El 13 de diciembre 2023 se cumplía el primer centenario del nacimiento de Antoni Tàpies en Barcelona en 1923.
A la espera de la gran exposición antológica conmemorativa que el Reina Sofía de Madrid prepara para el próximo mes de marzo, algunos museos y galerías ya están celebrando la efeméride con actividades culturales y exposiciones como la que la Galería Leandro Navarro acaba de inaugurar en su sede de Madrid.
Se trata de diecisiete obras creadas por el artista catalán entre 1955 y el 2000, entre las que hay pinturas, esculturas y un tapiz de grandes dimensiones.
El director de la galería, Iñigo Navarro, resalta la oportunidad de esta exposición en las fechas de celebración del centenario: «Su obra es emocionante, es un artista que nos enseña una mirada distinta de la realidad, se fija en cosas que a veces nos resultan invisibles y frágiles. Tàpies las posiciona, les dota de importancia y nos lleva a reflexionar con profundidad sobre el ser humano y su lugar en el mundo. Además, su obra contiene una carga espiritual con una gran influencia de las religiones orientales… El contenido de la obra de Tàpies es tan profundo y reivindicativo que indudablemente consigue un acercamiento al ser humano».
Para Toni, el hijo del pintor, esta exposición resume una visión global de la obra del artista porque incluye muchos de sus registros y su doble vertiente: la actitud de rebeldía al valorar las cosas más simples (la paja, una caja de madera, el polvo) y su actitud espiritual que invita a la reflexión.
La exposición se inicia con una escultura, «Tamboret», y algunos cartones en los que aún se aprecian formas surrealistas, el movimiento en el que Tàpies estuvo antes de su pase al informalismo («Pintura negra i ocre», «Materia azul y transparente»), y termina con el tapiz «Color arpillera y filferros».
En el recorrido nos encontramos con «Blau i ulleres» (la pieza más valorada de la exposición, 1.100.000 euros), su «Homenaje a la pintura», «Oval i objectes», las cuasi realistas «El cazo» y «Jo parlo amb la ma» o la fascinante escultura «Caixa amb cistella».
Un centenario contemporáneo
Uno de los artistas contemporáneos españoles más internacionalmente reconocidos se llama Antoni Tapies. Nació en Barcelona y murió en esta misma ciudad en febrero de 2012. La situación política, en contraposición a sus posiciones ideológicas antifranquistas, retrasó su reconocimiento oficial en España hasta la llegada de la democracia, pero en ambientes intelectuales y artísticos su obra era conocida y apreciada.
La primera gran exposición retrospectiva de Tapies en Madrid no se celebró hasta junio de 1980 en el Museo Español de Arte Contemporáneo de la Ciudad Universitaria, si bien, como para compensar esta ausencia, fue una gran exposición: se reunieron 250 obras representativas de todas sus épocas y técnicas, desde un dibujo de 1944 hasta pinturas fechadas el mismo año de la exposición.
No se repetiría nada igual hasta el año 2000 cuando el museo Reina Sofía organizó una gran antológica para celebrar el 75 aniversario del pintor.
La vida en un libro
Hace muchos años di por casualidad en una librería del barrio lisboeta del Chiado con una primera edición de Memoria personal, una autobiografía hoy difícil de encontrar del pintor Antoni Tàpies que guardo como una reliquia, sobre todo después de que escribiera una dedicatoria con su firma durante una entrevista que le hice años después.
Memoria personal se editó primero en catalán en 1977 (Ed. Crítica) y luego en castellano (Seix Barral, 1983). Tapies escribió estas memorias en 1966 (con algunas notas y breves comentarios añadidos posteriormente) empujado, dice, por la rabia que le provocó la experiencia de haber sido detenido por la policía franquista junto a otros treinta artistas e intelectuales reunidos en el convento de los capuchinos de Sarrià, cuando daba su apoyo al sindicato democrático de estudiantes, acontecimiento con el que termina el último capítulo de estas memorias.
