En los primeros días del curso, muchos padres, madres y docentes escuchan sobre diagnósticos de TDAH, trastornos del aprendizaje o ansiedad escolar; y surge una pregunta inquietante:
¿Se está diagnosticando demasiado rápido a los niños y niñas?
¿O el problema es que seguimos sin adaptar la escuela ni comprender cómo es crecer hoy?
¿El diagnóstico es fácil o el entorno es inadecuado?
El TDAH aparece entre el cinco y el siete por ciento de la población infantil según criterios como el DSM-IV, aunque otras clasificaciones arrojan tasas aún más bajas.
Sin embargo, en los últimos años el porcentaje ha incrementado considerablemente. Algunos expertos lo atribuyen a una mejor detección y concienciación, mientras que otros advierten la existencia de posibles sobrediagnósticos.
¿Pueden algunos diagnósticos estar respondiendo más a una falta de ajuste educativo como sillas fijas, clases pasivas, sobreestimulación digital, etc., que a una condición clínica real?
La existencia de casos que podrían resolverse con cambios metodológicos sugiere que, en ocasiones, el problema radica en cómo enseñamos, y no en cómo aprenden los niños.
Los centros educativos siguen funcionando, en gran medida, bajo un modelo que pide al alumnado permanecer sentado, atento y en silencio durante largos periodos de tiempo.
Y en un mundo cargado de estímulos, ¿es realista esperar que todos los chicos y chicas encajen en este esquema?
Muchos docentes se cuestionan si parte de las conductas que hoy se relacionan con el TDAH, podrían deberse más al aburrimiento, a una metodología poco flexible o a la dificultad de adaptarse a un entorno rígido.
Por su parte, profesionales de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres (CEAPA) subrayan la importancia de no recurrir demasiado rápido a medicaciones, y de reforzar primero los cambios metodológicos y el acompañamiento emocional.
Para reflexionar juntos…
Para entender mejor el debate, conviene distinguir entre lo que realmente es un trastorno clínico y otras situaciones que pueden confundirse con él. Este cuadro resume las principales diferencias:
Aspecto | TDAH clínico | Falta de adaptación escolar | Otros factores posibles |
Síntomas principales | Inatención persistente, hiperactividad, impulsividad en diferentes contextos (casa, escuela, ocio) | Inquietud solo en clase, aburrimiento ante tareas repetitivas o poca motivación. | Falta de sueño, uso excesivo de pantallas, problemas emocionales o familiares. |
Duración | Mínimo seis meses de forma constante y significativa. | Cambios según la asignatura, profesor y/o metodología. | Fluctuaciones según el entorno personal y social. |
Con esta tabla se pretende ayudar a reflexionar sobre la variedad de causas que pueden estar detrás de una conducta inquieta o distraída sin tratarse exactamente de un TDAH, según la Asociación Española de Pediatría (AEP).
El TDAH y otros trastornos representan realidades que merecen atención, comprensión y respuesta educativa. Pero también exigen prudencia, mirada crítica y estrategias diversas. Jeremy Hunt defiende que «crecer es algo desordenado y desigual» y, junto a él, cuestiono si etiquetar todo obstaculiza descubrir la resiliencia infantil.