El día 3 de diciembre de 2020 será una fecha a tener en cuenta tanto en el campo económico como social durante los próximos años, y ello porque ese día el Congreso de los Diputados aprobaba los Presupuestos Generales del Estado para el próximo año 2021 con 187 votos a favor procedentes de once organizaciones políticas que representan al 54 por ciento de la población española.
Junto a ello hubo 153 votos en contra, así como ninguna abstención. Votaron a favor la izquierda en general, el independentismo y otros pequeños partidos políticos. En contra, el Partido Popular, Vox, Ciudadanos y también otras pequeñas formaciones. Hay que decir que desde el año 2015 no se había conseguido en el Congreso un resultado semejante.
Una fecha a recordar, como decimos, por varios motivos: en primer lugar, porque dejan de tener vigencia unos presupuestos que estaban prorrogados desde el año 2018, desde los tiempos del entonces ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, a los que denominaban como «presupuestos duracell» por lo que duraban. Como era de esperar, hubo el correspondiente rifirrafe a la hora de las intervenciones, e incluso dentro de las derechas.
Otro motivo favorable a tener en cuenta es que con estos PGE 2021 se podrá hacer frente a una serie de capítulos que incidirán directamente en la ciudadanía, como van a ser la administración de las ayudas de fondos procedentes de la Unión Europea ante la delicada situación económica que sufren los países miembros, Italia y España principalmente.
Algunas formaciones políticas buscan el frentismo a la hora de analizar estos presupuestos, como lo hace en cualquier otro tema que se tercie. Pero en realidad los Presupuestos no son ni para un partido ni para otro, ni para el gobierno en cuestión ni como bastión de la oposición, sino que vienen a ser la hucha, la partida dineraria con la que el país, y por lo tanto la ciudadanía en general, tiene que hacer frente al día a día, máxime en una circunstancia como la actual, en la que todos nos jugamos tanto, abocados como estamos a una pandemia sin fin y a un paro galopante al que pueden ir a parar –están yendo ya- cientos de miles de personas sin un mañana laboral.
De ahí lo acertado de la senda que marcan estos Presupuestos Generales del Estado para hacer frente a los retos que nos esperan de aquí a unos días, a cual más delicado. Hágase con la mesura que la cosa requiere, y el presidente Pedro Sánchez tiene el deber, al tiempo que la obligación, de poner rumbo a las posibles soluciones. Lo demás es venirse a andanas, juegos florales, cantos de sirena.
Entre los capítulos a destacar hay que decir que va a ser el mayor gasto social de nuestra historia, ya que las cuentas prevén un gasto de 239 765 millones de euros. Por su parte, los pensionistas, que se acercan a los diez millones de personas, van a seguir manteniendo el poder adquisitivo, con una subida prevista del 0,9 por ciento para las pensiones contributivas y del 1,8 por ciento para las no contributivas. Cerca de un millón de personas tendrán garantizado el próximo año el llamado Ingreso Mínimo Vital, al que se destina una partida de 3016 millones. El gasto sanitario será otro de los capítulos de suma importancia, llegando a los 7330 millones, de los cuales mil millones irán dedicados a la compra de vacunas para hacer frente a la COVID-19.
Hay otros capítulos en estos Presupuestos a los que también habrá que prestarles atención, como son la subida fiscal para las rentas más altas, que empezarán a contar a partir de los 200 mil euros. O el mantenimiento de la bonificación fiscal al diesel, así como los 39 mil millones que van a ir dedicados a inversiones, doblando los de este año. Por lo que al endeudamiento se refiere, el Gobierno prevé endeudarse en 125 mil millones; es decir, un 7,7 por ciento de déficit.
Son los Presupuestos Generales del Estado para 2021. Enfocados hacia una senda moderada destinada a gobernar un país prestando atención a las clases más necesitadas. En cuestión de días iniciarán el camino.