Me sorprendió entonces (y ahora que he vuelto a leerlo) la prosa tan clara y la emotiva expresividad con la que narra sus recuerdos. Sus descripciones de paisajes y de personas son como las de un pintor en ocasiones expresionista y a veces fauve, volcadas en letra impresa. En otras, con un solo trazo (una sola pincelada, como en las pinturas enso que tanto apreciaba) consigue transmitir una idea precisa.
Las evocaciones de ambientes, situaciones y sentimientos sitúan estas páginas de sus memorias a la altura de su personalidad creadora. Es admirable la capacidad de retentiva de nombres, lugares y escenarios que rescata desde su infancia.
A lo largo de sus más de cuatrocientas páginas Tapies narra su proceso de formación cultural (destaca la gran cantidad de sus lecturas de literatura, filosofía, arte, ciencia…), su interés temprano por las culturas de India y China y su evolución como pintor, al tiempo que examina con magistral lucidez el arte, la cultura y la sociedad de su tiempo.
Su adolescencia de enfermo tísico, las relaciones familiares y su amor por Teresa, los avatares con sus compañeros de Dau al set, su fuerte amistad con Joan Brossa… lo personal y lo profesional se alternan y se entrelazan a lo largo de estas páginas, de lectura recomendable para los jóvenes artistas que se enfrentan con las dificultades de todo creador original.
Desde entonces, simultáneamente a su pintura, Tàpies ha venido escribiendo y publicando constantemente, sobre todo textos relacionados con reflexiones sobre su obra y el arte contemporáneo. Uno de sus textos de obligada lectura debiera ser «El juego de saber mirar», de 1967, una excelente proclama estética de su obra.
En En blanco y negro. Ensayos (Galaxia-Gutenberg), recoge artículos publicados en diversos medios (Destino, La Vanguardia, El País, Avui, Serra d’Or…), desde los años cincuenta hasta el 2000, junto a prólogos, manifiestos, ensayos, discursos… en los que junto a sus preferencias pictóricas y a sus críticas, se pueden rastrear sus gustos y entender y valorar mejor la evolución de su pintura.
En sus memorias Tapies cita un número extraordinario de la revista D’aci i d’allá (el de Navidad de 1934) como uno de los documentos que contribuyeron a fijar su vocación por la pintura y a enseñarle las características y los valores de los diferentes movimientos artísticos del siglo veinte (Tengo el convencimiento de que la posesión y disfrute de aquel número me despertó extraordinariamente la sensibilidad, me dio una perspectiva muy exacta sobre todo lo que es fundamental en la historia del arte moderno. P.99).
Tal vez sea por esta razón por lo que en En blanco y negro está presente una cierta vocación pedagógica, tanto sobre su propia obra como sobre algunos de los artistas y movimientos de vanguardia que más le conmueven. En este libro Tapies hace un completo repaso a su obra y subraya la importancia y la trascendencia de las influencias que tuvieron en ella el arte y la filosofía orientales.
Su libro El arte y sus lugares, publicado en 1999, es un manifiesto visual sobre lo que es el arte para Tapies, un canon ilustrado con 328 fotografías, ninguna de sus obras y muchas de su colección particular.
El artista y su obra
Tapies se inició en la pintura en los años cuarenta, al principio como artista figurativo influido por Van Gogh y otros y más tarde fascinado por el surrealismo y la obra de Miró, Ernst y Paul Klee, que conoció mientras asimilaba el existencialismo de Sartre. En esta época se unió al grupo Dau al Set, para pasar en los cincuenta al informalismo, al que dio más profundidad y complejidad.
A lo largo de su vida utilizó en su pintura un universo de signos y símbolos en inscripciones rudimentarias como roces, raspaduras e incisiones, que caracterizan su obra. También arquetipos como el laberinto y la cruz, la puerta, la ventana o el espejo, y los colores blanco, negro, rojo, pardo y siena sobre todo. También se aprecian elementos de la accesis mística oriental del Zen y de la tradición del románico catalán.
- TÍTULO. Tàpies centenario
- LUGAR. Galería Leandro Navarro. Madrid
- FECHAS. Hasta el 24 de marzo
- Antoni Tàpies, Caixa amb cistella (Caja con cesta), 1999