Gusanos luminiscentes y miles de estrellas
Marisol Castro
Día 2º
El viaje continúa. Llueve. Nos despiertan las gotas sobre la autocaravana. Toca desayunar en el interior: zumo para evitar los catarros (piña, jengibre, limón, mandarina, manzana) panecillo tostado y pavo con tomate y queso. Y café con leche. Javier, nuestro hijo, se ha tomado un té. Ha cambiado mucho sus costumbres desde que llegó a Nueva Zelanda. Os recomiendo los zumos y smoothies preparados y refrigerados. Una buena opción para tomarlos durante todo el viaje. Han mantenido a raya a los virus y en buena forma las defensas.
Por las famosas gravel road, carreteras de gravilla o caminos de tierra de Nueva Zelanda, partimos hacia la State Highway 1 (SH1), vamos a Waipu Caves, la cueva en la que el firmamento está hecho de pequeños gusanos fluorescentes, pegados al techo, cuyos filamentos que cuelgan ligeramente les hacen brillar. Una maravilla de la naturaleza que no te puedes perder. Recomendamos entrar con pantalón corto y escarpines o calzado de agua que no resbale con el barro sobre las rocas pulidas, mojadas y escarpadas.
La entrada y el interior son bastante amplios, por lo que no se siente sensación de claustrofobia. La visión, cuando apagas la linterna, o mejor un frontal para tener las manos libres, es de estar bajo un cielo con miles de estrellas. El frontal o la linterna son imprescindibles en este viaje.
Playas desiertas
Una hora después partimos hacia Whangarei Heads. En el área de aparcamiento de Ocean Beach solo hay cinco plazas para la autocaravana y pasar la noche. Solo está permitido estacionar una noche, pero hemos llegado a tiempo y hoy dormiremos en las faldas de una impresionante montaña poblada de una interminable variedad de árboles. Mañana nos espera el primer trekking, y de los exigentes. Nos ofrecen varias posibilidades: una hora y media, dos horas y media, o cinco horas, mañana decidiremos.
Esta tarde hemos disfrutado de la playa, casi desierta. A última hora han ido apareciendo algunos surfistas. Mucho viento y algo de frío. A la izquierda, una gran duna. Si subes hasta la cornisa divisas toda la costa de este recodo de la isla. Playas salvajes, despobladas y perfectas para andar descalza y disfrutar del mar.
La zona de autocaravanas, parada gratuita, solo ofrece baños y ducha fría. En esta zona hay muchas viviendas con unos miradores para dominar la playa y el horizonte que son de envidia. En el camino, mucho verde (me recuerda demasiado a Asturias), mucho ganado y una economía eminentemente rural, agrícola y ganadera.
Hoy hemos cocinado en la caravana atún rojo a la plancha y brochetas de gambas. Unas cervezas, mandarinas y una infusión de jengibre con limón.
Hay que descansar. Buenas noches.
Subida a Whangarei Heads Parte de la subida está acondicionada Vista de la costa de Whangarei Heads
Día 3º Amor por la naturaleza
Hoy hemos hecho nuestro primer hike. Una hora y media de recorrido, todo cuesta arriba, 2,6 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta, reza el cartel. Subimos al punto más alto de la montaña desde donde se divisa toda la costa, las playas de Ocean Beach y el otro lado de la isla. Solo estropea el paisaje una refinería de petróleo que se ve a lo lejos.
La primera parte del camino es la propia playa de ayer, que desemboca en un pequeño bosque. Tras atravesarlo y antes de comenzar la subida más dura, encontramos una de las características de este país, el cuidado por su naturaleza y las especies que habitan en la zona. Un gran cartel te indica que antes de proseguir debes limpiar las suelas de tus zapatos con el producto y los cepillos que hay allí.
Hay que desinfectarse las suelas del calzado antes de comenzar el sendero Costa y playas en Ocean Beach
El paisaje, coronado por la roca más alta, es impresionante. El hike prosigue por toda la cordillera, pero decido que por hoy he tenido suficiente, ante la cara de resignación de los dos Javieres que llevo al lado.
Vivir la naturaleza
El cansancio de bajada te invita a un baño en la playa. Y así es, aunque no pensaba encontrar el agua del mar a una temperatura de menos de 15 grados. ¡Está helada! Pero te quedas como nueva. Junto al parking de Ocean Beach, donde hemos pasado la noche con la autocaravana, hay baños y una ducha de agua fría. El chapuzón en agua salada (aunque no tan salada como la conocemos en España) invita a la ducha aunque esté fría. No lo parece. Después de la temperatura del agua del mar, el de la ducha parece doméstica.
Comida, allí mismo; la cocina de la autocaravana tiene dos fuegos, pero solo funciona uno. La nevera es pequeña, pero está bastante bien. Organizado como requiere un tetris: la comida, la cena y el desayuno, para uno o dos días. Empezamos a ver las deficiencias que tiene la autocaravana económica.
Estamos en un aparcamiento de playa, donde las autoridades locales permiten pasar una noche con la autocaravana sin coste alguno. Pero solo una noche y un día. Si los Rangers visitan la zona y comprueban que tu coche o autocaravana lleva allí aparcada, en las plazas reservadas que hay para ello, más allá del tiempo permitido, te pueden multar con hasta 200 dólares. Pero todo neozelandés tiene una educación cívica envidiable o no le gusta gastarse el dinero en multas. Yo me inclino por lo primero, así que todo el mundo respeta la normativa, y los viajeros debemos hacer lo mismo. Sea por una o por otra razón, más vale que cumplas las normas.
Ventajas de la autocaravana
Después de comer salimos hacia nuestro siguiente destino. Mañana buceamos. Hemos reservado por teléfono con antelación para no encontrarnos sin plaza.
Casi llegando al puerto desde donde sale nuestro barco para ir, a la mañana siguiente, a las Poor Knights Island, paramos a pasar la noche. Esta vez el estacionamiento está a la orilla de la carretera, en la cala Kowharewa Bay.
Me recuerda mucho a Cala Galdana, en Menorca (España), antes de que el turismo depredador, y la falta de escrúpulos de los operadores turísticos, la convirtieran en una más, incómoda y masificada. Llegamos pronto, advertidos por nuestro hijo de que solo hay cuatro plazas de aparcamiento permitidas para autocaravanas. Estar a dos metros de la playa y abrir el portón trasero, como una ventana desde la que disfrutar del agua turquesa de la cala, respirar el olor a mar y sentir cómo te invade la tranquilidad y la paz, no tiene precio. Es la principal razón por la que la mayoría de los viajeros que recorren el país lo hace en autocaravana.
Vista de Cala Kowharewa Bay desde la autocaravana Cala Kowharewa Bay. Isla Norte de Nueva Zelanda
No hay duchas, pero los baños están bien. La noche nos regala una luna casi llena y un cielo espectacularmente estrellado que deja una estampa inolvidable. En pocos sitios del planeta se pueden ver las estrellas tan cerca y tan vivas como en esta latitud.
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