Las ganancias inesperadas de las grandes empresas del mundo alcanzan a un billón (millón de millones) de dólares al año, y un impuestos sustancial podría llevar muchos recursos al combate de miseria y el cambio climático, plantearon este jueves 6 de julio de 2023 las coaliciones contra la pobreza Oxfan y ActionAid, informa la IPS desde Londres.

«Es obsceno que las corporaciones hayan acumulado miles de millones de dólares en ganancias inesperadas extraordinarias mientras que la gente de todo el mundo está luchando para pagar suficientes alimentos o artículos básicos como medicinas y calefacción», dijo el director ejecutivo interino de Oxfam, Amitabh Behar.

La riqueza y la pobreza extremas han aumentado simultáneamente por primera vez en veinticinco años.

El informe conjunto con ActionAid propone que los gobiernos aborden un impuesto del 50 al 90 por ciento sobre esas ganancias inesperadas (extraordinarias), que podría generar hasta 941.000 millones de dólares para destinarlo a combatir la pobreza y el cambio climático.

Según su análisis, basado en la clasificación «Global 2000» de la revista especializada Forbes, 722 megacorporciones privadas obtuvieron 1,09 billones de dólares en ganancias inesperadas en 2021, y 1,1 billones en 2022, con un aumento de 89 por ciento en las ganancias totales en comparación con el promedio de 2017-2020.

Definieron como ganancias extraordinarias aquellas que superan en más de 10 por ciento las del promedio del período considerado, en este caso 2017-2020.

Mientras eso ocurría, con altas tasas de interés y elevados precios, mil millones de trabajadores en cincuenta países debieron aceptar, en la práctica, un recorte salarial estimado en 746.000 millones de dólares.

Al discriminar por sectores, el informe indica que 45 corporaciones de energía obtuvieron al año un promedio de 237.000 millones de dólares en ganancias inesperadas en 2021 y 2022.

Otras dieciocho corporaciones de alimentos y bebidas obtuvieron un promedio de 14.000 millones de dólares al año en ganancias extraordinarias en 2021 y 2022.

Se estableció que veintiocho corporaciones farmacéuticas obtuvieron un promedio de 47.000 millones de dólares anuales en ganancias inesperadas, y 42 minoristas y supermercados importantes obtuvieron 28.000 millones por ese concepto.

Nueve corporaciones aeroespaciales y de defensa recaudaron un promedio de 8000 millones de dólares al año en ganancias extraordinarias mientras, por contraste, «9000 personas mueren todos los días de hambre, en gran parte debido a guerras y conflictos».

«La gente está enferma y cansada de la codicia corporativa. Las grandes empresas nos están engañando a todos: suben los precios para obtener ganancias monstruosas, saqueando a la gente bajo el pretexto de una policrisis», dijo Behar.

Expuso que «algunas corporaciones cada vez más dominantes están monopolizando los mercados y fijando precios por las nubes para llenar los bolsillos de sus ricos accionistas».

Apuntó a «las grandes farmacéuticas, los gigantes de la energía y las grandes cadenas de supermercados», las cuales «engordaron descaradamente sus márgenes de beneficio durante la pandemia y la crisis del costo de vida».

«Lo más preocupante es que, en ausencia de regulación, incluidos los impuestos progresivos, los gobiernos han invitado a esto», dijo Behar.

En su apoyo citó a Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, quien sugirió en mayo que las corporaciones «se están involucrando en una codicia de inflación».

También al Fondo Monetario Internacional, al mostrar en un estudio que las ganancias corporativas representan casi la mitad del aumento de la inflación en Europa en los últimos dos años.

ActionAid y Oxfam piden a los gobiernos que recuperen las ganancias impulsadas por la especulación, y calculan que una tasa de 50 a 90 por ciento podría generar entre 523.000 y 941.000 millones de dólares, tanto para 2021 como para 2022.

Arthur Larok, secretario general de ActionAid, dijo que «gravar las ganancias extraordinarias es una política económica inteligente: es una fuente de dinero muy clara y directa para el desarrollo y la lucha contra el cambio climático».

«Acumular más préstamos a los países más pobres es lo que no tiene absolutamente ningún sentido cuando la deuda está acelerando la crisis climática», concluyó. 

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