El castigo de la inflación a la mayoría de la población española ha puesto en primer plano la exigencia de que «paguen más los que más tienen». Pero el debate se desvía hacia mantener el impuesto de patrimonio, aumentar las ayudas sociales, incrementar en dos o tres puntos algunas tasas a los más ricos, o imponer impuestos limitados y temporales a la banca y al oligopolio eléctrico.
No se ponen sobre la mesa las medidas que ya se han aplicado -como un tipo del 70 por ciento en el impuesto de la renta a las grandes fortunas, y que grandes empresas entreguen a la hacienda pública la mitad de sus beneficios- en países capitalistas como Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido y Japón. ¿Por qué no se pueden aplicar hoy en España?
Si bancos y oligopolios concentran más de la mitad de todas las ganancias empresariales, al menos que paguen el 50 por ciento de sus fabulosos beneficios en impuestos. Si un pequeño puñado de privilegiados, oligarcas y banqueros acapara la riqueza, que pague un IRPF del 70 por ciento. Nos dicen que todo esto es «radical, confiscatorio y comunista». Es mentira. Es posible porque ya se ha hecho, no hace tanto, en grandes países capitalistas.
Y los más ricos pagaron hasta el 90 por ciento
En Estados Unidos Roosevelt subió en 1934 el impuesto que pagaban los más ricos 50 puntos de golpe, hasta situarlo en el 79 por ciento. Y continuó subiendo. En 1942 estaba en el 86 por ciento. En 1952 se situó en el 92 por ciento. Y hasta 1980 estuvo siempre, durante más de cuarenta años, por encima del 70 por ciento. Es un hecho. Sucedió, no hace mucho. Incluso en el corazón del capitalismo mundial.
También en Europa. En 1980 cinco países de la OCDE tenían tipos máximos del impuesto de la renta -el que pagan las grandes fortunas- superiores al 70 por ciento. Suecia un 75 por ciento, Dinamarca un 73 por ciento, Bélgica y Holanda un 72 por ciento y Japón un 70 por ciento. Otros cinco países europeos tenían tipos máximos muy cercanos al 70 por ciento. De hecho, el tipo fiscal medio que pagaban los más ricos en la entonces Comunidad Económica Europea estaba en el 65 por ciento. En esos momentos en España el tipo máximo del IRPF estaba en el 65,5 por ciento. Hoy se ha rebajado al 47 por ciento. ¡Casi veinte puntos menos!
Y más países y periodos históricos
Hace solo diez años, en 2012, en Francia se impuso un tipo fiscal del 75 por ciento para las rentas superiores al millón de euros. En el país vecino, los más ricos pagaron desde 1946 a 1982 un tipo que estuvo siempre en torno al 70 por ciento. En Alemania y Japón -para financiar la reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial- se impuso a las grandes fortunas un tipo del 80 por ciento en el impuesto de la renta. En Reino Unido los más ricos pagaban en las décadas de los cincuenta y sesenta un 90 por ciento de sus rentas en impuestos. Y en 1974 el 75 por ciento.
Ahora mienten
Los bancos ganaron el año pasado 20.000 millones de euros y las energéticas más de 10.000 millones. ¿Cuánto pagaron en impuestos por estas fabulosas ganancias? Según los datos de 2019, el tipo efectivo, lo que realmente pagaron los oligopolios empresariales, se situó en un 4,87 por ciento de sus ganancias y en el caso de los bancos en un 2,09 por ciento.
Y cuando se propone que las grandes fortunas paguen un IRPF del 70 por ciento y los bancos, oligopolios y capital extranjero un impuesto de sociedades del 50 por ciento, se dice que es imposible. Pero como hemos comprobado, esas medidas, incluso algunas más duras, se han aplicado ya en muchos países capitalistas. Y no solo no se ha «hundido la economía», sino que han permitido salir de crisis como la de 1929 o impulsar largos periodos de crecimiento.
Sí se puede. Sí se ha hecho
Nos han «vendido» que bajar impuestos a los ricos es el único camino posible en sociedades de capitalismo desarrollado como la española. Es mentira. En 1980, en hasta ocho países europeos el tipo aplicado en el impuesto de sociedades -el que pagan las empresas por sus beneficios- estaba o en el 50 por ciento o incluso por encima. En Alemania era del 56 por ciento, en Reino Unido del 52 por ciento, en Suecia en el 58 por ciento, y en Francia en el 50 por ciento.
No eran casos aislados. La media del tipo aplicado en el impuesto de sociedades en la entonces Comunidad Económica Europea, hoy Unión Europea, estaba en el 46 por ciento. Y tampoco fue un momento fugaz. Esta situación se mantuvo durante varias décadas. En Francia el tipo fiscal que pagaban bancos y grandes empresas por sus beneficios estuvo en el 50 por ciento desde 1958 hasta 1985.
Beneficios extraordinarios, pobreza extraordinaria
En medio de esta aguda crisis Iberdrola ha aumentado sus beneficios en el primer semestre de 2022 un 36 por ciento, el Banco de Santander un 33 por ciento y Repsol los ha duplicado. Son los «beneficios extraordinarios» con los que banca y oligopolios se aprovechan de una difícil situación para ganar mucho más que antes, y para empobrecernos mucho más que antes.
Reuven Avi-Yonah, director del Programa Internacional de Impuestos de la Universidad de Michigan, mantiene que en esta situación «es hora de revivir el impuesto a las ganancias extraordinarias. Es inadmisible que algunas corporaciones se beneficien». Utiliza la palabra «revivir» porque un impuesto como éste ya se ha aplicado. Durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial lo aprobaron EEUU, Reino Unido, Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Sudáfrica y Francia. Esos «beneficios extraordinarios» se gravaron con una elevadísima carga fiscal.
Es necesaria la unidad para que paguen los que más tienen
¿Por qué no hacer actos unitarios por toda la geografía española con una pancarta unitaria que diga: «Es necesaria la unidad para que paguen los que más tienen» con todas las siglas -muy visibles- de todas las organizaciones que participen? Actos que no entren en contradicción con las distintas movilizaciones convocadas este mes de octubre, pero que signifiquen una acción unitaria práctica que vale más que mil palabras.
Todas las organizaciones pueden expresar que ya la llevan ellos adelante. Es cierto, pero lo totalmente novedoso y absolutamente necesario es que se haga un acto fundamentalmente unitario -independientemente de las siglas presentes y ausentes- donde nos concentramos todos para defender lo que todos defendemos, pero por separado.
Recortes Cero lo propone. Yo lo apoyo.