tener entonces un acordeón de lo que es importante en esa escena. Y cuando te toca un actor que te pregunta «este personaje, ¿qué comía de niño», te lo tienes que inventar para que construya lo que necesita. Pero yo sí necesito saber de dónde viene ese personaje, me lo pregunten o no. Cuando tienes cuatro o cinco personajes en una mesa, tienes que saber qué quieren. Si mi objetivo es seducirte, o amenazarte, o ignorarte… El verbo activo, eso es lo que más trabajo me cuesta».
«No tengo nada contra el contenido de las historias», ha especificado el director. «Las series de televisión están abusando de ello, el cine tiene que ser algo más, que trascienda la historia».
Durante casi dos horas, el encuentro con el cineasta fue de beneplácito para todos los asistentes, entre ellos participantes latinoamericanos que durante tres días compartieron diversas actividades en diferentes localizaciones de Málaga.