Dos días de experiencias intensas, vividas como invitada de Turismo Andaluz, Junta de Andalucía, con la colaboración del Patronato de Turismo de Cádiz y el Ayuntamiento de Lebrija. El Flamenco y su relación con la historia como protagonistas.
El itinerario ha sido, San Fernando (Cádiz) con visita al museo de Camarón de la Isla y almuerzo en la mítica e histórica Venta de Vargas. Jerez de la Frontera, con visita guiada por los barrios flamencos de Jerez, Santiago y San Miguel y una cena de tapas con flamenco en uno de los históricos tabancos jerezanos. Este día, el jueves 21 de julio, fueron lo que llamaríamos en términos culinarios, los entrantes. El plato principal sería el día siguiente en Lebrija.
En Lebrija desde el viernes 22 por la mañana hasta el final del espectáculo de Anabel Valencia en la Caracolá por la noche, estuvimos acompañados y mimados por el delegado municipal de Cultura y Patrimonio, Pepe Martínez y por un guía, Juan de Dios Doblado, quien al más puro estilo de duende flamenco, nos transmitió con arte cuánto dijo, porque lo siente desde sus adentros.
Empezamos por la Lebrija tartésica en la Casa de la Cultura, un encuentro singular con la cultura más ancestral y legendaria de nuestro país, riquísimo en tradiciones milenarias, dónde, entre otras cosas, tuvimos ocasión de admirar seis copias de los famosos candelabros de Lebrija, cuyos originales se encuentran en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.
Luego, bajo un sol de plomo, conocimos alguna de las famosas hornacinas de las cruces de mayo de Lebrija; la Giraldilla mudéjar de la iglesia de Nuestra Señora de la Oliva; enfrente, el cabildo municipal, donde se encuentra una interesante excavación arqueológica de dos domus romanas, una estructura de conducción de aguas y muestra de la evolución de Nabrissa a Lebrija. Sin olvidar la perfectamente conservada estructura del antiguo Cardo Máximo, hoy calle Elio Antonio de Nebrija o mejor, Helius Antonius Nabrissensis.
Completamos la mañana con la visita al Centro de Interpretación del Flamenco, a la iglesia de San Sebastián de las monjas concepcionistas y a la sede del Año Cultural Nebrija, una de las sedes que celebran el quinto centenario de la muerte del primer gramático europeo.
Un almuerzo de delicias lebrijanas en la Venta Luis Rey. Por la tarde, homenaje al cantaor Luis de Lebrija, con descubrimiento de dibujo – caricatura con el que se unía a un cuadro dedicado a los artistas lebrijanos; degustación de fino en la bodega familiar El Chocazo, cena de tapas típicas en el bar Lechuga.
El broche de oro lo puso el espectáculo Remolineando de Anabel Valencia, en una de las noches de la famosísima Caracolá lebrijana, celebrando este año su cincuenta y siete edición ininterrumpida. Anabel estuvo acompañada por el guitarrista Curro Vargas, la pianista Rosario Montoya la Reina Gitana, el compás de Juan Diego Valencia y Javi Peña y María Terremoto como artista invitada.
Hasta aquí, la presentación de una experiencia que tendrá su reportaje en «De Tartessos al Flamenco Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad», al que la aportación de Lebrija no es menor. Dicho con otras palabras, desde los orígenes de nuestra historia a los orígenes y desarrollo del cante lebrijano, sin olvidarnos del toque, compás y baile, ni el piano de David Peña Dorantes.
Mañana más.
