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Riga, capital de Letonia, ciudad patrimonio de la humanidad por la Unesco

Letonia, junto con Lituania y Estonia, forma parte de los llamados países bálticos de remota historia. Desde el avión se ven los bosques y las planicies que comienzan a verdear.

Los letones poblaron esta región manteniendo su lengua, sufrieron diversas invasiones y lograron su independencia en 1918, pero luego estuvieron bajo el yugo comunista durante 45 años.

«Fue muy duro y triste», me dice el taxista, «pero ahora somos parte de la Otan y tenemos libre comercio».

Mientras viajamos al hotel, rememoro mis días en Rusia, reconozco cierta influencia, los monoblocks grises, cierta inercia soviética.

Todo cambia cuando llegamos y decidimos caminar por el casco histórico, las calles empedradas, las casas de la época medieval, del siglo dieciocho, del art nouveau, los estilos arquitectónicos revelan los siglos y la historia de Riga, considerada por ese extraordinario conjunto edilicio, Patrimonio de la Humanidad, por la Unesco.

Riga fue fundada en 1201 por los alemanes de la liga Hanseática y fue la ciudad mas activa del mar Báltico.

Ciudad de navegantes, marineros y mercaderes, fue camino de paso para los vikingos hacia Grecia, porque estaba fundada sobre la orilla del rio Duagava y tiene salida al Mar Báltico.

Los estudiantes que pasean por estas calles son muchachos altos, niñas de pelos largos y rubios, se ríen, parecen felices. Uno de ellos me dice:

-«Yo soy de Letonia, no lituano, ni ruso, soy letón».

Aunque en la época del comunismo la mitad de la población letona fue deportada y la rusificación fue muy fuerte, ahora hay una política lingüística de integración nacional a través de la lengua oficial: el letón.

-¿Qué es ser letón? – le pregunto.

«Es ser nosotros, con una lengua y una nación».

Identidad que les llega de su lenguaje oral, de su idioma de origen indoeuropeo, de sus danzas, de las dainas y leyendas antiguas, sus casas de madera, sus bosques y su Mar Báltico.

Durante el neolítico se establecieron asentamiento de cazadores y agricultores. Hay cerca de veinticinco centros arqueológicos en el Lago Lubans. No hay que olvidar que los letones fueron los comerciantes del ámbar, y fueron conocidos en Europa por la Ruta del Ambar, el ámbar era más valioso que el oro.

En nuestro paseo, nos sorprende una bella casa, «La casa de cabezas negras», construcción del siglo catorce, y lugar de reunión de mercaderes solteros, llamados Hermandad de los Cabezas Negras.

«Cabezas Negras» porque el patrón de esta logia era San Mauricio, un comandante negro de la legión romana que fue martirizado por negarse a matar cristianos.

La joven guía me informa: «Aunque la casa fue bombardeada en 1941 y destrozada por los soviéticos, se reconstruyó y se hicieron excavaciones arqueológicas. Riga siente orgullo de este edificio histórico y hoy alberga recepciones con presidentes y eventos importantes».

En la plaza se observa una escultura de un enorme gato. Es en homenaje a Flow, el filme que ganara numerosos premios internacionales y el Globo de Oro a la mejor película de animación 2025. El premio se encuentra en el Museo Nacional de Arte de Letonia. Por ello, se celebró un gran evento y se colocó este enorme gato en la plaza como homenaje a la creatividad y al trabajo artístico letón.

En nuestro recorrido, visitamos San Pedro, iglesia cristiano luterana que data de 1209, con un bello campanario y torre, desde donde se aprecia una panorámica de la ciudad. Su órgano fue famoso por ser ejecutado por el último discípulo de Johann Sebastian Bach.

Pasamos frente al edificio neoclásico de la Ópera y el Ballet de Letonia, rodeado de un bello parque y apreciamos el monumento a la Libertad, símbolo de la independencia de Letonia.

Recuperamos fuerzas en un simpático restaurante de comida típica probando los deliciosos pescados: el arenque aderezado y los famosos letones, huevas del pescado. Saboreamos la sopa Auksta Zupa o bosch, sopa de remolacha fria con yogurt y abundante perejil, y la sopa de col Hapukapa, acompañada de pan y pasas de uvas.

