Pitingo no podía faltar en esta Suma dedicada a Enrique Morente para recordarle en el décimo aniversario de cruzar el umbral. Morente era su amigo, su padrino en el arte. Él sí ha cruzado umbrales oceánicos, porque sus espectáculos, desde hace años son incluso flamencos a ratos. Pero también está muy presente la cultura negra norteamericana, la música cubana y mexicana, los Beatles…
Adorado por todos los públicos, con salas en pie siempre. No tanto por algunos círculos nacionales. ¿Y qué? A él hace muchos años, su mentor Enrique Morente le quitó todos los miedos y límites cuando al quejarse de que no era bien comprendido le dijo: «Lo que debería preocuparte es que te alabaran todos. A mí llevan tratando de destruirme treinta años y ya me ves». Aprendió tan bien la lección del maestro que ahora dice: «a críticas sesgadas más y mejor trabajo».
Se presentó el 3 de diciembre 2020 en la Sala Verde de los Teatros del Canal con su estreno absoluto Enrikecido. A su entrada en escena fue recibido con aplauso cerrado. Y es que además de ser maestro en las artes del espectáculo, lo es también en las de «meterse al público en el bolsillo» desde el primer minuto, porque es un experto de la comunicación. Es un auténtico showman.
Se presentó con su elenco, Jesús Núñez a la guitarra flamenca, con el que interpretó algunos dúos memorables. Daniel Fernández a la guitarra acústica. Fernando Favier a cargo de una increíble batería. Noemi Humanes y e Iván Carpio excelentes palmas y coros flamencos y no tan flamencos, es lo que tocaba. Y los geniales y habituales del artista, Dani Reus, un imprescindible y Debora Ayo, madrileña hija de maliense y nigeriana, para los coros de gospel.
El concierto
El concierto empieza por Camarón de la Isla: Las doce acaban de dar/En el reloj de la Audiencia,/Pendiente de mi sentencia,/Dios mio, que pasará./.Y porque he nacio gitano/No crean que soy malo,/Que habemos malos y buenos,/Y tambien somos cristianos.
Y de ahí, sin transición pasa a Why does my heart feel so bad/Why does my soul feel so bad, composición original de Moby, Richard Melville Hall, sí, sobrino bisnieto del autor de «Moby Dick». Cambian los coros, también sin transición.
Pues de ahí se fue nada menos que al Rocío por sevillanas: Que no se pierdan los cantes/de mi tierra soberana/ Ni las costumbres, ni los coches de caballos, ni las mulas alazanas./Ni el compás de los palillos, ni el baile por sevillanas. ¡Eso! con guitarra y rítmica de nudillos sobre mesa, como en un patio de vecinos. Y entre tercio y tercio silbos a ritmo de soul. Pitingo es muy capaz de integrar músicas étnicas que guardan una cierta afinidad.
A su estilo y usanza llega el discurso sobre las consecuencias del Covid: Los artistas sin trabajo, las salas y tablaos cerrados, las víctimas que se fueron y las que se quedaron.
¡Fandangos! Que Pitingo es de Ayamonte, que de ahí procede su frontería y mestizaje. Letras populares, creo que alguna de Paco Toronjo, pero no estoy segura del todo. Y una vez más, apenas eso acaba, o quizá sin acabar, enlaza con una versión de Yesterday, que cantan Dani y Deborah, en inglés y en español, más la sabia percusión de Fernando Favier. Sensacional, quizá porque tocan muchas fibras emocionales que retrotraen a vivir otros momentos que nadie puede olvidar.
Momento Morente. Un emocionado Pitingo habla del momento en que conoció a Enrique, en un local de Malasaña, y cómo desde ahí fraguaron una amistad que duró mientras duró la vida de Enrique. El maestro fue el padrino de su primer disco Pitingo con Habichuelas, editado en 2006.Y sí, contó con varios miembros de la familia Habichuela, grandes amigos de la familia Morente.
Silencio. En escena Pitingo y Jesús Núñez. Una vez más él canta Cucurrucucú Paloma, en un tono intimista, casi susurrado, acariciado por la guitarra de Jesús. Suena delicioso, suena a toda una vida de recuerdos. La canta a menudo en sus conciertos, desde que Sam Moore le regaló su canción Soulman. No hace falta adivinar con qué se funde la paloma: con Soulman, naturalmente, magistralmente cantada por Pitingo. Toda la banda se activa para esta versión del mejor gospel Soul man feat, con la que Sam Moore pasó de ser espectador a ser su admirador en una noche de vino y rosas. Y de ahí a colaborador.
Y por fin llega la Estrella del maestro Morente (1977) con letra de Miguel Hernández: Si yo encontrara la estrella que me guiara la metería muy dentro de mi pecho y la venerara…/Como relámpago que fuiste, en mi sentimiento entraste, dejaste encendido el fuego y entre llamas me dejaste… Estrella te necesito para vivir en este mundo de confusiones…
Esto es un antes y un después.
No podía faltar en este concierto la canción que pone en pie a las masas. Killig me softly: Strumming my pain with his finger/ singing my life with his words/ Killing me softly with his song (2)/ Telling my whole life with his words/ Killing me softly with his song …
La Sala Verde en pie, coreando la canción. ¡Parece que todos cantan en inglés!
Pitingo cuenta la historia de cómo llegaron las joyas de la cultura negra norteamericana a su repertorio. No es la primera vez que lo hace. Luego se adelanta Deborah Ayo para hacer un solo que sienta a todos. Y luego Dani Reus. Y luego todos.
Quién hubiera osado predecir que el niño de unos pobres pescadores de Ayamonte llegaría a ser la estrella internacional en que se ha convertido por obra y gracia de voz, talento a raudales, trabajo duro, determinación, creer en sí mismo, comprensión de que gospel y flamenco tienen su origen en «fatiguitas» de trabajo esclavo en la otra orilla atlántica y semiesclavo por estas tierras. Por eso no fusionan, dialogan entre ellas.
Aún quedaba un fin de fiesta por bulerías, para dejar claro donde están los orígenes. Aquí se lucen Noemi Humanes y e Iván Carpio como cantaores de adelante.
¿Críticas? Yo me río con Pitingo, estrella mundial de flamenco y múltiples lenguajes. Por mérito y derecho propios.