El Teatro Madrid abrió sus puertas en el Barrio del Pilar a comienzos del año 1992 y, a poco de inaugurarse, ya se detectó que carecía de accesibilidad y de las medidas de seguridad necesarias contra incendios. Aun así, estuvo funcionando hasta que en 2011 el Consistorio decidió cerrarlo con el fin de hacer un estudio técnico y aprobar los cambios necesarios para su continuidad.

Con el fin de corregir los citados fallos de diseño y construcción, el Ayuntamiento madrileño destinó 600.000 euros para la reforma del inmueble en su presupuesto de 2012, pero transcurrido el año sin acometer obra alguna, el dinero volvió a las arcas generales del Consistorio y el Teatro Madrid siguió cerrado y sin reformas. Y lo mismo pasó en los años siguientes, barajándose incluso la posibilidad de cederlo a alguna empresa que quisiera invertir de alguna forma.

En 2013, la Asociación Vecinal La Flor envió al ayuntamiento una propuesta de actuaciones culturales para el programa Madrid Activa, que incluía su posición sobre la situación del inmueble: «No es mucha la información que nos ha llegado, pero creemos que en sus inicios hubo bastantes irregularidades en su edificación, que le han llevado al estado actual de cierre en apenas veinte años, cuando muchos de los grandes edificios culturales de la almendra central madrileña cuentan con muchos más años y están en perfecto estado. Y no exageramos si decimos que muchas de las vecinas y vecinos residentes en el distrito nos consideramos engañados y engañadas».

En 2016 el consistorio comenzó a hablar de la reforma de la zona de oficinas, reconociendo que el deterioro del teatro suponía una inversión elevada: «Han pasado cinco largos años y de esa reforma no sabemos nada a día de hoy, pues ese espacio continúa cerrado a las vecinas y vecinos del barrio y del distrito. Los barrios periféricos (en este distrito viven más de 240.000 personas) también necesitan equipamientos culturales, y el Teatro Madrid debería servir para cubrir parte de esta demanda».

Añade la asociación que, en la actualidad, no saben «qué propuestas se están barajando, por lo que pedimos claridad y transparencia, además de escucha vecinal». 

La asociación vecinal propone que el Teatro Madrid se convierta en un «verdadero espacio cultural de ciudad, distrito y barrio, donde se engendre CULTURA (con mayúsculas), es decir, aquella que abarca distintas formas, expresiones y prácticas del conocimiento, costumbres, creencias, valores, comportamientos, modos de vida de nuestra sociedad, diferenciándola de la industria cultural que se desarrolla en las sociedades capitalistas modernas (se ofrecen bienes culturales en función de la oferta y la demanda)».

Para ello se tiene que dotar de vida al edificio, por ejemplo, disponiendo de elementos móviles que permita sacar el teatro a la calle, que permita desarrollar las necesidades del barrio y del distrito: ensayos y actuaciones de grupos de teatro, danza, música, títeres, jams diversas (poesía, música tradicional, etc.), fotografía, grafitti (expresión aún con connotaciones negativas), artesanía…

Un espacio que, al mismo tiempo, permita conocer las culturas con las que convivimos, recuperar la historia de nuestros barrios, visibilizar la educación como parte de la cultura viva, no como algo encerrado en libros y paredes. En definitiva, espacios que nos faciliten reflexionar sobre los valores que dominan nuestras culturas y cómo podemos cambiar aquello que queremos que cambie.

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