En un barrio pobre de Bakú, en Azerbayán, existe una vía de ferrocarril que pasa entre las dos filas de casas de una calle. Cuando las vibraciones de los railes anuncian la llegada del tren, un niño avisa silbando y en cuestión de segundos desaparecen las mesas, las sillas y las cuerdas con ropa tendida de los habitantes del barrio y, en una escena que se repite varias veces al día, el tren petrolero atraviesa el barrio de la capital de Azerbayán, lo que para Nurlan (magnífico el actor serbio Miki Manojlovic), el conductor del tren, es una diversión y también un reto.
Pero de vez en cuando no hay tiempo, y la locomotora se lleva algunos de los objetos que se secaban al aire; entonces, Nurlan regresa a la calle para devolver a sus propietarios las prendas perdidas.
En el último viaje, la víspera de su jubilación, la locomotora arrastra, enganchado, un sujetador azul. Y Nurlan, como el príncipe encantador de la Cenicienta, irá, sujetador en mano, en busca del pecho propietario de la prenda. El sujetador que deben probarse las mujeres de la calle es como el fantasma de un deseo inalcanzable, en realidad Nadur parece estar buscando una mujer, una esposa que sustituya a la que le ha rechazado en su pueblo. La española Paz Vega, promocionada como protagonista, apenas tiene dos breves apariciones.
Cuento poético prácticamente mudo del realizador alemán Veit Helmer, ejercicio de estilo cinematográfico que juega con los sonidos del vetusto barrio y del ferrocarril, con las arrugas y la mirada triste del viejo ferroviario, la delicadeza de su ayudante, el funámbulo Denis Lavant, y la belleza de los paisajes de Azerbayán.
Una hermosa e improbable aventura que se resuelve en una serie de tarjetas postales y de coloreadas ilustraciones de redacciones escolares imposibles de olvidar.