El director y guionista francés Robert Guédiguian («Ultimo verano», «El dinero da la felicidad» «La casa junto al mar», «El cumpleaños de Ariane») en la comedia coral «Que la fiesta continúe[1]» («Et la fête continue!»), ha dado forma a un bonito cuento que rezuma amor por todos sus poros ambientado en Marsella, metrópoli profundamente cinematográfica que además es la patria chica del realizador.
La película está protagonizada por Ariane Ascaride («Divertimento», «Prohibido», «La villa», Copa Volpi a la Mejor Actriz en el Festival de Venecia), Jean-Pierre Darrousin («Largo domingo de noviazgo», «Gloria mundi», «El teorema de Margarita»), Lola Naymark (El señor Ibrahim y las flores del Corán») y Robinson Stévenin («Las nieves del Kilimanjaro»)
«Que la fiesta continué» cuenta la historia de Rosa, una mujer de sesenta años, vitalista y militante de causas justas, que ha consagrado toda su vida a la familia y la política, con idéntico interés y dedicación.
En vísperas de una fecha electoral, ha llegado el momento de que Rosa intente, por enésima vez, lograr que se una toda la izquierda del barrio. A punto de conseguir el objetivo, el azar decide intervenir y Rosa se enamora de Henri, un buen tipo que además es el padre de la novia de su hijo. Por primera vez en su vida, Rosa enfrenta el presente con miedo a comprometer un futuro cuando menos incierto, ante la acuciante presión de su familia.
«Que la fiesta continúe», película que hace el número dieciocho en la extensa carrera del realizador marsellés, quien la dedica a los habitantes de su barrio, plantea un repertorio de cuestiones sociales –vivienda, sanidad, educación, migrantes y exiliados, entre otros- especialmente delicados y tantas veces ignorados por los responsables políticos, situándolos en la que es quizá la ciudad más conflictiva del país, la urbe que el resto de franceses considera cuna de delincuencia por excelencia y plataforma desde la que distintas drogas –blandas y duras- inician su periplo europeo.
«Que la fiesta continúe» es una película optimista en la que todas las historias terminan bien, pese a que se inicia con un acontecimiento dramático que los vecinos recuerdan como «la tragedia de la rue d’Aubagne»: aquel 5 de noviembre de 2018 cuando se vinieron abajo los insalubres inmuebles números 63 y 65 de un popular barrio del centro de Marsella –uno de los edificios era propiedad municipal-, causando la muerte de ocho personas y terminando con la carrera política del alcalde Jean-Claude Gaudin, quien llevaba encadenados cuatro mandatos.
Es también un relato de compromiso, sobre la familia, las familias «abiertas» que se van ampliando con los amigos, los amigos de los amigos, los novios y las novias de las hijas y los hijos, los vecinos que prestan la sal y piden el favor de una silla, los habitantes del barrio con los que cruzamos saludos tempraneros, y además toda esa izquierda que se «refunda» después de cada contienda electoral para después ir dejando caer el ideal de unión que, en palabras que el realizador toma prestadas del filósofo italiano Antoio Gramsci para responder a una entrevista, «necesitamos aliar el pesimismo de la inteligencia con el optimismo de la voluntad».
Y, finalmente, la película –sensible y melancólica- habla de amor, del amor a todas las edades y en todas las circunstancias. Rosa y Henri bailan y se enamoran: «No sucede muy frecuentemente, pero sucede»
«Esta película –explica el veterano realizador de setenta años- no es una constatación de todo lo que hoy no funciona. Es una película que se aventura a hacer algunas propuestas para que las cosas vayan mejor».
Inspirado en la carrera política de Michèle Rubirola, elegida alcaldesa de Marsella en 2020, quien dimitió cuando solo llevaba cinco meses en el cargo, el realizador Guediguian asegura que «comparte» todo lo que se plantea en el largometraje: «…grosso modo la idea era: la catástrofe es inminente, y la fiesta continúa. Todo va mal y la fiesta continúa! La fiesta continúa con el signo de admiración que lleva el título original en francés porque hay lugares en los que la fiesta continúa, y lugares donde no continúa. Y también porque somos nosotros, los autores, quienes decimos que debe continuar».
Y porque en realidad la fiesta es la lucha, el combate, la vida (…) «la fiesta molesta a la dictadura porque es libertad, inversión de los valores y, por tanto, peligrosa para el poder!»
No quiero terminar este comentario sin mencionar la maravillosa canción «Emmene-moi» – «llévame…llévame al país de las maravillas…»- , compuesta y cantada por Charles Aznavour en 1968 (el año de todos los posibles) para el álbum «Entre dos sueños», que sirve de fondo a varios momentos impregnando toda la película de un dulce aroma a Armenia.
- «Que la fiesta continúe», se podrá ver en los cines de Madrid a partir del jueves 25 de julio de 2024.