Los productos lácteos son la especialidad del país, diversas leches, yogurt, cremas y el queso janu, de particular sabor.

Al día siguiente visitamos el Castillo. Fue maravilloso recorrer esta estructura histórica, que acaba de ser restaurada y abierta al público, No había casi gente, así que pasear por las veintiséis salas y los diez cuartos fue una aventura hacia el pasado.

Fue en 1201 cuando la ciudad fue fundada, cien años más tarde, la Orden Livonia y la Orden Teutona hacen de este castillo su cuartel.

Desde 1922, una ala del castillo es la residencia del Presidente de Latvia. El Castillo es, sin duda, emblema de este país báltico.

Como era Domingo de Pascua, visitamos la iglesia Maria Magdalena, donde una de las monjitas me comentó que estuvo el papa, hay un cuadro con fotos y dedicatoria.

Caminando entre calles cruzadas llegamos a la casa de los Tres hermanos, un conjunto arquitectónico muy popular. Había músicos callejeros animando el lugar.

Continuamos a la Catedral, combinación de varios estilos arquitectónicos, con un impresionante órgano de 1884, ejecutado por músicos que deleitan en festejos musicales, que abundan en verano.

Visitamos el Museo de Historia de Riga y de Navegación. Un antiguo edificio que era parte de la catedral y que aloja la historia de la ciudad y sus habitantes.

«Fue fundado en 1773 -me explica la guia- Tiene dieciséis salas con objetos, mobiliario y vestuarios, que narran la historia de Riga. Es interesante la sala de navegación, importante documento de la vida marítima de este país».

Nuestro último día lo dedicamos al Museo Nacional de Arte, ubicado en un bello parque, construido en 1905 para mostrar la gran colección de arte de Latvia, de la región báltica y de Rusia.

A pocas cuadras esta el increíble vecindario de Jugendstil o Art Nouveau, conjunto de edificios con impresionantes decoraciones. Cabe destacar que Riga es una de las ciudades que mayor cantidad de inmuebles artnouveau contiene.

En uno de los edificios, se encuentra el Museo de Art Nouveau, un departamento de una familia que mantuvo la decoración de la casa con mobiliario, vajilla, ropa de la época, dando la sensación de una vivienda habitada, que nos transporta a 1920. Una de las guías me comenta que su marido, arquitecto, trabajó en la reconstrucción urbana y que hay una fuerte protección para este estilo arquitectónico.

Nos ofrecen una excursión a Jumala, una zona balnearia junto al Mar Báltico y otro paseo al Quartier Kalanciema, con casas típicas de madera, reconocido por Unesco como heritage cultural. Será la próxima vez.

Cruzando el río se divisa la imponente Biblioteca, construcción moderna de original estructura, centro cultural importante de la ciudad moderna.

Hace frío. En la cafetería, Liona me da chocolate caliente y me comenta que los hombre beben mucho. Letonia y Rusia tienen uno de los mas altos índices de alcoholismo de la región, por eso ella estudia psicología y enfermedades mentales.

Me comenta que en verano, cada vez hay mas turismo y llegan bastantes españoles, eso ayuda a la economía que no repunta, no hay todavía concepto de la empresa privada, ni de la importancia del turismo como industria.

Es una experiencia conocer esta región del Báltico, saber de sus orígenes y leyendas, de sus bravas luchas por la independencia. Es un pueblo donde hay rostros dolientes de la época soviética, y donde hay rostros jóvenes y sorprendidos ante el futuro.

Llamemos al poeta letón Leons Briedis, que sabe de leyendas letonas y de «dainas» que son versos ancestrales.

Leamos juntos un cuento de hadas de Kārlis Skalbe, porque evocando a las hadas, se aparecen en los bosques de Letonia para cantarnos alguna «daina»:

«Desde hace largo tiempo honramos a Riga,
por fin la he visto, alrededor de las colinas de arenas,
Riga, incluso reflejada en el agua.»

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