Tengo para mí que «Johnny Chico»” (el texto los 90 de Stephen House que se hace más presente cada día) bien pudiera entenderse, en cierta manera, como un cantar de gesta que narra el camino iniciático de un héroe a la búsqueda de sí mismo, al encuentro de su identidad. Un torrencial, intenso y emocional Víctor Palmero que se vuelca en escena para contar todos los niveles, todas las capas, todos los recovecos y todos los desvíos de un viaje al fin de la noche.
Enérgico, ilusionado e invencible, Víctor Palmero convierte a su personaje en un luchador invencible capaz de ponerse por encima del bien y del mal, capaz de imponerse con facilidad a todas las trampas, prejuicios y violencia que se vierten, impunes, contra la comunidad LGTBI y capaz de sobrevolar, intacto, la sordidez y la mísera de los ghettos donde se les arrincona.
Sobre un escenario cautivador y sugestivo, Eduard Costa guía a un Víctor Palmero, ávido y eléctrico, mientras hace que Johnny Chico recuerde –entre el rap y el bolero, con la cabeza alta y el cuerpo erguido– las secuencias de su vida, las personas que le marcaron y las miradas que le determinaron, sin ocultar ni dulcificar lo mezquino, lo contradictorio y sórdido que cualquiera hubiera evitado.
Víctor Palmero es Johnny Chico. Johnny Chico es Víctor Palmero y ambos –con su interpretación honrada, visceral y emocionante– magnetizan, conmueve y embaucan a la sala con su verdad pura y limpia; como al de ese pájaro en la alambrada de Leonard Cohen, ese que intentó, a su manera, ser libre.
Luis de Luis, crítico de teatro
Teatro Lara, c/ Corredera Baja de San Pablo, 15. Madrid.
Últimas funciones: viernes 18 y sábado 19 de junio de 2021
Equipo técnico y artístico
Reparto: Víctor Palmero
Iluminación: Mundi Gómez
Espacio escénico: Luis Crespo
Espacio sonoro: Juan José Ballesta
Diseño gráfico: María La Cartelera
Mapping: Elektrik Five & Lluerna Producciones & Carlos Montfort
Vestuario: Eli Perucha
Fotografía: Romero de Luque
Producción ejecutiva: Coque Serrano
Dirección: Eduard Costa
