Todo empezó como una agenda que marcaba unos objetivos, y estos, tras cinco largos años, siguen siendo eso; objetivos para la sostenibilidad de la vida de las personas.
Ha pasado el tiempo suficiente para considerar que esos 17 ODS y 169 metas están lejos de ser una realidad. Desde una perspectiva social, cultural, económica y de medio ambiente, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) habiendo sido aprobada la agenda 2030 por la Asamblea General de las Naciones Unidas, se marcaron cinco pilares sobre los que construir un planeta mejor.
Los ODS pretenden poner fin a la pobreza; proteger al planeta; mejorar las vidas de las personas vulnerables y un largo etcétera que hace que de manera internacional, nacional y local, todo vaya encaminado a hacerlo posible. El año 2020 arrancó con una meta única, ya que tan solo quedan diez años para lograr que estos objetivos avancen, aunque la perspectiva, lejos de ser real, nos sitúa en un estancamiento y retroceso en algunas áreas debido a la pandemia por la COVID-19.
La adhesión en diciembre de 2017 a la iniciativa de la Nueva Agenda Urbana, resultado de la aprobación de la Agenda de Desarrollo 2030 y de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), así como de la Nueva Agenda Urbana, surgida en la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible (HABITAT III) en 2016, tuvieron un precedente en el compromiso de la reducción de las emisiones de CO2 recogido en el Pacto de los Alcaldes, recientemente renovado y ampliado a través del Pacto de las Alcaldías por el Clima y la Energía 2030, suscrito en julio de este mismo año.
No dejar a nadie atrás y aunar acciones para conseguir lo pactado es parte de lo que hoy, cinco años después, no se considera obtenido; una realidad que hoy reconsideran todos los países involucrados en ello; algo, que hoy se ve difícil de conseguir.