Vecinos del distrito de Chamberí estudian movilizaciones ante la falta de empatía de las autoridades municipales con los problemas que vienen denunciando desde hace varios años sobre más de cuatrocientos residentes en los edificios de las calles de Fernando el Católico, 77 e Hilarión Eslava, 19-21, donde se encuentra además el hotel Exe Moncloa de casi trescientas habitaciones, con entrada desde Arcipreste de Hita, 10.

Como elemento común del Conjunto Residencial Universidad, existe una plaza de titularidad y uso privados, a través de la cual se accede a los locales comerciales que se encuentran en la planta baja de los dos primeros edificios citados.

Según ha explicado a Aquí Madrid el presidente de la Comunidad de Propietarios de la Zona interior del conjunto, entre dichos locales, destaca por los gravísimos problemas que ocasiona desde hace varios años el local de ocio nocturno denominado «EL CHAPANDAZ», que ha sido objeto de numerosas denuncias y expedientes de la Oficina de Atención al Ciudadano del Ayuntamiento de Madrid desde el año 2013, por los ruidos y molestias que produce.

Según la información vecinal, este local, tras obtener el visto bueno de técnicos de Medio Ambiente y Protección Civil, «inexplicablemente duplica el aforo del local, pasando de 94 personas a 218, a pesar de las objeciones formuladas por los vecinos y Policía Local desaconsejando tal medida, incluso se le llegó a poner una multa de elevada cuantía en el año 2016 al incumplir el horario de cierre».

Además en dicho año se le concedió la licencia de Café-Espectáculo por el Ayuntamiento de Madrid con horario de apertura desde las cinco de la tarde hasta las 5:30 horas de la madrugada.

Los vecinos describen la situación que padecen como «insoportable» por los «ruidos constantes, permitiendo el Ayuntamiento la ampliación del aforo por encima de las 290 personas en el año 2018, lo que hace que el tránsito de público por la plaza sea continuo, así como su permanencia hasta el amanecer, con gritos, discusiones, peleas (debiendo intervenir la policía nacional), consumo de bebidas expedidas por el establecimiento, fumando, con largas colas para entrar al local de más cincuenta personas esperando en las escalinatas que dan acceso a la plaza, produciendo mucha suciedad, orines, vómitos, botellas tiradas, colillas, no dejando dormir a los vecinos».

Vecinos que se declaran «hartos de llamar a la policía, sin que por las autoridades competentes se nos dé una solución, habiéndose presentado multitud de escritos y peticiones, incluso la reducción del horario de cierre».

La situación que padecemos, explica Julio Javier Fernández Rodríguez, «es un ataque frontal a nuestros derechos fundamentales: integridad física e inviolabilidad de domicilio. Nos afecta por igual a mayores, niños, jóvenes estudiantes, enfermos. Hay personas en tratamiento médico, con insomnio, siendo imposible el descanso».

Y sostiene que los vecinos afectados están «ante una emergencia vital» porque no tienen paz en sus hogares, y han decidido hacer público un ¡Basta ya! 

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