La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) ha hecho pública su preocupación por la decisión del gobierno turco de reconvertir el museo de Santa Sofía en mezquita, y recuerda que la inscripción como Patrimonio Mundial desde 1985 conlleva una serie de compromisos y obligaciones legales.

El gobierno turco promulgó un decreto para reconvertir en mezquita el histórico monumento situado en Estambul. Santa Sofía es un museo desde 1935 y forma parte del Patrimonio Mundial desde 1985.

El emblemático monumento de la capital de Turquía es parte de las «Zonas históricas de Estambul» y, como tal, fue inscrito a partir de 1985 en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.

El presidente de ese país, Recep Tayyip Erdogan, firmó este 10 de julio de 2020 un decreto que ordena la conversión en templo islamista del histórico edificio construido en el siglo VI.

La emisión del decreto se produjo horas después de que un tribunal allanara el camino legal para darle un carácter religioso a la monumental construcción visitada cada año por millones de turistas de todo el mundo, al anular la disposición que la secularizó en 1934.

Compromisos y obligaciones

La UNESCO respondió al anuncio recordando a Turquía que todo registro en la Lista del Patrimonio Mundial «conlleva una serie compromisos y obligaciones legales», por lo que el Estado debe «garantizar que no se modifique el valor universal excepcional de los bienes inscritos en su territorio».

La agencia de la ONU agregó que cualquier cambio «requiere la notificación previa» del país en cuestión a la UNESCO y, en caso necesario, debe ser examinada por el Comité del Patrimonio Mundial.

«Instamos a las autoridades turcas a entablar un diálogo antes de adoptar cualquier decisión que pueda socavar el valor universal del sitio», declaró la UNESCO, e informó de que ha enviado varias cartas al gobierno de ese país, planteándole esta petición.

Cristianismo e islam

Santa Sofía se localiza en la ribera occidental del Bósforo. En sus primeros nueve siglos de existencia sirvió como catedral de la iglesia ortodoxa oriental, con un breve periodo en el que fue católica.

Debe su nombre al significado griego de la palabra, es decir, «sabiduría», interpretado por los historiadores y filósofos como un reconocimiento de la existencia de dios.

Su belleza arquitectónica y dimensiones, hicieron de Santa Sofía el icono del imperio bizantino, pero la caída de Constantinopla en 1453 frente a los otomanos cambió su rumbo y la convirtió en la principal mezquita de la época de esa ciudad, rebautizada entonces como Estambul. Los cuatro minaretes distintivos datan de esta conversión.

La majestuosidad del inmueble fue un hito del diseño basado en la ingeniería del arte clásico. Su enorme domo sólo pudo ser replicado un milenio más tarde cuando se edificó en Roma la basílica de San Pedro.

Edificio secular

El término de la Primera Guerra Mundial marcó el fin del imperio otomano y la emergencia de la república secular en Turquía después de un poderoso movimiento nacionalista.

Mustafá Kemal Atatürk, el primer presidente del Estado turco, decretó en 1934 la secularización de Santa Sofía, que al año siguiente abrió sus puertas como museo.

En los últimos años, algunos grupos de credo musulmán habían pugnado por la reconversión del monumento en sitio religioso, llevando sus oraciones de los viernes frente al edificio. Además, habían leído versos del Corán en su interior en varias ocasiones, una de ellas en voz del presidente Erdogan.

Valor universal excepcional

La ubicación de Santa Sofía en el cruce de dos continentes con su riqueza y diversidad de culturas la colocan como un sitio de «valor universal excepcional», un criterio fundamental para la inscripción de monumentos en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.

Los documentos aprobados por el Comité de dicho patrimonio especifican que las «Zonas históricas de Estambul» se inscriben por «su singular integración de obras maestras de la arquitectura que reflejan la fusión de Europa y Asia a lo largo de los siglos» y porque «Santa Sofía se convirtió en un referente para la construcción de otras iglesias y más tarde de mezquitas, y los mosaicos de los palacios e iglesias de Constantinopla influyeron en las artes tanto de Oriente como de Occidente».

De acuerdo con estas características, Santa Sofía tiene un gran valor simbólico, histórico y universal.

En este sentido, la UNESCO afirmó que es necesario que todas las comunidades interesadas en el monumento participen en las decisiones sobre su destino para preservar el patrimonio y realzar su importancia.

«Este requisito sirve para proteger y transmitir el valor universal excepcional del patrimonio y es inherente al espíritu de la Convención del Patrimonio Mundial», apuntó.

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