Paliativo, ¿una novela?

Para hablar de este libro, que firmarán el jueves 12 de junio sus autores, Borja Quiroga y Manuel Rodríguez, alias conjunto Samuel Dacanda, en la Feria del Libro de Madrid, he preferido releerlo, lo que me ha llevado unas tres horas, porque decididamente, ni el dossier, ni el video de presentación, ni no sé que más me servían para nada.

No me servían para volver a vivir sus emociones y poder transmitirlas en esta crónica.

Porque de emociones intensas y extremas trata «Paliativo».. Un hombre de treinta y siete años, Guzmán, con excelente posición social y económica, es diagnosticado de una enfermedad para la que no hay curación, y que le deja una esperanza de vida de un año como máximo.

Y tiene que decidir como pasar ese último año, en el que la enfermedad va a seguir su proceso hasta el final.

Y decide pasarlo viajando, pero no solo. Cuenta con un amigo, al que tiene que pedir que abandone todo, sin decir a nadie el porqué, tiene que poner a prueba esa amistad, cosa nada fácil, para el amigo, Rodrigo, quien es médico.

Tiene que pedirle que lo acompañe en ese viaje sin retorno, último viaje pare el enfermo, viaje de consecuencias imprevisibles para el amigo… ¿sacrificado? ¿O simplemente, verdadero amigo, que deja su trabajo en el momento de un ascenso a director de su hospital, que deja a su pareja de varios años sin que ella sepa la realidad, que nada dice a su familia? Lo que se dice, dejarlo todo, renunciar a su vida, para acompañar en su último año al amigo que va a morir.

Amigo que tampoco comunica a nadie su situación terminal. Amigo desahuciado que vende su casa para pasar ese año sin restricciones.

Un viaje secreto, aunque no tanto, que va a empezar por Roma, donde Guzmán tendrá la sorpresa de recibir la más inesperada de las visitas, la del papa Francisco, quien por cierto, y por lo que oigo, este libro ha recibido su bendición.

Emocionalmente Guzmán pasará por las etapas de negación, ira, una cuesta muy arriba que pasa por la esperanza, la depresión, hasta llegar a la aceptación y la decisión final. Etapas que Rodrigo vive intensamente, etapas que lo van transformando hasta convertirle en una persona muy distinta a la que dejó Madrid un año antes.

Emociones y experiencias, tanto para los protagonistas como para el lector, porque las etapas del viaje van ilustrándole sobre arte, gastronomía, costumbres e idiosincrasias de los países a los que van en esta especie de huida hacia adelante, o de huida hacia lo desconocido, lo imprevisto, a excepción de la muerte segura como final. De la muerte, de la que Guzmán no puede huir.

Y así van viajando de Italia a Argentina, con última experiencia amorosa para Guzmán y último abandono, porque, ¿cómo se puede aceptar que tu reciente amor se esté muriendo y te lo haya ocultado? Inevitable que entren no solo los sentimientos encontrados de los dos protagonistas, también hay que contar con los sentimientos que provocan en las personas que encuentran por el camino.

Nueva York, ofrece la esperanza de un tratamiento experimental que pueda revertir la enfermedad. El hombre siempre se aferra a cualquier esperanza para aferrarse a la vida, por muy inútil que sea.

Desde San Francisco un periplo en coche por el suroeste norteamericano, quizá la etapa más amable de todas. Y de allí a Viet Nam, donde Guzmán se reencontrará con alguien por sorpresa, y donde volverá a reencontrarse por un tiempo en principio impredecible, con la soledad, que él lleva al extremo de recluirse en un monasterio budista, donde encontrará la aceptación, la paz y el empeoramiento de la invalidez irreversible.

Pero no es en Viet Nam donde Guzmán llegará al final, sino en el histórico Egipto, con la compañía recobrada de Rodrigo, donde harán lo que todo turista, ir de aquí para allá en El Cairo, luego un crucero por el Nilo y después un hotel de lujo frente a la pirámide de Cheops.

Cierto, lo importante, lo difícil, lo casi imposible, es encontrar una amistad así, una amistad capaz de soportar muchos altibajos, pero que permanece hasta más allá del final.

A muchos nos gustaría vivir un final así, viajando, disfrutando, también sufriendo, como en las casi constantes recaídas de Guzmán, despidiendo la vida en tantos lugares emblemáticos del mundo, despidiéndose de la vida frente a una de las maravillas de la antigüedad.

Una despedida no asequible a todos, más bien a unos pocos, si pensamos en términos de enfermedad y económicos. Pero al fin y al cabo mucho más posibles que la amistad, esa amistad que todo lo deja por acompañar al amigo que se va en plena juventud.

La amistad sin compromiso de pareja u otros familiares. La amistad sin compromiso alguno.

Esa amistad con la que me temo, muy pocos contarían. Eso sí que produce lo que no hemos visto en el emocionante relato de «Paliativo».: Tristeza.

Teresa Fernández Herrera
Algunas cosas que he aprendido a lo largo de mi vida. Soy Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, master en Psicología del Deporte por la UAM, diplomada en Empresas y Actividades Turísticas, conocedora de la Filosofía Védica. Responsable de Comunicación y Medios en Madrid de la ONG Internacional con base en India, Abrazando al Mundo. Miembro de la British Association of Freelance Writers. Certificada en Diseño de Permacultura. Trainer de Dragon Dreaming, metodología holística para el crecimiento personal, grupal y comunitario en el amor a la Tierra. Colaboradora en Periodistas-es y en las revistas Natural, Verdemente, The Ecologist para España y América Latina. Profesora de inglés avanzado.

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