Por nada del mundo me perdería un espectáculo, en este caso estreno absoluto, de Manuel Liñán.
Quizá más personal que los anteriores, Muerta de amor, con un elenco de baile cien por cien masculino, un espectáculo que destila testosterona a raudales, siempre en la más pura clave artística, nos cuenta, como el mismísimo Manuel dice, «doce historias carnales, fraternales, tóxicas, platónicas, inventadas», (hasta aquí Liñán) y añado por mi parte, de deseo intenso, de sexo puro sin mezcla de amor, también de amor, de cortejo, vividas, soñadas o deseadas, reales o inventadas por necesidad de supervivencia…
Lo siento, Manuel, todo eso me ha hecho vivir tu Muerta de amor, porque, como en la vida misma, ¿quién no ha soñado con historias de amor o solamente de sexo, quién no ha necesitado inventarse historias no vividas pero intensamente deseadas, incluso tóxicas?
Con Muerta de amor pones al espectador ante sí mismo, en el libre anonimato del silencio que nadie nunca conocerá.
Y el flamenco por encima de todo. Nada como el intimismo, el sentimiento profundo de la música flamenca, con especial expresión en el cante, para penetrar a través de la danza en lo más recóndito de uno mismo. Cante y toque flamenco, danza y dramaturgia, transforman Muerta de amor en la vida cotidiana, como un acto artístico.
Con historias tan naturales, que no necesitan ser calificadas de valientes, porque son lo que son, existen, aquí elevadas a la categoría de arte más sublime, real, puro.
Con historias como Muerta de amor, ya no es necesario ningún Día del Orgullo Gay, como no es necesario un Día del Orgullo Hetero. ¿Por qué habría que celebrar como algo especial, como algo que se considera fuera de la regla, algo tan natural como el amor, de la clase que sea, entre hombres, como no se celebra algo tan natural como el amor de la clase que sea entre hombre y mujer?
Manuel Liñán con Muerta de amor nos está diciendo, con arte superlativo, ¡basta ya de hipocresía!
Sigue Manuel Liñán su declaración de intenciones en Muerta de amor: «Historias reales que he necesitado a veces inventarme, otras exagerar (tiene razón, hay mucho histrionismo lleno de arte, lleno de gracia en este espectáculo de danza masculina) para conectar con lo sagrado, son instrumento fundamental en mi baile».
Añade: «no entiendo la danza sin el abandono de la realidad, de ahí la necesidad implacable de buscar el impulso para conectar con lo inexplicable, DIOS». Aquí, Liñán está gritando a los más reprimidos, obsesivos, ignorantes del verdadero significado del sexo, la cualidad de sacralidad del sexo. ¿Cómo se puede aspirar a vivir una vida sana sin sexo?
Liñán: «Creo en Dios Padre, como el vehículo, el tránsito a lo divino, lo inexplicable». Lo inexplicable que Muerta de amor, explica, explícitamente, por medio de danzas que despliegan arte superlativo, ARTE sin más adjetivos innecesarios.
Liñán: «Creo en los hombres que me llenan de gracia, que me sirven de inspiración carnal y platónica». Esto sí que es un acto de fe en los hombres, que no puede darse fuera de las historias, reales o inventadas, representadas en Muerta de amor. Bueno incluyamos también la amistad.
Liñán: «Creo en ti, padre, en tu palabra hecha carne, en la realidad del abrazo y en la carencia». ¿Aquí puedo sospechar quizá muy subjetivamente, que nos está hablando de la encarnación de Cristo? «Y el verbo se hizo carne y habitó entre nosotros». Bueno, bueno, solo estamos hablando de danza, de arte en su máximo nivel.
Sigue diciendo Liñán: «He muerto doce veces por amor. Todas esas historias carnales, fraternales, tóxicas, platónicas, inventadas… con carácter de copla (grandiosa Mara Rey, virtuosa de las coplas que narran historias) que me han llevado a experimentar ese milagro indescriptible del éxtasis de la danza que solo a veces sucede».
La danza, ya por sí misma es amor por encima de arte.
Y termina Liñán: «En el nombre del padre, del mío y de todos los hombres». Frase con múltiples lecturas, dejo sus múltiples posibles interpretaciones a la subjetividad de cada espectador.
«Muerta de amor es un archivo de los amores que han alterado mi baile hacia nuevas direcciones». La suprema grandeza de la danza cuando se torna biográfica… de casi toda la humanidad.
Una obra maestra que debería verse en los institutos.
Ficha artística:
- Noche del 13 de junio en la Sala Roja de Teatros del Canal.
- Baile: Manuel Liñán. Alberto Sellés, José Maldonado, Juan Tomás de la Molía, Miguel Heredia, José Ángel Capel, David Acero, Ángel Reyes.
- Cante: Mara Rey, artista invitada.
- Músicos: Juan de la María, (cante) Francisco Vinuesa, (guitarra y música) Víctor Guadiana, (violín y violín sintetizador) Javier Teruel, (percusión).
- Coreografía: Manuel Liñán y José Maldonado.
- Dirección: Manuel Liñán y Ernesto Artillo.