Juan Castellano
Las informaciones publicadas sobre las 160 investigaciones penales que la Fiscalía General del Estado mantiene abiertas en España y las casi doscientas diligencias y expedientes abiertos por la vía civil deberían ser un aldabonazo en las conciencias de toda la ciudadania, y los fallecidos en esas residencias dolernos aun más que los de las ucis, porque suponen una mayor responsabilidad social.
Por los datos publicados, se trata de un problema vinculado a la necesidad de encontrar la solución menos mala para atender a nuestros mayores y se buscan residencias donde puedan tener la «asistencia necesaria» y se les pueda «visitar todos los días», como publicitan los gestores de las cadenas privadas para captar la voluntad de familiares que no cuentan con los recursos necesarios para mantener a sus mayores en sus viviendas de toda la vida.
Pero los problemas no se han detectado solo en cadenas privadas, que ahora sabemos que pertenecen a grupos económicos potentes y fondos buitre, sino también en centros de titularidad publica con gestión privatizada o concertada, y en residencias de instituciones religiosas donde las monjas imponen sus propios preceptos.
En documentos recibidos por los servicios de inspección de residencias en las comunidades autónomas, se lee como personas residentes piden aclaraciones sobre lo que estaba sucediendo en su centro, y se encuentran citas como: «personal auxiliar del comedor sin mascarillas aunque al servir tuviesen que estar a menos de medio metro de distancia», «personal externo de limpieza para las habitaciones» que tampoco las usaba, «personal externo de la recepción» que no las utilizaban para atender a los residentes a menos de dos metros de distancia, «residentes que se paran para hablar con otros» u organizar tertulias en circulo a menos de un metro de distancia, comportamiento similar en las «salidas al patio sin mascarillas», o «salidas o entradas en grupo y sin mascarillas al comedor».
En respuesta a estas interpelaciones, la Inspección se limita a decir que se ha solicitado a todos los centros sociosanitarios los planes de contingencia que han dispuesto para contener la expansión de la pandemia, y que se hacen visitas de control para verificar que se cumplen las medidas implantadas por el Ministerio de Sanidad.
Pero según los residentes que pueden explicar su situación, aunque es cierto que las instrucciones están visibles, su seguimiento es bastante complicado porque un porcentaje significativo presenta trastornos cognitivos, o tienen manifiesta dificultad para seguirlas por situaciones personales de discapacidad.
Incongruencias
Revisando otros documentos que se han presentado con denuncias y reclamaciones, se aprecia que las condiciones de confinamiento que se han impuesto a los residentes son muy rigurosas, porque se les considera personas de riesgo, al tiempo que tienen que compartir espacios con personal que entra y sale todos los días de las residencias sin mascarillas, o con otros residentes que deambulan por las instalaciones sin mascarillas.
Y, según otros documentos, quienes piden a sus compañeros de residencia que no utilicen las zonas comunes para tertulias a menos de un metro de distancia son advertidos por otros residentes que no tienen autoridad para pedir su colaboración en el distanciamiento social, o ven cómo no se amonesta a los residentes que no respetan las distancias sociales recomendadas.
En definitiva, sufren el acoso de otros residentes o del personal y la dirección del centro por exigir que se cumpla el protocolo para evitar el contagio de la pandemia, cuando saben que si estuvieran fuera de la residencia las mascarillas, por ejemplo, serían de uso obligado siempre que no se pueda cumplir con el distanciamiento social.
Y es difícil entender que se obligue al confinamiento de los mayores en las residencias por ser personal de riesgo y se permita que haya personas que entren, salgan y trabajen en las residencias sin mascarillas, porque si alguna de ellas se contagiase podría contagiar a todos los residentes, personas de riesgo.
Y conocido este riesgo, es difícil que los residentes que están en buena forma física entiendan que pueden convivir con personal de las recepciones que no utilizan mascarilla pero no se les permita salir cumpliendo con las medidas de seguridad acordadas, porque corren el mismo peligro dentro y fuera de la residencia.
Y algunos de los problemas detectados en las residencias que habrá que tener en cuenta a futuro:
- Se duerme peor al igual que durante el aislamiento en casa por las muchas horas en un espacio reducido
- No dormir de forma adecuada aumenta el grado de ansiedad.
- El aumento del estrés y la ansiedad, y el sentimiento de inseguridad, producen bajada de ánimo.
- La falta de una actividad mínima contribuye a más dificultad para dormir.
- La disminución de las salidas al aire libre afectan a la situación síquica de los adultos.
- El confinamiento en las habitaciones incita a dormir durante el día y dificulta dormir por la noche.