Vi a Carmen Linares en agosto, en Tudela de Navarra, en un concierto del festival Flamenco on Fire, Cantaora: 40 años de cante. Fue sin duda el concierto del Festival . Y ahora en la Suma Flamenca de la Comunidad de Madrid, cantando a Madrid en esta edición dedicada al Madrid Flamenco. En vísperas de su viaje a Oviedo en compañía de María Pagés, para recoger su premio Princesa de Asturias, la joya de su corona flamenca.
Carmen es historia del flamenco. Pertenece a la generación de Paco de Lucía, Camarón de la Isla, Enrique Morente, José Menese, Manolo Sanlúcar, la saga Habichuela. Todos ellos fueron acogidos por Madrid, como ella misma dijo en el concierto, «aquí había trabajo» y ellos crearon la edad de oro de los tablaos madrileños.
Ella hizo historia en el Café de Chinitas. Ella ha contado toda su historia de cantaora en su espectáculo 40 años de cante. «Quiero brindar este concierto único, -dice Carmen- al público madrileño, como gran homenaje a la capital. Yo me he hecho artista en Madrid, en el ambiente extraordinario de los años setenta y ochenta. Una etapa decisiva para ser la cantaora que soy ahora».
El concierto
El vestuario siempre es significativo en Carmen Linares, desde que hace muchos años eliminó del mismo los faralaes, signo de nuevos tiempos y modos, por ejemplo, la independencia de la mujer flamenca. Somos profesionales libres de ataduras familiares o sociales, se diría que quiso decir Carmen.
Para cantar a Madrid, Carmen lució modelazo color fucsia claro, con un top abierto largo, holgado y transparente, en tonos oscuros primero y en tono neutro con estampado floral fucsia después. La elegancia de la dama premio Princesa de Asturias que recoge este viernes 28 de octubre.
Ella en el centro. A su derecha los guitarristas Salvador Gutiérrez y Eduardo Espín, hijo de Carmen. A su izquierda, para los coros y palmas, las trianeras Rosario Amador y Ana María González. Ellas tuvieron gran protagonismo en el cante, más allá de los coros y palmas. Todos habituales en sus conciertos.
Repertorio imprescindible de lo que ha cantado en Madrid. Se arranca por alegrías, para entonar el ambiente. Siguen las Malagueñas de Peñaranda en recuerdo de Pastora Pavón Niña de los Peines y de su guitarrista Ramón Montoya, recuerdo de sus primeros años en el Café de Chinitas y en el Café Silverio; por tientos y cañas. que dedicó a Rafael Romero el Gallina.
Para las seguiriyas y tonás, el primer baile del moronense Pepe Torres, bailaor de Son de la Frontera, viajado y premiado, de ilustre saga de cantaores y guitarristas; baile gitano clásico, con un sello de identidad inimitable y jondura a raudales. Carmen sabe de quien se hace acompañar.
Bulerías y cantiñas de sus tiempos de madurez en actuaciones en grandes teatros madrileños, en presentaciones de su Antología de la mujer de 1997; cantes enraizados en su identidad cantaora; la difícil soleá que para ella no lo es.
¡Que viva Madrid y viva el flamenco! Viva Madrid que es la corte. Rememorando los antiguos orígenes del flamenco madrileño de raíz o de adopción. Las sevillanas rocieras De Cái a Sevilla, con las que se lucen las cantaoras trianeras.
Cante, toque y baile por las bulerías cantadas por Carmen en el Teatro Real, Teatro de la Zarzuela o los jardines de Sabatini, con otra actuación magistral del gran Pepe Torres. ¡Y vamos, que nos vamos!
Y se van por fandangos de Huelva como es la tradición, en Madrid sobre todo.
Esta edición de la Suma Flamenca, dedicada al Madrid Flamenco, está poniendo muchas cosas en su sitio. Como que aquí, por tradición hay sitio para todos, ya vengan del propio Madrid, de Graná o de Sevilla, de Málaga, Almería o Jaén; de Cádiz, o Jerez o de los Puertos; de Badajoz o de La Unión, Cartagena o Alicante; o de Barcelona o de donde sea, hasta de Francia o Japón. Gitanos o gachés. Si estamos en Madrid somos madrileños.
Por eso Madrid es la capital del Flamenco, porque ha sabido ser hogar de todos los flamencos. Que aquí nadie es forastero, vamos.
Carmen, te veremos mañana en Oviedo. ¡Disfruta!