Son las once de la mañana del 28 de octubre cuando acudo a una cita de desayuno con Antonio Benamargo, director de la Suma Flamenca, en un lugar de la Plaza de Santa Ana, entre Lorca y Calderón de la Barca, Barrio de las Letras, en la otra orilla del barrio más flamenco de Madrid.
Hablamos de Cádiz en general y me regala una anécdota de cuando André Bréton, uno de los padres del surrealismo, fue a Cádiz y después de charlar un rato en una taberna con los parroquianos, decidió tirar sus libros al mar. Dicen que las leyendas urbanas de Cádiz son verídicas al cien por cien.
Doy fe de ello. Vender libros de flamenco, por un decir, en Jerez de la Frontera, es como querer vender helados en el Polo Norte. A ver, ¿para qué quieren leer libros, si tienen desde hace un par de siglos a la mejor cantera flamenca de España en la palma de la mano?
A Antonio no le gusta un pelo hablar de él, pero yo quiero saber cómo se inició en la producción y diseño de espectáculos, y al final se rinde. Y me cuenta, que allá por los años en que Juan Barranco, sucesor del profesor Enrique Tierno era alcalde de Madrid, Julio Muñoz, director del Centro Cultural Municipal Alberto Sánchez, le fichó para producir un evento para ese centro, él sabría porqué, porque Antonio por entonces no había hecho nada semejante. Y no debió de salir mal la cosa, porque le hizo un segundo encargo. Y otro más para el Centro Cultural Galileo.
Y casualidad o causalidad allí, hablando con la escritora y comisaria de exposiciones de arte contemporáneo Danielle Tilkin, le habló de un proyecto llamado Casa Patas, en lo que entonces era un espacio vacío en espera de que alguien se ocupara de él. Y allí Antonio Benamargo se fue convirtiendo paso a paso en lo que todos conocemos.
Su punto de partida fue una experiencia en la Peña de Luis Marín, sobre «lo que no debe hacerse para programar en una sala». Con ese bagaje empezó a programar en Casa Patas en 1988, con Rafael Romero el Gallina y Perico el del Lunar. Y allí continuó hasta 1995 como programador y diseñador de espectáculos flamencos.
Es decir, cien por cien autodidacta, al más puro estilo flamenco, tarea nada fácil, porque nada es fácil en el mundo del flamenco.
Hablamos de Al sur del Sur, el lema de esta décimosexta edición de la Suma Flamenca. Y me cuenta que después de iniciarse como director el año pasado con «Morente siempre», tenía muy claro que la segunda parte de una trilogía, de cuya tercera parte no puede o no quiere hablar aún, tenía que estar dedicada a Cádiz, Jerez, los Puertos y el Campo de Gibraltar, porque ahí está la raíz del flamenco. Claro que también está el otro sur, desde Almería hasta Huelva. Y Madrid, que está teniendo una presencia de lujo en esta edición.
Treinta y siete espectáculos en veinte días, de los cuales veinte son de artistas de ese sur del sur, veinte estrenos absolutos, once estrenos en Madrid. Más los espectáculos que ofrecen ocho teatros de la red comunitaria coincidiendo con la Suma, aunque no están gestionados por el festival. La Comunidad en su afán de expandir el flamenco fuera de la capital, ha añadido a grandes artistas para disfrute de los vecinos de El Paular, El Escorial, Pozuelo de Alarcón, San Fernando de Henares, San Sebastián de los Reyes, La Cabrera, Alcobendas y Villaviciosa de Odón.
Hablamos de los estrenos absolutos. Hay hitos que seguirán teniendo resonancia nacional e internacional. El Espacio creativo de Alfonso Losa, un trabajo de indagación sobre el baile y sus espacios, es sin duda la estrella de estos estrenos. Marco Flores, con Sota, caballo y Reina, un ballet muy elaborado y según me informa Antonio, muy apreciado por Blanca Li, directora de los Teatros del Canal.
Lástima, -esto lo digo yo – que haya mezclado un discurso de política partidista con el arte, porque lejos de sumar ha restado. Los conciertos de Gerardo Núñez, Israel Fernández y de Niño Josele, extraordinarios, cada uno en su estilo.
Estamos en el Ecuador de la Suma, aún queda mucho por ver de esta edición, que en mi opinión, tiene una calidad artística y una variedad y acierto en la selección de artistas por lo menos de notable alto. Lo que hace de este festival uno entre los grandes festivales de España. O, hoy por hoy, ¿el más grande? Pregunto.
Pues…[se escaquea un poco] digamos y esto sí lo afirmo rotundamente, que la proyección y afición al flamenco de Madrid es la mejor de España. En Andalucía, a priori, lo dan todo por hecho. Pero hay una diferencia. Ni la Bienal de Sevilla ni el Festival de Jerez dependen de su propio público, dependen de la participación foránea. En Madrid, el público es local y considera cada evento como un acontecimiento cultural trascendente.
Tiene razón Antonio y además en Madrid tienen cabida todas las vanguardias, incluidas las más heterodoxas, sin las críticas de que son objeto en algunos lugares del sur. Con todos mis respetos.
