Con el recuerdo aún muy reciente de las terribles inundaciones ocurridas en la Comunidad Valenciana y otras regiones en octubre de 2024, o las ocurridas en Madrid y Castilla La Mancha en septiembre de 2023, las persistentes lluvias de las últimas semanas están resultando en nuevas inundaciones en muchos lugares del país.
Cada vez con más frecuencia leemos en los medios de comunicación términos como DANA, tren de borrascas, gota fría, o efecto Fujiwhara, entre otros; que, unidos a sus consecuencias en forma de inundaciones, nos hacen recordar la fuerza imparable de la Naturaleza y la vulnerabilidad de los seres humanos ante sus efectos.
En este contexto es de vital importancia contar con herramientas y políticas que nos protejan frente a estas catástrofes. Y no se trata de inundar, nunca mejor dicho, el territorio con drenajes, presas, tanques de tormentas y demás infraestructuras artificiales, que han demostrado ser en muchos casos insuficientes, e incluso perjudiciales, ante los eventos naturales extremos, cada vez más frecuentes.
Es, sin embargo, la propia Naturaleza nuestra mejor aliada para esa protección, cobrando vital importancia la conservación de los espacios naturales, y siendo de especial relevancia aquellos situados en el entorno de zonas habitadas.
Los espacios naturales son capaces de mitigar el efecto de las inundaciones al retener e infiltrar las aguas pluviales al subsuelo, recargando acuíferos o creando charcas y lagunas naturales que retienen el agua y que además tienen una función ecológica importantísima. En definitiva, garantizan el ciclo natural del agua.
Es lo contrario a lo que ocurre en las zonas urbanizadas, plagadas de elementos artificiales e impermeables como asfalto, hormigón y ladrillo por los que el agua de lluvia «patina» en un flujo antinatural. Esto, sumado a la habitual e insuficiente capacidad de los sistemas de drenaje y su falta de mantenimiento, da como resultado perjudiciales consecuencias en las zonas aledañas, especialmente aguas abajo.
Los Carriles en Alcobendas
En un contexto local, a modo de ejemplo, en el municipio de Alcobendas (Madrid) existe un espacio natural de altísimo valor medioambiental, conocido como Los Carriles-Valle del Arroyo Valdelacasa, el último sin urbanizar en todo el territorio municipal. Sobre este espacio, con una superficie de aproximadamente 220 hectáreas (equivalente al doble del parque de El Retiro) el gobierno municipal pretende construir una nueva ciudad de cerca de treinta mil habitantes.
Se da la circunstancia de que actualmente, aguas abajo de dicho espacio, según el Sistema Nacional de Cartografía de Zonas Inundables publicado por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, existen zonas como el polígono industrial y empresarial de Alcobendas y otras áreas urbanas del entorno del Arroyo de la Vega, que ya en la actualidad se encuentran clasificadas con un riesgo significativo potencial de inundación. Este riesgo podría verse agravado, con gran probabilidad, como consecuencia del mencionado desarrollo urbanístico de Los Carriles.
En la actualidad el espacio natural de Los Carriles sirve como una especie de escudo protector para toda la zona, mitigando el riesgo de inundación al actuar como una zona de infiltración natural de aguas de lluvia, a modo de «esponja natural», como antes se ha explicado. La urbanización de este espacio implicaría impermeabilizarlo con elementos artificiales que eliminarían esa protección natural.
Además del incremento del riesgo de inundaciones, el referido desarrollo urbanístico traería consigo numerosísimos impactos medioambientales y sobre la salud. Tales como:
- la destrucción de un entorno natural constituido por una joven dehesa de bosque mediterráneo en pleno desarrollo y con una gran biodiversidad de flora y fauna.
- el incremento del efecto ‘isla de calor’ debido a la sustitución de suelo y vegetación natural por elementos artificiales.
- la eliminación de un sumidero natural de gases de efecto invernadero, la pérdida de un espacio de paseo en contacto con la Naturaleza.
- el incremento notable del tráfico, con aproximadamente veinte mil coches más en una zona ya actualmente masificada de tráfico.
En definitiva, una pérdida de calidad de vida y salud para la ciudadanía y la destrucción de la poca Naturaleza que queda en la zona.
Aún estamos a tiempo de revertir los planes que amenazan la desaparición de espacios naturales tan valiosos como Los Carriles-Valle del Arroyo Valdelacasa.
Nuestra vida depende de que cuidemos de estos sistemas naturales y de que no vivamos de espaldas a ellos. Tenemos que cuidarlos porque estos espacios nos hacen falta para hacer frente a problemas cada vez más acuciantes y frecuentes derivados de la crisis climática global, tales como las inundaciones que suelen resultar en catástrofes irreversibles.