Nicolás Redondo, el último hombre de hierro

Un escribano en la Corte

El 3 de enero 2023 moría el que fuera líder sindical y secretario general de la Unión General de Trabajadores, Nicolás Redondo. A lo largo de estos días se han sucedido diferentes notas de personas que le conocieron, glosando su figura.

En esta ocasión, como periodista que trabajó a su lado durante más de diez años, deseo dedicar unas palabras al hombre que fue mi jefe, sí, pero al mismo tiempo también mi compañero, como lo era de todos cuantos trabajábamos para Comisión Ejecutiva Confederal de UGT, gobierno máximo del sindicato.

Mi relación laboral comenzaría a principios de los años ochenta, cuando tanto el país como el sindicalismo, y la profesión periodística vivíamos tiempos diferentes a los actuales: tiempos aquellos de teletipos hasta el atardecer, máquinas de escribir, jornadas de trabajo interminables, y unos sindicatos que tenían que hacer frente al día a día defendiendo a los trabajadores, con un empresariado a veces cerril que no estaba dispuestos a perder sus otrora viejas prebendas.

Han pasado cuarenta años de todo aquello, pero todavía conservo un ejemplar de la revista Unión del año 1983, publicación oficial del sindicato en la que yo ejercía de redactor jefe, y en la que el propio Nicolás escribía refiriéndose al momento que se vivía:

«Nos encontramos en estos momentos en una encrucijada de la Historia, en un momento crítico a todos los efectos y con problemas de difícil solución. Un partido de izquierda ha asumido por vez primera el Gobierno de la nación en un momento de crisis occidental sin precedentes: dos millones de parados en nuestro país, más de veinte en la Comunidad Económica Europea y una reconversión industrial como hipotética vía de solución a los problemas»…

Fue un sindicalista honesto, una persona que lo dio todo en defensa de la clase trabajadora, y puede decirse que de las luchas de aquel tiempo vienen una serie de mejoras de las que hoy gozamos. Siendo conscientes, unos y otros, de que, como se decía entonces, «En toda negociación se dejan pelos en la gatera».

Y a veces no solo pelos, sino también amistades rotas, sentimientos partidos, que algunos pretendieron utilizar de forma torticera, y me estoy refiriendo a su relación personal con el que fuera su buen amigo, socialista, compañero y presidente del gobierno, Felipe González. Como periodista creo que esa amistad existió siempre, independientemente de las discrepancias político-sindicales, que haberlas las hubo, y gordas.

El viejo líder sindical luchó por la defensa de la democracia, las libertades políticas y sindicales, los derechos laborales que se irían consiguiendo poco a poco, pero que tanto costaba arrancar a la patronal, y de ahí las diversas huelgas y enfrentamientos. Podría decirse, atendiendo a las antiguas definiciones acerca de los líderes obreros de antaño, que Nicolás fue el último hombre de hierro del sindicalismo español, junto a otro gran líder sindical como sería Marcelino Camacho, de Comisiones Obreras.

Entre otras cosas, trabajaría activamente por la aprobación de la Constitución, el Estatuto de los Trabajadores y la Ley Orgánica de Libertad Sindical. Los que estábamos cerca de él en la antigua sede de la calle San Bernardo sabemos bastantes cosas de aquellos tiempos. Entre otras, que estaba amenazado por la banda terrorista ETA, por lo que agentes de seguridad que lo seguían de forma permanente a todas partes.

Como «niño de la guerra» que fue, el viejo líder sindical sufriría el exilio de 1937 a 1940, cayéndole después durante la dictadura franquista penas de destierro, persecución y cárcel. Ya como sindicalista socialista trabajó para traer a España la dirección de las entonces organizaciones hermanas, como eran el PSOE y la UGT, situadas en el exterior.

En el año 1974 apostaría en la localidad francesa de Suresnes por Felipe González como secretario general del PSOE, cuando podía haberlo sido él mismo, con lo que podrían haber cambiado tantas cosas en una como en otra organización, y por ende posiblemente en el país.

Eran tiempos de clandestinidad, momentos históricos en los que Nicolás era conocido en la clandestinidad con el alias de Juan, mientras que Felipe lo sería como Isidoro.

Ya en el año 1976 sería elegido secretario general del sindicato, desde donde defendería las vías del diálogo y la concertación social, la cosa pública, como la sanidad y la educación y la España de las autonomías, dentro de la unidad del Estado.

Nicolás Redondo, en el centro de la fotografía con los componentes de la plantilla de la Comisión Ejecutiva Confederal en los años ochenta
Nicolás Redondo, en el centro de la fotografía con los componentes de la plantilla de la Comisión Ejecutiva Confederal en los años ochenta

Cuando han pasado cerca de cuarenta años de la huelga más grande jamás habida en España, la conocida como Huelga General que tendría lugar un 14 de diciembre de 1988, algunos periodistas que estábamos allí, a pie de tajo, recordamos lo que aquello significó, con las veinticuatro horas de guardia, preparados para informar de lo que sucediera durante la jornada, porque hasta televisión española, la única que existía, llegó a parar. A esta huelga le seguirían dos grandes huelgas más, como fueron las habidas durante los años 1992 y 1994.

La raíz de aquella huelga pudo estar, entre otras cosas, en las desavenencias entre el sindicato y el gobierno de Felipe González, convirtiéndose éstas en gran medida en el desencadenante de la misma. Y ello porque mientras el primero era partidario de la teoría de «Crecer y luego repartir», la de la UGT sería la de «Crecer repartiendo», porque ya era hora de que los trabajadores comenzaran a cosechar algún fruto de su entrega y esfuerzo.

El sindicato Comisiones Obreras estaba de acuerdo, comenzando lo que con el tiempo se llamaría «unidad de acción» de los dos grandes sindicatos, que en gran medida llegan hasta nuestros días.

Se ha ido el último hombre de hierro del sindicalismo español. Me siento orgulloso de haber trabajado a su lado durante tantos años, porque aparte de ser el máximo dirigente del sindicato, también era un compañero en el día a día, teniendo la suerte de que comulgábamos con las mismas ideas. Estés donde estés, permanecerás en mi pensamiento, Nicolás, compañero.

Conrado Granado
@conradogranado. Periodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. He trabajado en la Secretaría de Comunicación e Imagen de UGT-Confederal. He colaborado en diversos medios de comunicación, como El País Semanal, Tiempo, Unión, Interviú, Sal y Pimienta, Madriz, Hoy, Diario 16 y otros. Tengo escritos hasta la fecha siete libros: «Memorias de un internado», «Todo sobre el tabaco: de Cristóbal Colón a Terenci Moix», «Lenguaje y comunicación», «Y los españoles emigraron», «Carne de casting: la vida de los otros actores», «Memoria Histórica. Para que no se olvide» y «Una Transición de risa». Soy actor. Pertenezco a la Unión de Actores y Actrices de Madrid, así como a AISGE (Actores, Intérpretes, Sociedad de Gestión).

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