
Del género crónica familiar, «No hay amor perdido» (La fille de son père), es un interesante drama social y sentimental sobre la complejidad de las relaciones padre-hija en plena encrucijada, tras el abandono de la infancia y del nido familiar por parte de la hija.
Es el segundo largometraje dirigido por Erwn Le Duc («Perdrix») que protagonizan Nahuel Pérez Biscayart «120 pulsaciones por minuto», «Au revoir là-haut») y Céleste Brunnquell («Un verando con Fifí», «En terapia»), acompañados por Maud Wyler («Tiempo compartido») y Camille Rutherford («Anatomía de una caída»).
Étienne tiene apenas veinte años cuando se enamora de Valérie. Un poco más tarde nace su hija Rosa. Y luego, un día, Valérie se va y nunca regresa. A pesar de la tristeza de la ausencia, Étienne decide no hacer un drama de ello y construye una vida feliz para él y su hija.
Dieciséis años después, cuando Rosa está a punto de comenzar su propia vida, marchándose a estudiar Bellas Artes a trescientos kilómetros del domicilio familiar, Étienne, quien se ha convertido en entrenador de fútbol amateur, reconoce a su esposa en un reportaje de televisión.
El pasado y la cuestión de la separación resurgen de forma brutal, padre e hija se ven arrastrados a un último caótico viaje familiar.
Una odisea familiar con un toque fantástico -en la que el enamorado Youssef escala fachadas para llegar al dormitorio de su chica y escribe interminables poemas épicos (Mohammed Louridi, «Domus») y el alcalde ecologista quiere convertir los terrenos de fútbol en jardines- que la complicidad de sus intérpretes convierte en una comedia singular y divertida sobre la burbuja que crean el padre y su hija adolescente: «Un amor incondicional –dice el realizador- que les rodea, les protege y también les ahoga».
Etienne y Rosa mantienen una excelente relación en ambos sentidos, se ayudan a crecer mutuamente y hablan con absoluta normalidad de amor, de sexo y de muerte. Con la misma normalidad con que Rosa explica a su padre que nunca ha echado de menos a su madre «porque no estaba, no la ha conocido».
En la versión que se estrena en España, el título original «La fille de son père» (La hija de su padre) se ha cambiado por «No hay amor perdido[1]», que es el elegido para su poema por Youssef, el enamorado de Rosa.
«En esta hermosa película, divertida y angustiosa, a Erwan Le Duc no le importan las coincidencias, juega con las elipsis, con los gags visuales, con la alegría de los personajes, sabe filmar las escenas de amor con poesía, las escenas tristes con intensidad y las escenas divertidas de manera exultante, mientras describe la vida cotidiana en un suburbio francés actual» (Les Inrocks).
- «No hay amor perdido» se puede ver en los cines de Madrid a partir de este viernes 7 de febrero de 2025.