He seguido por razones profesionales la trayectoria de este político desde que allá por los años setenta del pasado siglo fuera conocido en la clandestinidad con el alias de Isidoro. La vida de Felipe González cambiaría a partir de 1974 tras la celebración del llamado Congreso de Suresnes, momento en el que, junto al llamado «clan de los sevillanos» se hiciera con la dirección del PSOE, que pasaría ser llevada desde el interior.
Cuando el susodicho acaba de cumplir ochenta años, cabría exponer algunas notas sobre la semblanza de un hombre cuya trayectoria, en la que sin duda habrá habido aciertos y errores, ha influido de alguna manera en el devenir de este país a lo largo de muchos años. Estas podrían ser algunas de las huellas que dejó su paso por la cosa pública.
Mayorías absolutas
Durante su mandato, el PSOE ganaría cuatro elecciones generales seguidas: 1982, 1986, 1989 y 1993, las tres primeras por mayoría absoluta, lo que da una idea del carisma de este político durante su etapa como hombre de estado, que ganaba legislatura tras legislatura.
Pactos de la Moncloa de 1977
En plena Transición democrática, y estando en la oposición, el PSOE firmaría junto al gobierno de Adolfo Suárez y otros partidos y los sindicatos UGT y Comisiones Obreras los llamados Pactos de la Moncloa, con los que se lograría el consenso necesario para desmantelar la dictadura franquista. Acerca de dichos pactos diría: «Entre todos tenemos que intentar sacar esto adelante».
Renuncia al marxismo
En mayo de 1979, durante su congreso el Partido Socialista rechazaría la propuesta de Felipe González de renunciar a las tesis marxistas, por lo que éste dimitiría de la secretaría general. Meses más tarde, en un congreso extraordinario se aprobarían sus tesis, cambiando el PSOE a Marx por la socialdemocracia.
«Por el cambio»
Utilizando el eslogan «Por el cambio», el PSOE dirigido por González obtendría en 1982 un rotundo éxito en las elecciones generales, consiguiendo más de diez millones de votos que se convertirían en 202 diputados y 134 senadores. Empezaba la andadura en forma de gobierno de un ya partido socialdemócrata. Tras este triunfo, el político Alfonso Guerra, mano derecha de González, pronunciaría la famosa frase de «A España no la va a conocer ni la madre que la parió». Empezaba a tomar cuerpo la democracia en nuestro país, y viviríamos unos años venideros de grandes cambios.
Los gal
En la política antiterrorista llevada a cabo por el gobierno se incrementaría la llamada «guerra sucia» contra la banda terrorista ETA protagonizada por los GAL, un llamado Grupo Antiterrorista de Liberación nacido en 1981 en el último gobierno de UCD, pero que siguió enquistado en la estructura de seguridad del Estado cuando los socialistas llegaron al poder.
Entrando en la OTAN
El 30 de mayo de 1982 España se convertía en miembro de la OTAN, y años más tarde, en 1986, tras un referéndum en el que ganó el Sí, nuestro país empezó a participar en todos los grupos de trabajo, excepto en el militar.
Aprobación de la LODE
En el año 1984 se aprobada la Ley Orgánica del Derecho a la Educación (LODE), que supuso la generalización de la enseñanza, la democratización de la escuela y una nueva concepción del sistema educativo en España. Manuel Fraga, líder de Alianza Popular, acusaría al gobierno de intentar «nacionalizar la enseñanza bajo consignas marxistas».
Adhesión a las Comunidades Europeas
En junio de 1985 se firmaría la llamada Acta de Adhesión de España a las Comunidades Europeas, que entraría en vigor el primero de enero del año siguiente.
Ley del aborto
Sería aprobada en la primavera de 1985, y permitía la interrupción voluntaria del embarazo en tres supuestos: violación, malformación de feto y grave riesgo físico o psicológico para la madre. La Iglesia Católica se movilizaría «en defensa de la vida», y Alianza Popular recurriría al Tribunal Constitucional, presentando más de cuatro mil enmiendas, pero éste dictaría sentencia a favor de la ley.
14-D: Huelga general de 1988
Fue sin lugar a dudas uno de los momentos más difíciles de su trayectoria durante el mandato de Felipe González. Los sindicatos UGT, con Nicolás Redondo como secretario general, y Marcelino Camacho, como secretario general de Comisiones Obreras, convocarían una huelga general contra la reforma del mercado laboral, que abarataba el despido e introducía los contratos temporales para los jóvenes. El seguimiento fue masivo, logrando paralizar España durante veinticuatro horas y obligando al gobierno a negociar con los sindicatos. Se dijo en aquel momento que Felipe González estuvo a punto de arrojar la toalla al finalizar la jornada y convocar nuevas elecciones.
Son algunos rasgos de la semblanza de un político que entró en La Moncloa con cuarenta años, y hoy, cumplidos los ochenta, es consciente de que le persigue la sombra del pasado, que viene a ser prisionero de la imagen. Dice verse viejo, mayor, con ochenta años, pero no de la tercera edad, porque lo importante es que el cerebro le funcione, que afortunadamente se regenera.