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Tchaikoswky y Pushkin en el Teatro Real con la ópera romántica Eugenio Oneguin

Cuando visité San Petersburgo, en Rusia, ciudad imperial durante dos siglos, gran puerto en el Báltico, con bella arquitectura monumental, considerada capital de la música, la ópera y el ballet, visité el importante Museo Hermitage, donde fui recibida por su director, quien me contó interesantes historias del museo junto al rio Neva, y me recomendó conocer la casa del escritor ruso Aleksandr Pushkin.

Por supuesto, fui a la bella casona burguesa, en el número 12 de la calle Moika, donde el escritor concibió gran parte de su obra y murió el 29 de enero de 1837, después de participar en un duelo fatal. Me impresionó el despacho con su escritorio, su biblioteca, su tintero y retratos de familia, sus hijos que lo ayudaron a sentar cabeza y a trabajar en la literatura, convirtiéndose en el fundador de la literatura rusa y promotor del movimiento romántico.

Entre sus novelas destaca Eugenio Oneguin, relato por entregas en capítulos, escrita en verso y cuyo final fue concebido en San Petersburgo. Es extraño que el final de la novela con un duelo, fuera también el final de la vida del escritor.

Tchaikowski había leído Eugenio Oneguin, publicada en forma completa en 1937, pero es la cantante Yelizaveta Lavrovskaya quien lo entusiasma para crear una ópera basada en la novela. En las memorias, Tchaikovski considera la idea extraña, pero crea los escenarios en una noche, comienza a componer y su vuelo creativo aumenta inspirándose con las «escenas líricas».

La ópera sigue la trama, pero en episodios, omitiendo lo que ya el público sabía, ya que el libro era muy popular. En 1978, la obra estaba acabada. Sin duda, había conexión entre la historia y el fallido casamiento del compositor, provocado de alguna manera por el libro y el remordimiento de Oneguin.

En aquella época la literatura influía fuertemente en la vida de las personas, y el músico no escapó de ese hechizo.

La ópera se presentó en diversos teatros de Europa con rotundo éxito, dirigida, en varias ocasiones, por Gustav Malher, otro grande de la música. En Argentina se presentó en el Teatro Colon en 1911, con el famoso barítono Tito Ruffo, y varias veces en España. En las estadísticas de Operabase figura en el puesto dieciocho dentro de las óperas más representadas.

La obra, en tres actos, muestra a un personaje romántico con un destino solitario, enfoca, a su vez, los primeros atisbos del empoderamiento de la mujer y sus decisiones. Dado el fracaso amatorio es una novela romántica con una especie de antihéroe, y sin duda, el compositor ruso reflejó en parte su propia vida, ya que se casó con su alumna evitando vivir la experiencia de Oneguin, pero su casamiento resultó un fracaso.

La ópera Eugenio Oneguin marca el romanticismo musical dentro del mundo operístico, y Tchaikoswki logro áreas de una gran belleza melódica, además de afianzar su estilo emocional.

Con respecto a esta obra, en su concepción marcó los dos mundos: el rural y el galante urbano, se enfocó en los aspectos intimistas y emocionales y en los sentimientos de los personajes: Eugenio un dandi, intelectual, egocéntrico y rebelde; Tatiana una joven rural amante de la literatura y las artes, que es despreciada en su amor por Oneguin. Sin embargo, el destino vuelve a unirlos en los salones nobles y Oneguin se encuentra con una Tatiana culta y refinada, esposa del príncipe Gremin, quien rechaza los devaneos amorosos de su antiguo enamorado, que debe aceptar el desprecio y el infortunio.

El compositor juega entre los dos mundos desarrollando los encuentros y desencuentros de los cuatro protagonistas: Oneguin, barítono, Tatiana soprano, Lenski tenor, amigo de Oneguin y enamorado de Olga, mezzo soprano, todos en una ronda de amores imposibles y verdaderos.

El compositor ruso compuso la obra pensando en cantantes jóvenes, alejándose de los divos y con una visión musical de ópera intimista, casi minimalista, sin oropeles. Así es como evoca canciones tradicionales y folclóricas en el mundo rural, y evoca valses, mazurcas y polonesas en los salones burgueses, dentro de una orquestación contrastada y rica en matices.

Actualmente, el Teatro Real está ofreciendo funciones hasta el 18 de febrero. En una nueva coproducción del Teatro Real estrenada en 2020 en la Opera de Oslo y presentada en el Liceu de Barcelona posteriormente. Habiendo cosechado numerosos elogios y excelentes críticas.

Gustavo Gimeno, quien asumirá la Dirección Musical del Teatro Real volverá a dirigir la ópera rusa, al frente de un selecto reparto: la soprano Kristina Mkhitaryan en Tatiana, el barítono Iuril Samoilov en Oneguin, el tenor Bogdan Volkov interpretando a Lenski y la mezzosoprano Victoria Karkacheva en el papel de Olga, actuarán junto al Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real.

Como es costumbre, hay una serie de actividades culturales de interés, en el Museo del Romanticismo y en la Sala de Armas de Madrid, para más información acudir a la pagina web de Teatro Real.

Si aún no ha visto Eugenio Oneguin y no ha disfrutado del romanticismo en el mes del amor, hay varias funciones programadas para febrero, en el Teatro Real, que siempre lo espera.

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