Comento que además del sur, está muy presente el flamenco de Madrid. El concierto de Serranito en su gira de despedida, la mencionada obra maestra de Alfonso Losa, el estreno absoluto de Sara Calero; Noé Barroso, Paco del Pozo, Ingueta Rubio y madrileños que participan en elencos como el del cubano David Virelles, que incluye a Jesús del Rosario, guitarrista de la escuela de Caño Roto y al percusionista Lucky Losada. Gabarre, en el espectáculo «Jerez/Madrid» con Juañares. En el trío que dirige Pablo Martín Caminero está Moisés P. Sánchez. Además del sur, ¿has querido hacer presente el flamenco de artistas madrileños?
En un festival de Madrid, es lógico que haya artistas madrileños. No se trata de reivindicar el flamenco de Madrid, sigue siendo una cantera muy minoritaria, aunque de primerísima calidad. Está presente aquí y en otros festivales, por ejemplo Espacio creativo ya está programado en el Festival de Jerez.
Hablando de artistas, hablemos del pianista y compositor David Virelles, de Santiago de Cuba, residente en Nueva York desde hace muchos años, artista de renombre mundial de música afrocubana y afronorteamericana. ¿Qué hace en la Suma Flamenca con un espectáculo llamado «Patas»?
Me alegro que lo preguntes, porque es una historia muy bonita. Me lo presentó Jacobo Rivero, escritor y activista cultural, a finales de 2018 en una fiesta flamenca muy canalla en el Café Cantante de la Fundación Casa Patas. Ya sabes que en la sala del fondo hay un piano de pared. Y se me ocurrió decirle que tocara algo, con permiso de los organizadores de la fiesta flamenca, que al principio no se lo tomaron muy bien, porque no sabían quién era. Pero cuando tocó no solo gustó, allí se desató la locura. ¿Cómo no va gustar a los flamencos el son cubano o el jazz?
A partir de ese concierto improvisado le fiché para un concierto en la sala García Lorca. Concierto que tuvo lugar el 1 de marzo de 2019, con el mismo elenco que trae ahora para la Suma Flamenca, Jesús del Rosario a la guitarra flamenca y Lucky Losada a la percusión. Esta vez se suma como invitada la cantaora Ángeles Toledano.
Bonita historia. Ahora entiendo que el concierto se llame “Patas”.
Hablemos de las fechas de la Suma. ¿Se va a quedar, definitivamente como un festival de otoño?
Espero que sí. El año pasado tuvo que ser en diciembre, pero espero que las fechas de este año perduren, por lo menos mientras yo dirija el festival. ¿Sabes? En mayo y junio, había no pocos espectáculos programados al aire libre, algo que complica y encarece la producción en detrimento de los artistas, porque el presupuesto es el que es y hay varias formas de administrarlo. Por esa razón y no por otra, quise desplazar la Suma Flamenca al otoño, cuando el clima de Madrid obliga a programar toda la producción en teatros.
Acaba el desayuno y la interesante conversación. Deseando estoy ver el «Patas» de David Virelles. Eso será el domingo 31 de octubre. Trata de la conexión ancestral África – Cádiz – Cuba, nada nuevo para Virelles, porque esta recuperación es un activo de su trabajo de experimentación musical.
Estimada Teresa,
Ante todo, muchas gracias por tan interesante entrevista. Quería comentarle que en nuestra propuesta SOTA, CABALLO Y REINA no hay ningún discurso de posicionamiento partidista, tan solo hacemos un encuadre social, cultural y político de la época de la que hablamos y conectamos alguno de estos hechos con el presente: guerras, desigualdades sociales… Permítame aclararle que nos basamos en datos históricos y objetivos, inspirándonos en ellos para conformar la poética escénico-dancística del espectáculo.
De todas maneras, no tendría ningún problema en mostrar mi posicionamiento político en los escenarios, puesto que para eso están, para comunicar libremente.
Me ofrezco a invitarla a un café o té o lo que surja para explicarle sobre la cuestión.
Por cierto, la invito también a ver la nueva obra que se va estrenar en el Centro Dramático Nacional:
Alfonso el Africano, sobre la misma época. Pinta muy bien y me parece que al igual que mi propuesta se centrará en datos sin que tenga que haber posicionamiento partidista ninguno.
Muchas gracias y un saludo.
Marco Flores
Estimado y admirado Marco,
Encantada de aceptar su invitación al estreno del Centro Dramático Nacional que me comenta. Será un buen momento quizá, si le viene bien, para comentar lo que dos líneas de opinión mía hayan suscitado tanto interés en usted, lo cuál, créame, me complace.
Figúrese, llevo algunos años reseñando los espectáculos suyos que he tenido la suerte de ver. Pero han sido dos líneas en una conversación con mi amigo Benamargo, las que han conseguido que usted se fije en mi existencia.
Por cierto, me gustó «Sota, caballo y reina»
y le felicito por su excelente trabajo. En realidad mis dos líneas se referían únicamente al contenido de una pantalla de apenas unos segundos de duración.
Espero tener ocasión de verle pronto.
Un saludo
Teresa Fernández Herrera
ME ENCANTÓ. ADORÉ.