Morirse es caro. Según la Organización de Consumidores y Usuarios, el precio medio de los servicios funerarios básicos ronda los 3700 euros. Esto suponiendo que se dejasen a un lado los lujos y extras, y se optase por un entierro de lo más normal para despedir al ser querido.

Este gasto hace que cada vez sean más las familias que se ven obligadas a recurrir a los préstamos rápidos y fiables si no pueden permitirse el casi lujo de costear un entierro en su totalidad. El problema añadido aparece cuando al morirse un ser querido, asalta la pregunta de ¿tendría un seguro de decesos?

Qué implica el fallecimiento de un familiar

Si el difunto no informó en vida a algún familiar de la existencia de un seguro de decesos, averiguarlo no es tarea sencilla. En la actualidad, no existe un registro de contratos de seguros de cobertura de fallecimiento, así que, para saberlo, no queda otra opción que llamar una por una a las más de cincuenta aseguradoras existentes.

Esto no sucedería si se tuviera acceso a la póliza o a la cuenta bancaria desde la que se pagaban las primas, lo que solo es habitual en parentescos muy allegados. Por esta razón, se pretende que el Ministerio de Justicia añada al registro de seguros que cubren fallecimiento los seguros de decesos.

La muerte de un familiar implica trámites tediosos que empiezan por contratar una funeraria. Esta empresa se encargará de gestionar todo lo relacionado con el sepelio que los más allegados no están en situación de hacer. El proceso empieza con la presentación en el Registro Civil del certificado de defunción.

A esta burocracia de obligado cumplimiento, le siguen aspectos tan desagradables como la elección del féretro, la compra de flores, publicar la esquela en un periódico, llevar el cadáver al tanatorio y la inhumación del cuerpo.

¿Tenía un seguro de decesos?

Un seguro de decesos está planteado para hacerse cargo de todos estos trámites y gastos. Así, la muerte no implicará, además de lo que ya es de por sí, un problema económico para una familia en duelo. El problema aparece cuando no se sabe si el difunto tenía o no un seguro de este tipo o no se encuentran los documentos, pero se sabe que existía.

¿Qué aseguradora era?, ¿dónde guardaba los papeles?, ¿cuál era el usuario del banco online para ver los recibos, ¿y la contraseña?… son algunas de las preguntas más frecuentes que se hacen los familiares en un momento tan desolador como es la muerte de un ser querido.

Si no se tiene la certeza, la siguiente opción consiste en llamar por teléfono a todas las aseguradoras, lo que supone una inversión de tiempo considerable. Además, esto no es garantía alguna de que se consiga averiguarlo, razón por la que desde la OCU consideran necesario habilitar un registro de contratos de decesos.

Con un registro, sería fácil comprobar si existe o no el seguro. Así la familia podrá reclamar a quien corresponda las obligaciones establecidas en el contrato y centrarse en lo que de verdad importa: despedir al ser querido sin tener más quebraderos de cabeza de los que implica.

Unespa (Unión de Entidades Aseguradoras) asegura que un 47 por ciento de la población sí contrata un seguro de este tipo. De hecho, explican que en el año 2021 tenían primas que llegaban a los 2576 millones de euros. Esta cantidad los colocaba, según la Dirección General de Seguros, en cuarta posición por detrás de los seguros de coche, salud y casa.

La Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones tiene un buscador de aseguradoras que puede utilizarse para facilitar la localización de una póliza en caso de no saber dónde estaba (si es que estaba) contratada. Es un proceso lento, pero si se encuentra lo que se buscaba, ya habrá compensado.

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