Con motivo del Día Internacional de la Mujer, colectivos de mujeres con discapacidad reivindican la doble discriminación que sufren por el hecho de ser mujeres y además tener una condición de discapacidad; un denominador común que sigue manifestando la desigualdad frente a la sociedad que las sigue discriminando.

La discriminación comienza primero por la participación laboral de las mujeres con discapacidad, que sigue siendo hasta en un 78,9 %, mientras que en los hombres que es del 68,8 %. El promedio de mujeres en patronatos y juntas directivas alcanza el 44 %, lo que supone que se ha aumentado ligeramente respecto a hace años, pero sigue siendo un handicap ser mujer y tener una discapacidad.

La sistemática vulneración de derechos de las niñas y mujeres con discapacidad pasa inadvertida cuando se sufre esta doble discriminación, según apunta la coordinadora de la Fundación CERMI Mujeres, Isabel Caballero. De igual forma, el Real Patronato sobre la Discapacidad apuesta por promover la igualdad de género para terminar con esa doble discriminación especialmente en la infancia con discapacidad. Bajo el lema, «Soy de la generación igualdad por los derechos de las mujeres», la reivindicación del 60 % de las personas con discapacidad que son mujeres sigue siendo una realidad en España. Mujeres que no obtienen, en la mayoría de los casos, ni reconocimiento ni visibilidad por el hecho de ser mujer y, además, por tener una discapacidad.

Los últimos datos del INE desvelan que la tasa de empleo de los varones con discapacidad (26,2 %) está un punto porcentual por encima de la de las mujeres (25,2 %), y la desigualdad salarial entre ambos sexos es de un 15,9 %. Si a ello le sumamos la etnia, la orientación sexual, la identidad de género y la pluridiscapacidad, las mujeres se convierten en personas invisibles para la sociedad que las ningunea y no les permite crecer como personas en igualdad de condiciones.

La manifestación hablará del talento que no tiene género, del feminismo intersecciones, de estar juntas y de ser libres, y de la no violencia contras las mujeres con discapacidad, que siguen siendo dueñas de su cuerpo y de su sexualidad, aunque no se las permita decidir sobre este asunto (refiriéndose a la esterilización forzosa a la que han sido sometidas durante años).

Abogar por un empleo digno, por bajar la tasa de paro, que es ostensiblemente superior en el caso de ser mujer y tener una discapacidad, así como la reclamación de contratos que no sean a tiempo parcial, lo que son parte de los obstáculos que van a reflejar las mujeres en la marcha de Madrid.

Actualmente se observan importantes diferencias en los resultados de calidad de vida de las mujeres pertenecientes a este colectivo, con respecto a otras mujeres (con y sin discapacidad), así como con respecto a los hombres con problemas de salud mental. Es importante señalar que las que presentan estos problemas puntúan más bajo en todas las dimensiones de calidad de vida, siendo las diferencias especialmente significativas en las dimensiones de bienestar emocional, relaciones interpersonales, desarrollo personal e inclusión social, como consecuencia de una serie de factores diferenciales en relación con otras mujeres con o sin discapacidad.

El particular peso del autoestigma y del estigma social y, su déficit en el desarrollo de habilidades sociales, les dificulta establecer y mantener relaciones interpersonales y les hace más vulnerables al riesgo de relaciones de dependencia. Asimismo, los condicionamientos sociales sobre la imagen, los escasos recursos y los factores añadidos de sobreprotección familiar y responsabilidad en las tareas de cuidado y hogar, conllevan un importante déficit en su participación. Es importante considerar que para que esta situación revierta en el caso de tener una doble discriminación, mujer y discapacidad, se debe apoyar y promover el empoderamiento de estas mujeres, como eje fundamental para avanzar en su participación real y efectiva en la sociedad tanto a nivel individual como colectivo. Mejorar su bienestar emocional, su autodeterminación y abordar terapéutica y psicológicamente a una mujer es el primer paso para que esta situación revierta.

De igual forma, evitar la violencia que sufren las mujeres con discapacidad, así como abordar la visibilización de su condición en muchos sectores, contribuiría a fomentar la igualdad y a evitar contextos en donde se llegan a considerar el colectivo más vulnerable por la falta de oportunidades, apoyos y derechos que siguen siendo pisoteados en la actualidad.

Para este desarrollo, la sociedad tiene que tener muy presente la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, concretamente el artículo 6 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), además de la Agenda 2030, que contemplan la igualdad entre los géneros (ODS nº 5), porque ser mujer y por tener una discapacidad situación sigue procurando una doble discriminación en la España del siglo XXI.

Ana De Luis Otero
Periodista. Doctora en Ciencias de la Información. PhD. Máster en Dirección Comercial y Marketing. Fotógrafo. Consultora de Comunicación Socia directora LOQUETUNOVES.COM; Presidenta de D.O.C.E.( Discapacitados Otros Ciegos de España); Secretaria General del Consejo Español para la Defensa de la Discapacidad y la Dependencia (CEDDD); Miembro del CEDDD autonómico de la Comunidad de Madrid; Miembro del Consejo Asesor de la Fundación López-Ibor; Miembro del Comité de Ética de Eulen Sociosanitarios; Miembro de The International Media Conferences on Human Rights (United Nations, Switzerland); exdirectora del diario Qué Dicen. Divulgadora científica, comprometida con la discapacidad y la accesibilidad universal. Embajadora de honor "Ñ". Representante en EASPD Europe del CEDDD Inclusive Life

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