
No solo existen los fanáticos del fútbol, también existen los fanáticos de la ópera. Y hay quienes viajan a Riga, capital de Letonia, para ver la versión operística de los setenta, de Turandot de Giacomo Puccini, interpretada por el tenor de moda de Europa, Gastón Rivero, y el ícono de la dirección musical Martiņš Ozoliņš.
«Yo he venido a ver casi todas las reposiciones de esta opera en la versión de 1973. La vi con diferentes cantantes. Es un clásico y es una versión histórica que siempre disfruto, porque Puccini es un grande de la ópera», me comenta un espectador alemán conocedor del bel canto, mientras entramos en la bella sala.
Fui invitada en esta ocasión para ver Turandot, ópera en tres actos de Giacomo Puccini, en el Teatro Nacional de Riga, capital de Letonia, en la reposición de 1973, con vestuario y escenografía de la época, bajo la administración comunista, con una concepción histórica y arqueológica, que despierta interés en los amantes del género lírico y que siempre convoca público local e internacional.
Cabe destacar que el teatro es sede de la Opera y del Ballet Nacional y tanto la opera como el ballet y el teatro, están unidos a la historia de Letonia, de su cultura y de su capital: Riga.
Riga está considerada patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, por albergar edificios de diferentes estilos, entre ellos el emblemático teatro donde reside la Ópera y el Ballet Nacional. El edificio fue diseñado en estilo neoclásico por el arquitecto Ludwig Bohnstedt, quien tuviera una importante carrera en Alemania y en el Báltico. El teatro abrió sus puertas en 1863, pero un incendio hizo que fuera reconstruído, y la obra se terminó en 1887.
La Ópera Nacional comenzó su organización poco después de la independencia del país, en 1918. Mas tarde se creó la escuela de Danza y el Ballet Nacional. Opera y Danza son emblema de la identidad cultural de Letonia, de ahí su importancia y tradición.
El teatro ha repuesto Turandot, que fue estrenada por primera vez en la Scala de Milán en 1926. En Riga se estrenó en 1930, luego, en 1973, bajo el comunismo, se realizó una versión, y esa versión fue repuesta en el 2017 y actualmente en la temporada del 2025.
El director Guntis Gailitis, quien repuso Turandot en ocasión pasada, ha dejado un testimonio muy interesante sobre la concepción de la ópera repuesta en la versión del 73, en cuanto a la escenografía y la puesta en escena:
«Los tiempos cambian, y con ellos, las posibilidades y la comprensión del arte. Hay que recordar que la famosa producción de 1973, del director de escena Jānis Zariņš, se hizo en la época soviética, por lo que para él, era una historia sobre la cruel autoridad y la nación reprimida. Hoy veo un nuevo énfasis».
Esa es la maravilla del arte, las múltiples lecturas que pueden aparecer según los tiempos y las sensibilidad cultural generacional.
Es una inteligente filosofía de repertorio, de la dirección artística de la Ópera de Letonia, de reponer la versión del 73, manteniendo vestuario y escenografías originales, como así, la colorida y fluida puesta en escena, uniendo la concepción de la ópera histórica y la perspectiva actual. Además, al ser un obra sobre una leyenda, esta puesta realza la fantasía y la originalidad.
Turandot fue la última obra que escribiera el maestro italiano, y quedó inconclusa. En ella trasciende el drama vivido por su doméstica, acusada por su mujer de tener relaciones con el músico, esta acusación llevó a la joven a suicidarse, y luego se comprobó que era virgen.
A ese drama, se añade el escándalo, el juicio a su esposa por difamación, y el agotamiento de Puccini ante tanto descrédito social.
El papel de la joven esclava Liu, en Turandot, se tiñe del recuerdo de ese triste hecho, y es Liu, la enamorada no correspondida, quien ilumina el alma fría de la princesa china, herida por un hecho de violación.
Por otra parte, Puccini parece volcar en esta ópera póstuma toda su creatividad, afirmando que ante las fuerzas del mal, el amor, finalmente triunfa.
Asimismo, manifiesta en la ópera un fuerte trasfondo social, nos muestra el poder y su despotismo, los gobernantes autoritarios, y el pueblo atemorizado frente a la opresión y el terror.
Violencia, violación, venganza y muerte, poder y abuso son la fuerzas oscuras que se mueven en el reino asiático y en el corazón de la princesa Turandot, hasta que un joven, el príncipe Kalaf, magistralmente interpretado por el tenor Gastón Rivero, cambia el rumbo narrativo, afirmando su pasión en la famosa aria Nessum Dorma, que es un himno al amor.
Los protagonistas, el coro y las danzantes, acompañan la acción con una bella puesta en escena y una apropiada coreografía, mientras que la imponente escenografía fantástica, con efectos luminotécnicos acertados, colabora a crear el ambiente de leyenda y exotismo que la obra requiere.
No olvidemos que la historia pertenece a una leyenda persa, pero que el libreto, aprobado por el músico, la situa en China, un toque de orientalismo propio de fin y comienzo de siglo.
La maldad de la princesa al ejecutar a los pretendientes que no aciertan sus enigmas, toma otro cariz, porque está sustentada por una violación, que cambia la vida femenina. Cabe recordar que esta ópera se prohibió en China por la imagen negativa de la princesa, hasta que finalmente se comprendió el sentido de la fábula y su contexto. No se pueden separar los hechos de su entorno histórico.
Los temas de la violencia, el poder, los celos y el amor son el eje de la obra, que se cierra con un final feliz, el triunfo del sentimiento amoroso.
Puccini no completó la opera, murió dejando el final inconcluso, pero con determinados bosquejos, que fueron orquestados por el músico Franco Alfano.
Creemos que frente a la muerte, Puccini, desea dejar un legado de su estética operística y musical, y también de su experiencia de vida.
Un legado bello, artístico y profundamente humano: La exaltación del amor como gran redención y fuerza vital del hombre.
!Gracias Opera Nacional de Riga por esta histórica y emocionante versión de Turandot!
Cada uno comenta desde su punto de vista y con su manera de pensar y lo veo correcto, desde mi manera de pensar son los dos grandes por su historia. Tanto Domingo como Rivero, dos épocas diferentes. Domingo es una leyenda, pero lo de Rivero es muy meritorio. Saludos desde Argentina
Finalmente un tenor que podrá remplazar a Placido Domingo y toda su troupe. Barenboim debería estar orgulloso de haber ayudado a este artista
Gaston, el único verdadero Tenor de hoy en día Felicitaciones!!!
Gaston Rivero, un orgullo rioplatense