¿La ficción es mentira o es otra forma de verdad?. El largometraje «My Mexican Bretzel», opera prima de la directora catalana Nuria Giménez Lorang, es un debate de poco menos de hora y media sobre realidad y ficción.
Simbiosis de documental y ficción, con fragmentos –fundamentalmente frases sueltas- del diario de una mujer llamada Vivian Barrett, perteneciente a la burguesía acomodada e ilustrada de la Europa de la posguerra, una mujer de un físico que recuerda extraordinariamente a Ingrid Bergman, y las filmaciones de su marido, un expiloto reconvertido en rico industrial tras un accidente y empeñado al parecer en filmarlo todo, en dejar constancia de la muy acomodada vida de la pareja (en ocasiones es la mujer quien coge la cámara y filma a un marido que disfruta exhibiendo su cuerpo), la realizadora ha compuesto una historia que es una roadtrip clásica (un imaginario y una cascada de sentimientos, imágenes y sueños) y también una novela casi rosa, un melodrama convencional.
El origen de esta película se remonta a 2011, cuando la realizadora Nuria Giménez encontró unas películas domésticas que habían rodado, a mediados del siglo pasado, sus abuelos: Ilse G. Ringier y Frank A. Lorang. A partir de aquel rico material, que mostraba a la pareja viajando por el mundo (de París a Nueva York, de Mallorca a Florencia, y en reuniones de amigos, excursiones y almuerzos), la cineasta comenzó a ingeniar una sofisticada y fascinante construcción cinematográfica: escribió un diario de un personaje ficticio, una tal Vivian Barret, que iba desgranando momentos de su existencia, inquietudes e intimidades.
E ilustró esas palabras con material fílmico seleccionado entre las 50 bobinas de 16 mm de sus antepasados. Con este material no solo logra «retratar una vida totalmente creíble, con sus luces y sombras, sino que también aborda un asunto tan peculiar como la necesidad que tenemos de aferrarnos a algunas mentiras para escapar de lo más terrible de la existencia humana: sus incertidumbres, inseguridades y, sobre todo, su temporalidad».
En la ficción, el matrimonio Barrett viaja por Europa y América, en una alternancia de citas de negocios y encuentros con amigos. Las imágenes nos informan acerca de la felicidad de la gente que posee villas en Suiza y barcos en la Riviera, la que recorre la Costa Azul en Jaguar y va de compras por Sunset Boulevard.
Pero –la película es muda- las palabras sobreimpresionadas de la protagonista hablan de soledad, de deseos ocultos y de pasiones reprimidas, con frases contundentes: «el deseo no es algo que se deba desperdiciar», sacadas del libro de un personaje de nombre Paravadin Kanvar Kharjappali, que finalmente resultó ser un plagio. También habla de dejar que la vida fluya, que siga su curso sin tomar decisiones que puedan alterarla.
«My Mexican Bretzel», interesante y aplaudida película que se estrena este viernes, 11 de diciembre de 2020, se presentó en el Festival de Rotterdam, donde ganó el Premio Found Footage, y después ha hecho un recorrido por New York Film Festival, el Festival Internacional de Cine de Monterrey, el Festival de Mannheim-Heidelberg (donde recibió los premios Internacional Newcomer y Fipresci, y la muestra Visions du Reel en Suiza.
En España ha recibido los premios del Jurado de Cine Español a Mejor Película, Guion y Dirección del Festival de Gijón y el Premio del Público en el pasado Festival D’A, en Barcelona. También ha sido uno de los títulos seleccionados para formar parte de la sección Made in Spain del último Festival de San Sebastián.