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«Todas somos Jane», de Phyllis Nagy, una historia sobre el aborto que se repite como una maldición

«Todas somos Jane» (Call Jane), dirigida por la norteamericana Phyllis Nagy Carol»), es un drama histórico basado en hechos reales y referido a una época crucial en la lucha feminista por el aborto en Estados Unidos.

Cuenta en su reparto con Elizabeth Banks («Los juegos del hambre: la revuelta Parte 1», «Los ángles de Charlie», «Love & Mercy»), la veterana Sigourney Weaver («Armas de mujer», «Dave, presidente por un día», «Annie Hall», «El año que vivimos peligrosamente», Avatar), (Argo), Wunmi Mosaku (Animales fantásticos y dónde encontrarlos) y Kate Mara (HappyThankYouMorePlease).

La película retrata algunos hechos reales relacionados con el Colectivo Jane de Chicago, un grupo que practicó miles de abortos durante un período de cuatro años gracias a su movilización encubierta.

La película plantea cuestiones urgentes sobre las barreras sistémicas, la naturaleza siempre cambiante de la política y la lucha de las mujeres por mantener el control de sus cuerpos.

Chicago, 1968. Mientras el país se encuentra al borde de un violento levantamiento político, Joy (Elizabeth Banks), ama de casa en los suburbios de Chicago, lleva una vida normal con su esposo, un abogado criminalista, y su hija, adolescente de quince años. Cuando se queda embarazada sin desearlo y con grave riesgo mortal, nadie está dispuesto a ayudarle en una época en la que el aborto está prohibido por ley en Estados Unidos.

Cuando parece imposible encontrar una solución, conoce a las mujeres de una organización clandestina conocidas como «las Jane» liderada por Virginia (Sigourney Weaver), que ayuda a las mujeres a interrumpir el embarazo «sin plantear preguntas», le ofrece una alternativa segura y le cambia la vida. Joy no solo tendrá un aborto clandestino, sino que enseguida se implicará en el grupo de «las Jane» (existe un documental de HBO con este nombre, The Janes, sobre el mismo colectivo).

«Todas somos Jane[1]» es una interesante historia de emancipación, a la que quizá le falta tensión dramática y le sobra ficción; todo parece demasiado sencillo para ser real.

La protagonista, Joy, tiene que enfrentarse a una representación masculina del cuerpo médico local que, a pesar del diagnóstico de su ginecólogo, se niega a permitir que se le practique una interrupción del embarazo en el hospital.

La casualidad hace que, en una parada de autobús, encuentre el teléfono de «las Jane», un colectivo de mujeres solidarias –la mayoría de ellas habían tenido antes el mismo problema- que acaba dando a su existencia un sentimiento de utilidad.

Excelentes en sus papeles las dos protagonistas: Sigourney Weaver, como la fundadora del grupo, y Elizabeth Banks como la mujer vagamente insatisfecha en su rol de ama de casa que acaba llevando una doble vida, y militando como una Jane más.

Desde que en enero de 2022 «Todas somos Janes» se presentó en el Festival de Sundance (cine independiente) la película ha cobrado una actualidad especial en este momento, cuando el derecho al aborto conseguido a nivel federal en 1973, tras la anulación de la sentencia Roe v. Wade, se ve más amenazado que nunca en algunos estados de mayorías republicanas y ultraconservadoras, donde o bien es imposible abortar, o bien se ha vuelto extremadamente difícil.

Se trata de una página poco conocida de la historia de Estados Unidos: «Confieso –ha dicho su realizadora Phyllis Nagy- que ignoraba la existencia del Colectivo Jane hasta que leí el guión (…) Es una vergüenza que en los libros de historia no se hable de estas auténticas heroínas. Espero que la película, aunque es una ficción, consiga honrar su trabajo al sacarlo a la luz. Creo que en este momento necesitamos más que nunca volver a la noción de acciones colectivas».

No es solo el relato de un aborto clandestino -(por cierto, que la película no olvida precisar que, a causa de la cantidad de dinero que las mujeres tenían que pagar al médico implicado, esta interrupción del embarazo resultaba prohibitiva para las de origen negro, normalmente dedicadas a trabajos subalternos y con menso recursos)-, sino que tras pasar por la experiencia, la protagonista de «Todas somos Jane» empieza a cuestionar sus valores personales y los de la sociedad  en que vive.

Lamentablemente, en pleno siglo veintiuno, no ha perdido fuerza en muchos países la lucha feminista por el derecho las mujeres a disponer del propio cuerpo, con seguridad y sin hacer peligrar su salud. La actualidad nos recuerda continuamente que, como una maldición, «la Historia tiene un aroma de eterna renovación, sobre todo en materia de derechos humanos».

  1. «Todas somos Jane» llega a las pantallas madrileñas el viernes 4 de agosto de 2023.
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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