El Teatro Real ofrecerá diecisiete funciones de Turandot, de Giacomo Puccini, en la reposición de la producción del Teatro Real estrenada en noviembre del 2018.
Esta edición es una coproducción con el Teatro Nacional de Lituania, la Canadian Opera Company, La Houston Grand Opera y la Opera National de París, en todas estas salas la opera, obtuvo un gran éxito.
El compositor italiano Giacomo Puccini había creado ya operas famosas: La Bohème, Tosca, Madame Butterfly, y surge la pregunta de por qué le interesa hacer esta última ópera, cuyo guión había tenido varios avatares, en momentos donde su propia vida estaba pasando por un torbellino de situaciones.
Su mujer Elvira, extremadamente celosa, acusó a la doméstica de infidelidad y ésta, en la desesperación, se suicidó. Elvira estuvo presa, Puccini, en medio de un intenso escándalo que no le permitía terminar Turandot, refleja la crisis en el personaje de Liù, la esclava que se suicida.
La obsesión por los lugares exóticos, países remotos, primero en su ópera Madame Batterfly, luego con La fanciulla del West, parece continuar y acentuarse en Turandot, la fábula de la princesa malvada de China, que para casarse con ella exigía descubrir tres acertijos, si no se acertaban, no se casaría y el novio sería ejecutado.
Tanto drama personal y tanta oscuridad en el mundo creativo, afectaron la salud de Puccini, quien como fumador empedernido ya tenía cáncer de garganta. Para cuidarse, viaja a Bélgica, y muere el 29 de noviembre de 1924 en Bruselas.
Las últimas escenas que ya estaban bosquejadas, las terminó Franco Alfano, e intervino en la supervisión el gran director de orquesta Arturo Toscanini, quien dirigió la ópera en su estreno en la Scala de Milan, el 25 de abril de 1926, y desde el podio, interrumpió la música diciendo emocionado: «Aquí finaliza la ópera, porque en este momento murió el Maestro».
Maravilloso homenaje a uno de los grandes de la operística y también homenaje a la ópera, como género intransferible.
Sublimizar las pasiones
Puccini, a pesar de los problemas personales, insiste en esta ópera, porque ve en la China un mundo de fantasía (eran otros tiempos), y en ese reino de sueños desarrolla sus melodías siguiendo una trama casi irreal, un ambiente que despega el canto a otra dimensión, donde se sublimizan las pasiones.
Enloquecido por la velocidad de los autos que compraba y conducía, atacó esta opera con una suerte de delirio, pensando en la tensión emocional, una mujer exótica que rechaza el amor, solo vencida ante quien en realidad la ama y la desafia.
El autor, viviendo la crisis de su amor con Elvira, el suicido de una joven inocente, y su enfermedad invadiéndolo, expresa sentimientos ocultos en la trama fabulosa.
Es la opera de la despedida y es la opera del amor a la vida, amor al mundo sublime de la música, pero es también la tensión del poder, la ambición, la venganza y el odio.
Por otra parte, su experiencia operística se vuelca sin reservas, Puccini, está interesado en la puesta escénica, en poner en evidencia, con la música, las relaciones humanas, en emocionar y mostrar las diferentes culturas, sintetizando el lenguaje musical y dando un giro, casi cinematográfico.
Puccini, muestra en esta opera un clima denso y oscuro, tal vez el clima de su propia vida. Innova con su increscendo temático, para jugar con la emoción y llegar al climax musical, siguiendo las reglas clásicas pero sin dejar de ser un ecléctico musical, y llevar al público al filo de la exaltación. Pero esa exaltación no es por la muerte, ni el odio, es por el triunfo del «Amor».
En el último acto, en el Palacio, el Emperador se presenta para que su hija Turandot revele el nombre del misterioso príncipe, el pueblo espera y ella entonces le dice a su padre que conoce el nombre del extranjero: «Il suo nome e Amor».
Todos celebran cantando: ¡Amor! ¡O sole vita! ¡Eternità! ¡Luce del mondo e amore! ¡Ride e canta nel sole l’infinitá nostra felicitá! ¡Gloria a te! ¡Gloria a te! ¡Gloria! Y la orquesta completa remata el ¡gran finale!
La versión que se verá en el Teatro Real tiene como director invitado a Nicola Luisotti, quien estrenó la producción junto a Bob Wilson, responsable de la puesta en escena, decorado e iluminación, quien afirma que «Puccini exige un sistema muy estructurado» y que su puesta «evoca el Teatro de sombras oriental» y hace una referencia a la actualidad en la búsqueda del poder como único móvil.
El reparto incluye a las sopranos Anna Pirozzi, Ewa Plonka y Saloa Hernández, en Turandot y los tenores Jorge de León, Michael Fabiano y Martin Muehle en el papel de Calaf. Las sopranos Salomé Jicia, Ruth Iniesta y Miren Urbieta-Vega en el papel de la esclava Liù.
Las funciones, Entre los días 3 al 22 de julio, estarán dedicadas a la memoria a la gran soprano catalana Montserrat Caballé, a quien conocí en New York, llena de pasión por la ópera y con arrolladora personalidad. Murió en el 2018 y fue intérprete de Turandot.
Wilson, la recuerda así: «Montserrat cambió mi vida, ¡era un artista genial».
Mayor información en la taquilla del teatro en su página web.