La responsable de Migración y Asilo en Amnistía Internacional Olivia Sundberg Diez, en un artículo publicado en el IPG-Journal[1], expresa su preocupación ante la creciente tendencia de la Unión Europea de externalizar los procesos de asilo a terceros países.

Según Sundberg Diez, esta estrategia, propuesta por varios Estados miembros, no solo es inhumana y costosa, sino que también debilita la credibilidad y autonomía estratégica de la UE al exponerla a posibles chantajes por parte de esos países, que podrían aprovechar su rol en la gestión de refugiados para influir en decisiones políticas de la UE.

En su análisis, Sundberg Diez señala que la idea de externalizar la gestión de los solicitantes de asilo no es nueva, y trae a colación ejemplos previos, como los experimentos fallidos en Australia y el Reino Unido. Estos casos han demostrado ser devastadores para los derechos humanos de los refugiados, que se han enfrentado a condiciones inhumanas, detención arbitraria, separación familiar y falta de acceso a procedimientos legales adecuados. La autora subraya que, al trasladar la responsabilidad a países que no ofrecen garantías suficientes en materia de derechos humanos, la UE corre el riesgo de perpetuar abusos y violaciones sistemáticas de derechos.

Sundberg Diez también critica la reciente tendencia de algunos Estados miembros, como Italia, de subcontratar la gestión de asilos a países fuera de la UE. Esta práctica, según la autora, podría sentar un precedente peligroso, tanto para la UE como para el tratamiento global de los refugiados. La externalización no solo es un enfoque ineficaz y costoso, sino que también socava la confianza en la capacidad de la UE para gestionar sus fronteras de manera justa y humanitaria.

La autora argumenta que la externalización también tiene un impacto negativo en la política interna de la UE. Al delegar la responsabilidad de los solicitantes de asilo a terceros países, los Estados miembros están evadiendo su responsabilidad colectiva y fragmentando la política migratoria europea. Esto, en última instancia, debilita la cohesión interna de la UE y su capacidad para abordar desafíos comunes de manera unificada.

Sundberg Diez sugiere que, en lugar de externalizar los procesos de asilo, la UE debería centrarse en fortalecer sus propios sistemas de acogida y asilo, invirtiendo en infraestructuras y políticas que garanticen un trato digno y justo para los solicitantes de asilo dentro de sus fronteras.

Otro aspecto que destaca Sundberg Diez es el coste moral y político de la externalización. La autora advierte que, al optar por esta estrategia, la UE está sacrificando sus valores fundamentales de derechos humanos y solidaridad, comprometiendo así su posición como líder global en la defensa de los derechos de los refugiados. La autora resalta la contradicción entre el discurso de la UE, que se presenta como defensora de los derechos humanos a nivel global, y sus acciones, que parecen priorizar la seguridad y el control fronterizo sobre la protección de las personas vulnerables.

Sundberg Diez también critica la falta de transparencia y supervisión en los acuerdos de externalización. Estos acuerdos a menudo se llevan a cabo sin un escrutinio adecuado, lo que dificulta la rendición de cuentas en caso de abusos o violaciones de derechos humanos. La autora subraya que la UE debe ser más transparente en sus políticas y garantizar que cualquier acuerdo relacionado con la gestión de los solicitantes de asilo respete plenamente los estándares internacionales de derechos humanos.

En su conclusión, Sundberg Diez insta a la Unión Europea a reconsiderar su enfoque y a rechazar la externalización de los procesos de asilo. Propone que la UE invierta en alternativas que realmente refuercen su sistema de asilo, como la creación de rutas seguras para los refugiados, el fortalecimiento de los sistemas de asilo en los Estados miembros y la promoción de una política migratoria basada en la solidaridad y el respeto a los derechos humanos. La autora enfatiza que la solución a los desafíos migratorios no pasa por delegar la responsabilidad en otros países, sino por asumirla de manera conjunta y equitativa dentro de la UE.

Sundberg Diez concluye advirtiendo que la externalización podría tener un impacto global negativo, al socavar el sistema internacional de protección de refugiados y alentar a otros países a adoptar prácticas similares. Si la UE sigue por este camino, no solo estará comprometiendo sus propios valores, sino también debilitando el sistema de protección de refugiados a nivel mundial.

  1. El artículo completo ofrece un análisis detallado de los riesgos y las implicaciones de la externalización de los procesos de asilo y puede ser consultado en el IPG-Journal.

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