Somos mayores, no idiotas. Y somos millones…

Un escribano en la Corte

Bancos personas mayores campaña cajeros

«Tengo casi ochenta años y me entristece mucho ver que los bancos se han olvidado de las personas mayores como yo. Ahora casi todo es por internet. Soy mayor, pero no idiota». Estas palabras del cirujano Carlos San Juan, de setenta y ocho años, han puesto en dedo en la llaga de lo que está pasando con las nuevas tecnologías, que están arrinconando, apartando de la circulación a millones de personas, entre las que me incluyo. 

A tanto ha llegado la cosa, que en pocos días consiguió casi cuatrocientas mil firmas en la plataforma change.org, porque en su opinión, un banco es un servicio público, algo de lo que al parecer se han olvidado, mientras que con el dinero de todos los españoles hemos conseguido salvarlos de la ruina con cerca de 40.000 millones de euros que se les ha proporcionado, dinero que ha salido de nuestros bolsillos.

En opinión de este cirujano, y que muchos estamos comprobando en carne propia, está desapareciendo la atención humana, algo que supone un drama. Dice el doctor que ha visto llorar a personas a las puertas de los bancos que iban en sillas de ruedas y no eran atendidas porque se ha impuesto la cita previa. Personas que no se atreven a utilizar el cajero por miedo, porque no dominan las herramientas digitales y no tienen a nadie que les ayude. Faltan cajeros públicos, y ya en el mundo rural la cosa está mucho peor. En su opinión, con la implantación de los nuevos métodos bancarios obligatorios, el 35 por ciento de la población nos hemos quedado indefensos, algo que ha aumentado con la pandemia actual. 

Los bancos, por su parte, han conseguido dos cosas que les viene de maravilla, por los beneficios que estos hechos les suponen: por una parte, están eliminando miles de puestos de trabajo, de tal manera que desde el comienzo de la crisis han desaparecidocien mil empleados de sus oficinas. Pero a continuación, y ese es uno de sus grandes logros, nos están convirtiendo a los clientes en sus nuevos trabajadores, ya que ahora con las nuevas tecnologías nos lo tenemos que hacer casi todo nosotros, en nuestras casas o solos frente al cajero. 

Ante el revuelo montado, parece ser que el gobierno va a tomar cartas en el asunto, pero frente a ello el sector financiero rechaza asumir los costes de atender a las personas mayores, porque ese no es problema suyo. 

Lo triste de esta situación es que la brecha digital se ha convertido en un nuevo factor de exclusión social, porque para una parte de la sociedad, los que no dominamos las tecnologías actuales, las herramientas digitales, somos los analfabetos del siglo veintiuno.

Y no solo en el sector bancario, también en la Administración, en miles de empresas públicas o privadas está sucediendo lo mismo, porque ahora llamas a un organismo oficial y no existen personas, todo son máquinas con las que tienes que hablar, lidiar, que te piden datos, y te pasan mecánicamente a otra máquina que a su vez te pasa a otra. Te puedes volver loco de máquina en máquina, o colgar el teléfono.

Recogiendo la opinión de un experto en la materia, Carmelo Tajadura, quien fuera director general adjunto del BBVA, vemos que escribía al respecto en el diario El País el 23 de enero de 2022: «Mayores abandonados», diciendo cosas como estas ante esta situación de abandono: «¿Qué se puede hacer? Pues no me cabe duda de que a las propias entidades les conviene no empeorar más su reputación, ya suficientemente dañada por abusos pasados y por las consecuencias de la crisis. Podrían adoptar compromisos públicos de no discriminación tecnológica, especialmente con los clientes de mayor antigüedad, que se lo han ganado y se lo merecen…».

Y mientras estas cosas suceden en España, desde Portugal nos han vuelto a dar otra lección de cordura, de saber hacer a estas alturas de las circunstancias, ya que el gobierno luso ha movilizado a miles de voluntarios para enseñar operaciones elementales de internet a través del programa «Yo soy digital» a un millón de personas. Porque, como ha dicho una de las «aprendices», de ochenta y un años a su profesor, de veintidós, el objetivo de este programa es «Para que la gente no se muera tonta».   

Porque somos mayores, pero no idiotas.

Conrado Granado
@conradogranado. Periodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. He trabajado en la Secretaría de Comunicación e Imagen de UGT-Confederal. He colaborado en diversos medios de comunicación, como El País Semanal, Tiempo, Unión, Interviú, Sal y Pimienta, Madriz, Hoy, Diario 16 y otros. Tengo escritos hasta la fecha siete libros: «Memorias de un internado», «Todo sobre el tabaco: de Cristóbal Colón a Terenci Moix», «Lenguaje y comunicación», «Y los españoles emigraron», «Carne de casting: la vida de los otros actores», «Memoria Histórica. Para que no se olvide» y «Una Transición de risa». Soy actor. Pertenezco a la Unión de Actores y Actrices de Madrid, así como a AISGE (Actores, Intérpretes, Sociedad de Gestión).

LEAVE A REPLY

Escribe un comentario
Escribe aquí tu nombre