La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estudia reubicar parte de sus dependencias en ciudades con costes operativos inferiores y Valencia aparece como una de las candidatas para acoger alguna de las agencias internacionales, según informaciones recogidas por el periodista Thalif Deen (IPS).
La propuesta se enmarca en la urgente búsqueda de soluciones a la crisis de liquidez que sacude al organismo y que amenaza la continuidad de sus actuales sedes de alto precio en Nueva York y Ginebra.
La escasez de tesorería no es coyuntural: el presupuesto ordinario de la ONU arrastra retrasos de aportación de más de un centenar de Estados miembros, incluidos los Estados Unidos, lo que ha obligado a congelar contrataciones y a retrasar pagos a tropas de paz.
En su última sesión, la Quinta Comisión de la Asamblea General alertó de que «el recorte de gastos y la paralización de la plantilla ponen en riesgo la reputación y la eficacia de la Organización».
En ese contexto, Deen detalla que la Secretaría General baraja «trasladar programas enteros a entornos más asequibles» y señala cuatro ubicaciones preferentes: Nairobi, Doha, Kigali y Valencia.
La medida se incluye dentro de la iniciativa ONU80, plan de reforma que aspira a fusionar burocracias y racionalizar recursos ante el ochenta aniversario de la institución.
Uno de los factores que subrayan la urgencia del cambio es el precio del metro cuadrado. Nueva York y Ginebra figuran entre las diez ciudades más caras del mundo, mientras que Valencia combina alquileres competitivos, conectividad internacional y una creciente oferta de servicios tecnológicos.
El exdirector de Onusida, Somar Wijayadasa, lo resume así: «Hay departamentos inflados que funcionarían de forma igual de eficaz y mucho más barata en países en desarrollo o en urbes de coste medio».
El portavoz del secretario general, Stéphane Dujarric, agradeció recientemente la ayuda financiera de Suiza para retener parte de los servicios en Ginebra, pero reconoció que la solución de fondo pasa por «garantizar la sostenibilidad financiera a largo plazo» y explorar nuevos destinos operativos.
Esa apertura ha reactivado el interés de gobiernos y ciudades que ya albergan centros logísticos de la ONU, como la capital del Turia.
La candidatura de Valencia
Valencia cuenta con un campus consolidado en la base de Quart de Poblet, donde operan el Centro Internacional de Computación (UNICC), la Oficina de Servicios para Proyectos (UNOPS), UNICEF y OIM.
El enclave, inaugurado hace más de una década, dispone de 65.000 metros cuadrados y redundancias energéticas que garantizan continuidad de servicios TIC críticos.
A ello se suma la reciente decisión del Consejo de Ministros de España de financiar con tres millones de euros la instalación, también en Valencia, de la nueva división de Gobernanza de la Inteligencia Artificial de la Oficina de Tecnologías Digitales y Emergentes (UNODET).
Fuentes diplomáticas españolas consultadas insisten en que la candidatura valenciana «no parte de cero»: el aeropuerto internacional, la presencia de universidades con alto componente tecnológico y la red de transporte de alta velocidad sitúan a la ciudad por delante de otras competidoras del Sur global. Además, la Generalitat Valenciana ha ofrecido exenciones fiscales y suelo público para futuras ampliaciones.
El ahorro potencial es significativo. Un estudio interno, al que tuvo acceso IPS, calcula que trasladar unidades de apoyo administrativo y servicios digitales de Nueva York a Valencia recortaría los costes de personal y mantenimiento en torno a un cuarenta por ciento anual.
La diferencia obedece tanto al menor poder adquisitivo local como a la menor presión inmobiliaria. «Ubicación, ubicación y ubicación»—la célebre frase sobre el valor de los inmuebles—cobra ahora sentido inverso para la ONU, observa Deen.
No obstante, la decisión definitiva dependerá de factores políticos. Nairobi ofrecería coherencia geográfica con los programas medioambientales, mientras que Doha pone sobre la mesa incentivos fiscales y una fuerte diplomacia de chequera.
Kigali, por su parte, exhibe alianzas estratégicas en África Central. En Europa, la continuidad histórica de Viena, Bonn o La Haya también pesa, aunque sus costes son superiores a los de la ciudad mediterránea.
Calendario
El calendario que maneja la Secretaría General apunta a presentar al Comité de Presupuestos un esquema de relocalización a finales de 2025. Si prospera, la mudanza de las primeras oficinas podría comenzar en 2027, coincidiendo con la renovación de contratos de alquiler en la sede neoyorquina.
Mientras tanto, la ONU seguirá aplicando medidas de contención: suspensión de viajes no esenciales, aplazamiento de conferencias y ajustes en las operaciones de mantenimiento de edificios, según la documentación oficial remitida a la Asamblea.
Analistas consultados advierten de que cualquier traslado conlleva riesgos. Por un lado, la dispersión geográfica podría complicar la coordinación interagencial; por otro, el ahorro en salarios podría tensionar las relaciones laborales si se reduce el nivel de vida de algunos funcionarios. Además, existen consideraciones de seguridad y estabilidad política que juegan a favor de ciudades de la Unión Europea frente a escenarios más volátiles.
Para España, ganar la puja por nuevas unidades de Naciones Unidas significaría reforzar un ecosistema ya pujante en innovación social y digital, atraer talento internacional y afianzar la imagen del país como defensor del multilateralismo.
El Ministerio de Asuntos Exteriores prepara una propuesta formal que incluirá la cesión de suelo logístico en el puerto y la creación de un fondo de transición verde, destinado a compensar la huella de carbono de las operaciones.
En medio de la mayor crisis financiera de la ONU desde su fundación, la combinación de solvencia técnica, respaldo institucional y costes ajustados coloca a Valencia en el radar de los negociadores.
De prosperar la opción española, la ciudad se sumaría a Madrid, que ya alberga la sede de la Organización Mundial del Turismo (OMT), en el club de urbes que albergan funciones centrales del sistema multilateral, un hito que reforzaría tanto la proyección internacional de España como la viabilidad económica de la ONU.
El desenlace dependerá de que los Estados miembros aprueben el plan y, sobre todo, de que regularicen sus cuotas: sin ingresos estables, no hay sede que permita cumplir—desde Valencia o desde cualquier otra ciudad— el mandato universal de la Carta de San Francisco.