El Auditorio Baluarte estuvo en la noche del 30 de agosto más vivo que nunca, porque el espectáculo de Flamenco on Fire no estuvo solo en su grandioso escenario, también el público de Pamplona formó parte de él, gracias a las artes de comunicación y seducción de Antonio Álvarez Vélez Pitingo.
Nunca un título ha representado tan exactamente a un personaje. Pitingo es fronterizo de nacimiento, ya que el feliz acontecimiento tuvo lugar en Ayamonte, en la mismísima raya hispano portuguesa, raya que físicamente existe en este caso: El río Guadiana. El colmo es ser hijo de gitana y guardia civil, ¿puede darse mayor mestizaje? A García Lorca le hubiera encantado ser padrino de esa boda.
El mestizaje musical es su característica artística desde hace mucho tiempo. Siempre partiendo del flamenco de raíz que le viene de nacimiento, a las músicas étnicas afroamericanas, soul, blues, a los sones cubanos, boleros, iconos que no estaban por primera vez en un espectáculo suyo, como el Killing me softly e Imagine precedida de una soleá.
Pitingo se trajo para el espectáculo toda una Big Band con quince músicos. Un coro flamenco, un coro de soul & blues, guitarra flamenca, guitarra acústica, bajo eléctrico, teclado, trompeta, chelo, batería, tres palmeros coristas, cuatro de coro góspel y la bailaora Olga Llorente, premio Desplante 2019 en Las Minas de La Unión, más la voz de su hijo de ocho años entre bambalinas.
No es difícil imaginar para quienes no estuvieron allí y lean esto, que la noche fue una super fiesta, amenizada además por la conocida cercanía de Pitingo con el público, salpicado de monólogos dirigidos al respetable, a veces humorísticos, aunque anoche no faltó la dedicatoria a los sanitarios y víctimas de la COVID-19, y como consecuencia de ello la precariedad, para algunos cese de actividad, en que se encuentran los artistas flamencos y no flamencos.
Canciones super conocidas como Cucurrucucú Paloma, el bolero Me siento solo, una serie de fandangos de Huelva en homenaje a la tierra, el Tápame, tápame, tápame que tengo frío. No faltó el homenaje a Sabicas y a Mario Escudero, ni el recuerdo al maestro Omar Alfanno con su A puro dolor.
En ese punto hizo acto de presencia Olga Llorente bailando una versión de solea del mantón, aquí Soleá de John Lennon, dedicada al guitarrista Mario Escudero. Ahí es donde Pitingo inicíó Imagine silbando su música y después cantarla en su buen inglés. Es un hombre orquesta, maestro de ceremonias, comunicador de mérito, diseña sus espectáculos para seducir con ellos en cualquier cultura y punto geográfico de este querido globo que habitamos.
Intervalo con protagonismo de la banda al completo en la interpretación de Oye como va de Santana. Siguió contando la anécdota de Omar Alfanno cuando con su acento panameño le espetó, ¡Oye, chico! ¿A tí por qué c… te llaman Pitingo? ¡ Tú cántame una soleá y una seguiriya!
Dúos de cante y toque, solos de guitarra flamenca, de percusión, ¡geniales! Actuación protagonista de los cuatro del coro góspel, música cubana… Y para el final dejaron una canción que adora medio mundo: Guantanamera.
Se pasaron un pelín con las interactuaciones del final con el público y la demasiado larga despedida de artistas. Pero así es el estilo Pitingo. Necesita el baño de masas para respirar.
Ficha artística:
- Jesús Núñez, guitarra flamenca.
- Daniel Fernández Tuti, guitarra acústica.
- Jorge Iván, bajo.
- Fran Santiuste, trompeta.
- Alexis Hernández, teclado.
- David Drums, batería.
- José Manuel Muñoz Cheto, percusión.
- Mariano Heredia, Iván Carpio y Dani Bermúdez, palmeros coristas.
- Dani Reus, Deborah Ayo, At One y Marisa Tolentino, coro góspel
Veinte Veinte
Como ayer fue un día marcado por la diversidad de géneros y su exploración a partir de raíces flamencas, a las ocho de la tarde hubo otro concierto de tronío en el Teatro Gayarre, protagonizado por el cuarteto compuesto por Josemi Carmona a la guitarra, Javier Colina al contrabajo, Antonio Serrano maestro internacional de la armónica y Borja Barrueta, maestro de batería en su espectáculo Veinte Veinte, que quiere decir 2020, ¡este año! Y mira por dónde, inspirador y determinante tanto en su encuentro cómo en el resultado.
Entre los cuatro, han construido un nuevo lenguaje que los convierte en referencia musical para las nuevas generaciones. Han sabido unir su versatilidad y su experiencia en viajes musicales en un repertorio que va desde los clásicos hasta la actualidad, diferentes lenguajes que han puesto en común en un diálogo musical único, donde se reencuentran la libertad, la intuición y emoción con las que los cuatro artistas viven la música.
Un concierto del que disfruté los primeros cuarenta y cinco minutos que fueron una experiencia sensacional. Después, porque los horarios se solapaban, hubo que ir caminando hasta el Baluarte, bajo un chirimiri frío, increíble a finales de agosto.
Como sería, que el espectáculo al aire libre de la Macanita en la Ciudadela se suspendió por fuerza climatológica mayor.
En otra crónica reseñaremos el concierto de armónica solista de Antonio Serrano el 30 de agosto. Serán Los conciertos del Civivox Condestable. ¡No se lo pierdan!