Perú rompe sus relaciones diplomáticas con México tras otorgar asilo a Betssy Chávez

El Gobierno de la República del Perú anunció el 3 de noviembre de 2025 que había decidido romper sus relaciones diplomáticas con México, en respuesta a la concesión de asilo en la embajada mexicana de Lima a la ex primera ministra Betssy Chávez.

Esta decisión, que según el canciller peruano fue motivada por «un acto inamistoso» y por reiteradas «injerencias en asuntos internos», marca uno de los momentos más graves de tensión entre ambos países en décadas.

El detonante inmediato de la ruptura ha sido la concesión de asilo por parte del Gobierno mexicano a la señora Betssy Chávez, ex primera ministra durante el mandato de Pedro Castillo. Perú ha señalado que «la ex primera ministra… está siendo asilada en la residencia de la embajada» mexicana en Lima y que ello constituye un «acto inamistoso».

Por su parte, México, a través de su Secretaría de Relaciones Exteriores, defendió la medida al afirmar que el otorgamiento del asilo se produjo «en estricto apego al derecho internacional, conforme a lo establecido en la Convención sobre Asilo Diplomático de Caracas (1954)».

Tensiones recurrentes previas: soberanía, ideología y cooperación

El conflicto no surgió de la nada. Las relaciones entre Perú y México habían venido deteriorándose desde 2022, cuando Castillo intentó disolver el Congreso y luego fue detenido. México manifestó su oposición al nuevo gobierno peruano y brindó asilo a miembros de la familia de Castillo.

Asimismo, Lima acusó al gobierno mexicano de injerencia reiterada y de adoptar una postura ideológica que atentaba contra su soberanía.

El canciller peruano, Hugo de Zela, anunció que Perú conoció con «sorpresa y profundo pesar» la concesión del asilo y que se procedía a la ruptura de relaciones diplomáticas.

El presidente interino peruano, José Jerí, informó en su perfil de la red social X que la encargada de la embajada de México en Perú, la señora Karla Ornelas, fue informada de que tenía «un plazo perentorio» para abandonar el país.

Reacciones de México y del ámbito internacional

El Gobierno mexicano calificó la ruptura de «excesiva y desproporcionada». En su comunicado, puntualizó que «el otorgamiento de asilo no puede ser considerado un acto inamistoso por ningún otro Estado».

Organismos de derechos humanos y cooperación internacional —como Amnistía Internacional o la Corte Interamericana de Derechos Humanos— suelen alertar que la concesión de asilo es un mecanismo reconocido del derecho internacional y que los Estados deben procurar canales diplomáticos para solucionar discrepancias.

En la región, la decisión de Lima también abre interrogantes sobre el funcionamiento de la Alianza del Pacífico, aprovechada por ambos países en otros momentos como espacio de integración económica y diplomática.

Ambos países cuentan con una historia de intercambio comercial y acuerdos de libre comercio, como recuerdan los analistas. La ruptura podría afectar la colaboración en inversiones, comercio y proyectos de cooperación mutua.

Si bien el gobierno peruano aclaró que no se rompieron las relaciones consulares, sí se marcaron pasos diplomáticos significativos que podrían tener impacto sobre visados, negocios y viajes.

El deterioro de este vínculo entre México y Perú podría restar fuerza a la Alianza del Pacífico, ya que ambos países formaban parte de ese bloque que apuntaba a fortalecer la cooperación económica en la región del Pacífico latinoamericano.

Para organizaciones sociales, sindicatos, partidos políticos y empresas interesadas en América Latina, este episodio invita a revisar alianzas diplomáticas, cadenas de valor y apoyo mutuo en derechos humanos y comercio.

¿Un conflicto recuperable?

Aunque la ruptura es grave, los expertos señalan que las relaciones diplomáticas podrían restablecerse si ambas partes muestran voluntad política y pragmatismo. «Las relaciones pueden resolverse mediante la diplomacia cuando existe voluntad», apuntan analistas internacionales.

Sin embargo, la dimensión ideológica del conflicto —la percepción de injerencia y de defensa de un modelo político frente a otro— añade complejidad a una normalización rápida.

Para profesionales del periodismo, dirigentes de organizaciones oenegés, sindicatos y partidos, este caso ofrece varias lecciones:

El asilo diplomático, lejos de ser un acto unilateral sin consecuencias, sigue teniendo un potente efecto simbólico en las relaciones internacionales.

  • La soberanía estatal y los derechos humanos se encuentran en tensión cada vez mayor en contextos de polarización latinoamericana.
  • El impacto mediático y político trasciende al hecho puntual: la ruptura no es solo entre dos gobiernos sino entre sistemas de valores, percepciones de legitimidad y bloques regionales.
  • La cobertura informativa exige ir más allá del titular: conviene analizar por qué se ha llegado a esta ruptura, qué consecuencias tendrá para la región y qué señales envía al conjunto del continente latinoamericano.

Se puede concluir que la decisión del Gobierno de Perú de romper relaciones diplomáticas con México constituye un punto de inflexión en la diplomacia latinoamericana contemporánea. Como se ha expuesto, más allá del asilo concedido a Betssy Chávez, se trata de un choque profundo entre la defensa de la soberanía nacional peruana y la tradición mexicana de asilo político.

Las repercusiones alcanzan ámbitos comerciales, de cooperación, de derechos humanos y de construcción de alianzas regionales. Para actores del periodismo, de la sociedad civil, de los sindicatos y de los partidos políticos, es esencial seguir la evolución de la crisis, captar sus matices y evaluar los efectos que esta ruptura pueda tener tanto en América Latina como en la gobernanza global de la región.

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