Durante décadas, la educación se ha centrado en señalar lo que falta, la asignatura pendiente, la debilidad en un examen, la conducta que no se ajusta. Sin embargo, el enfoque strengths-based (educación basada en fortalezas) propone algo distinto.
Mirar al estudiante desde lo que ya sabe hacer bien y potenciarlo como motor de aprendizaje es la base de este modelo promovido en ámbitos como la psicología positiva y la pedagogía.
Cambio de percepción
Trabajar desde las fortalezas no significa ignorar las dificultades, sino mirarlas desde otro ángulo. Por ejemplo, en matemáticas, programas como Complex Instruction han mostrado que valorar la diversidad de talentos permite que más estudiantes se reconozcan como competentes en el área.
La creatividad para resolver los problemas, la capacidad de explicar a otros o la perseverancia, son capacidades que reducen esa frustración que genera la asignatura.
Al final se trata de algo tan sencillo como premiar las buenas actitudes en lugar de limitarse a corregir las malas. Si el alumno recibe mensajes constantes sobre lo que hace bien, desarrolla motivación y confianza para afrontar los retos.
Preguntas que cambian la mirada familiar
El enfoque strengths-based no solo pertenece al aula, también puede transformar la vida cotidiana en casa. Una de las claves está en formular preguntas diferentes, que guíen hacia el descubrimiento de lo positivo. Algunas ideas son:
- ¿En qué momentos brilla tu hijo o hija?
- ¿Qué actividad le deja con más energía y motivación?
- ¿Qué hace de manera espontánea cuando nadie le da instrucciones?
Estas preguntas ayudan a desplazar la atención de lo que no se alcanza hacia lo que ya se posee. Para que esta perspectiva no quede en teoría, las familias pueden aplicar pequeñas pautas, entre otras:
- Observar con curiosidad. Prestar atención a los momentos en los que tu hijo/a muestra pasión o entusiasmo descubriendo áreas donde puede crecer con más naturalidad.
- Apoyar. Si las matemáticas le cuestan, tal vez dedicar todo el esfuerzo a ese área genere rechazo. En cambio, puedes canalizar la energía en actividades que disfruta equilibrando la balanza.
- Dialogar. Preguntar con interés alejándote de aquella conversación que parece un examen frío evitando respuestas monosilábicas.
- Reforzar su identidad. Decirle que es constante, creativo y/o empático, reforzando rasgos que se convierten en pilares para su futuro desarrollo.
Este planteamiento se alinea con investigaciones de la psicología positiva, impulsada por Martin Seligman, que muestran cómo poner el foco en lo que se hace bien aumenta la motivación intrínseca y la autoestima.
En lugar de un sistema que etiqueta por las carencias, se apuesta por uno que descubre talentos y los hace crecer.