El debut en el largometraje del italiano Carlo Sironi entra de lleno en un tema controvertido, el de la maternidad subrogada –los vientres de alquiler- que, como ocurre con todos los asuntos que llevan aparejada una carga moral de profundidad, muchas veces los legisladores no saben cómo resolver.
Esa duda significa que en países de distinta confesión religiosa existe un enorme vacío legal sobre la cuestión, mientras que en otros se acepta plenamente que una mujer pueda concebir y dar a luz al hijo de otra; incluso se han publicitado varios casos de mujeres-madres que han llevado en el vientre durante nueve meses a su nieto. En todo caso, la fórmula está llevando la felicidad a muchas familias formadas por personas del mismo sexo.
La película «Sole» no toma partido y se limita a contar con detalle una hermosa historia de amor adolescente, «una historia de amor arrolladora», que comienza como un caso más de vientre de alquiler, y que ha recibido críticas muy positivas en su recorrido por varios festivales (Venecia, Toronto, Berlín…), ha conseguido el Premio Fipresci a la Mejor película en la sección «Rellumes» del Festival de Gijón, y el nombramiento para competir en los European Discovery Award 2020 de la Academia Europea del Film.
«Sole» habla de las madres, pero también de los padres. Y de todos esos jóvenes que son, o se sienten, huérfanos y no consiguen saber cuál es su lugar en la vida y mucho menos aún cual será el lugar del niño que tiene que nacer. También habla del deseo de maternidad y de la adopción.
Una pareja que no puede tener hijos recurre a la compra ilegal del niño que va a tener Lena (Sandra Drzymalska), una adolescente recién llegada de Polonia a una Italia periférica, donde la instalan en un piso desangelado y la dejan en manos de Ermano (Claudio Segaluscio, Talent Award al Mejor Actor Revelación en la sección Orizzonti del Festival de Venecia), un chaval también muy joven que reconocerá al niño a cambio de algún dinero. Lena y Ermano establecen primero una relación regida únicamente por el interés pero poco a poco empiezan a intimar, para acabar comportándose como auténticos padres.
Drama emotivo en el que nada es blanco ni negro, abundan los grises, los matices, en un clima de ambientes gélidos y sentimientos encontrados. El personaje de Lena es transparente: adolescente desarraigada que lleva un embarazo no deseado en un país –Polonia- que, en una especie de bucle ultracatólico, acaba de volver a prohibir el aborto. El ofrecimiento de una cantidad de dinero a cambio del niño que va a nacer la lleva a trasladarse a otro país y esperar allí pacientemente el momento del parto. Ermano, en cambio, tiene distintas aristas. Hasta el momento en que un pariente le «contrata» para fingirse padre del niño de Lena a efectos del registro y poder darlo en adopción, es un huérfano que pasa el tiempo jugando en las máquinas y acumulando enfrentamientos con la ley.
«Sole» –que puede encontrarse en la cartelera madrileña desde el 6 de noviembre 2020- es una película honesta, que manifiesta sus intenciones desde el comienzo, y que depara pocas sorpresas al espectador. Es una de las muchas maneras en que puede abordarse un tema tan delicado, ni mejor ni peor que cualquier otra.
En todo caso, añadir que su realizador, Carlos Sironi, curtido en el cortometraje, ha optado por una fórmula respetuosa con los personajes, adolescentes en soledad sobrepasados por las circunstancias.