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«Niños de las brisas», una historia de resistencia individual y colectiva con la música como utopía

Compite por el Goya a la mejor película iberoamericana en nombre de Venezuela.

En estas semanas vamos asistiendo a las películas que se presentan como candidatas al Premio Goya a la mejor producción iberoamericana. Algunas se estrenarán en cines comerciales y otras transitarán de un festival a otro hasta entrar a formar parte de los fondos de las diferentes cadenas de televisión y plataformas de streaming.

Una de las primeras que hemos visto es «Niños de Las Brisas[1]», excelente película documental que ha ocupado diez años de la directora Mariana Maldona, elegida por los cineastas venezolanos para representar a su país en los Goya, que llega después de estrenarse en Estados Unidos y Londres, emitirse en Países Bajos, Francia, Hong Kong y Taiwan y sumar varios premios internacionales, entre ellos el de mejor Documental Musical del Año- Premio SACEM (Sociedad de Autores y Compositores de Francia), Mejor Dirección en el Festival Internacional de Cine Documental del Caribe Amazónico, Mejor Documental en la muestra Reflets du Cinéma Iberique et Latino-Americain de Lyon, Premio del Jurado y Premio del Público en el Festival Internacional del Cine Documental de Martinica y Mejor Montaje en largometraje documental de la Asociación de Editores de Cine Canadienses.

El documental de Maldonado es una historia de resistencia, resiliencia y perseverancia, que explora el poder de la disciplina y la música clásica como herramientas.

Nos cuenta lo que significa, y sobre todo lo que ha significado en el pasado, el programa «El Sistema» que inicia a los niños de los suburbios y las zonas más desfavorecidas de Venezuela en la música clásica, siguiendo la trayectoria y los afanes de tres niños venezolanos –Dissandra, Edixon y Wuilly– del barrio Las Brisas de la ciudad de Valencia, que se ejercitan en la práctica del violín y luchan por convertirse en músicos profesionales dentro del Sistema Nacional de Orquestas, fundado en la década de 1970 por el pianista, compositor y director de orquesta José Antonio Abreu[2] –también economista- diputado, ministro de Cultura y presidente del Consejo Nacional de Cultura de Venezuela durante el mandato del presidente Carlos Andrés Pérez.

A lo largo de una década vemos creciendo y esforzándose a Dissandra, Edixon y Wuilly: son tres jóvenes con talento que van ascendiendo en las filas del programa, presentándose a distintas audiciones, sumando logros sin rendirse nunca.

Conocemos a sus familias, sabemos de sus dramas domésticos, vemos de cerca la vida diaria en Las Brisas y entramos en la escuela de música de El Sistema en esa ciudad.

Compartimos sus triunfos: Dissandra entra en la Orquesta Nacional Infantil y viaja a Salzburgo para tocar bajo la dirección de Simon Rattle; Wuilly entra en la Orquesta Juvenil de Caracas.

Al mismo tiempo, tanto ellos como sus familias se enfrentan a los desafíos y las enormes carencias de un país que se hunde en el caos de un régimen dictatorial. Y el milagro deja de funcionar.

«Un poco más adelante – escribe Geoff Baker (Oxford, 1970), profesor de musicología en Royal Holloway Universidad de Londres y director de Investigación en la organización benéfica de música Agrigento, quien lleva años estudiando procesos musicales asociados con la pedagogía y la inclusión social en zonas periféricas, a propósito del estreno en Londres de «Los niños de Las Brisas»- el viaje de los héroes se interrumpe bruscamente.

Cuando el sueño de un sueldo en «El Sistema» se desvanece, Wuilly se ve obligado a tocar en la calle para sobrevivir; e incluso durante un tiempo tiene que vivir en ella. Dissandra toca música en un restaurante, pero no es suficiente para llegar a fin de mes. Edixson, sometido a una intensa presión financiera como los demás, decide alistarse en el ejército, una elección claramente dolorosa, dada su aversión al gobierno venezolano.

«Los niños de Las Brisas», sigue el profesor Baker, «es una historia conmovedora de lucha individual y colectiva, de conexión y separación (…) es también un retrato detallado de la crisis venezolana (…) del fracaso y la decadencia de un país y de su símbolo cultural más famoso (…) No se trata de una historia romántica del triunfo sobre la adversidad, ni del poder de la música para cambiar el mundo. ‘El Sistema’ no detiene la decadencia del país. De hecho, a través de su incorporación como herramienta de propaganda se convierte en parte del problema. Es incapaz de proporcionar un salvavidas a nuestros tres protagonistas, y mucho menos al país en su totalidad (…) a las familias empobrecidas se les vendió un relato social sin conclusión. Se priorizó la educación sobre el empleo posterior o incluso las necesidades básicas, inundando a una sociedad con miles de violinistas en el momento en que luchaba por alimentar a sus hijos (…) No obstante, estas son solo pequeñas objeciones a un documental excepcional. Mucho más importantes que ellas son las grandes cuestiones que plantea».

La realizadora Mariela Maldonado, quien con esta película debuta en el largometraje, tiene un destacado pasado como guionista, entre otros en la colaboración del corto de animación británico «Pedro y el Lobo», ganador del Oscar en 2007, así como en el documental «Érase una vez en Venezuela», estrenado en la Sección Oficial del Festival de Sundance en 2020.

  • «Niños de las brisas» tiene previsto su estreno en Madrid el próximo 13 de diciembre de 2024.
  • Fue en 1975 cuando José Antonio Abreu fundó y dirigió la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil y la Fundación del Estado para el Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela (FESNOJIV), una red de orquestas infantiles, juveniles y coros que involucra a cerca de un millón de jóvenes músicos.
    Se trata de un innovador método de educación juvenil en el que la música es la principal vía para el mejoramiento social e intelectual, que tiene su máxima expresión en la Orquesta Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar, fundada en 1979, que ese año recibió el Premio Nacional de Música. Bajo la dirección de Abreu, «El Sistema» ha participado en programas de intercambio y de cooperación musical con países de todo el mundo.
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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