Mi nombre es Tamara Moral García y me pongo en contacto con ustedes para informar de lo sucedido a mi abuela Amada Moral Pardo en la Residencia Ballesol de Tres Cantos (en Madrid) y denunciar la actuación de esta residencia durante los meses de marzo y abril.
Mi denuncia está motivada principalmente por los siguientes motivos:
- Pongo en duda la actuación de la residencia Ballesol durante esta crisis sanitaria; que en mi opinión, no ha sido correcta. No se han tomado las medidas de contención adecuadas para evitar el contagio y una vez contagiados, tampoco se ha atendido a nuestros familiares correctamente.
- La falta de transparencia de la residencia y desinformación sobre su situación.
Pese a las numerosas llamadas y a solicitarlo constantemente, se nos ha negado el derecho a saber cómo se encontraba la residencia ante esta situación: no solo sobre el número de infectados por Coronavirus y de fallecidos, sino sobre el número de profesionales que se encontraban trabajando, si contaban con los recursos personales y materiales necesarios para hacer frente a la situación y, más importante, qué medidas se estaban llevando a cabo para evitar el contagio y atender a nuestros familiares. - La falta de transparencia de la residencia y desinformación sobre el estado de salud de mi abuela.
Pese a las numerosas llamadas preguntando por ella, por su estado de salud y solicitar hablar con el médico de la residencia, nunca quisieron responder a nuestras preguntas y el médico solo se puso en contacto con la familia un par de días antes de ingresarla en La Paz, donde falleció el 22 de abril a causa del COVID-19. - El trato que hemos recibido los familiares por los responsables de la residencia y el personal que secretaría que atiende las llamadas ha dejado mucho que desear.
En secretaría siempre que hemos llamado nos han contestado con las siguientes frases, en un tono de voz cortante y desagradable: «No estoy autorizada a dar esa información», «El médico se pondrá en contacto con vosotros cuando pueda o lo considere oportuno».
Si seguíamos preguntando, ponían el manos libres y seguían repitiendo la frase «No estoy autorizada a dar esa información» una y otra vez hasta que colgaban. Nadie se ponía en contacto con nosotros, ni la trabajadora social, ni los médicos, ni desde dirección…
A continuación, me dispongo, a modo de esquema-resumen a informar de algunos hechos que creo que pueden resultar más útiles de cara a una denuncia formal:
- 6 de marzo del 2020: Vemos en la residencia carteles que nos invitan, como medida preventiva, a restringir las visitas, mientras permanezca la situación de riesgo. (Tengo una foto.)
- A partir del 11 de marzo, mi tío y yo nos turnamos para llamar a la residencia (aproximadamente cada dos-tres días) para preguntar por el estado de salud de mi abuela.
- Después de proponerlo nosotros, conseguimos que la residencia acepte una videollamada con mi abuela (ya que, al tener inicio de Alzheimer, no es posible una llamada convencional con ella). Acordamos hacer una videollamada a la semana.
- La primera videollamada tiene lugar hacia el 23 de marzo. En ella vemos que se encuentra en el saloncito pequeño de la primera planta, con otros residentes, donde no hay posibilidad de mantener dos metros de separación. No está aislada. No observamos nada en ella que nos haga preocuparnos por su estado de salud físico. No así su estado de salud mental, que dada la situación de confinamiento (y la falta de visitas), asumimos que se vea afectado.
- 3 de abril del 2020: Segunda videollamada. De nuevo se encuentra en el salón pequeño de la primera planta, junto a otros residentes. Tampoco en esta ocasión observamos un estado de salud físico que nos preocupe.
Apalabramos con el profesional que se encuentra junto a ella hacer la siguiente videollamada el miércoles 8 de abril, pero al final nos posponen esta videollamada al lunes 13 de abril. - 13 de abril del 2020: Se hace, sobre las 14:00h, una videollamada que se suspende rápidamente ya que mi abuela se encuentra muy «dormida» y no hay forma de que interaccione. Se pospone al miércoles, a las 11:30h.
En esta ocasión, mi abuela está aislada en su habitación y vemos que el traje y medidas de protección del profesional que la acompaña han cambiado, aumentando considerablemente. - 15 de abril del 2020: Se hace una videollamada sobre las 11:30h. Mi abuela sigue aislada en su habitación. De nuevo se la ve muy «adormecida» y no interactúa. El profesional que la acompaña parece estar atendiendo varias habitaciones a la vez…
Mi tío y yo verbalizamos que no la vemos bien, y que parece que está sola. El profesional nos escucha y nos dice, algo nervioso, que eso no es cierto, que no nos preocupemos que mi abuela «está estable». - Desde el 13 de abril, mi tío aumenta el número de llamadas preguntando por mi abuela y pidiendo hablar con el médico. Sin respuesta.
- 16 de abril del 2020: La doctora llama a mi tío para informarle de que mi abuela está muy malita, pero que ha dado negativo en la prueba del Covid 19. Después, le da a elegir entre derivarla o no al hospital, aunque su recomendación es de no hacerlo. No obstante, mi tío decide derivarla a La Paz.
Ese mismo día por la tarde-noche, nos confirman que mi abuela está ingresada en La Paz con un cuadro muy grave, reuniendo todos los síntomas del Covid. - 17 de abril del 2020: Desde La Paz nos informan que mi abuela ha dado positivo en la prueba del Covid 19 y que sigue muy grave. De hecho, ya nos preparan para lo peor.
- 22 de abril del 2020: Mi abuela fallece en La Paz, sobre las 16:00h.
Aprovecho para comunicar otro suceso importante que tuvo lugar con mi abuela en la Residencia Ballesol de Tres Cantos y sobre el que también dejó mucho que desear la gestión de la residencia: Mi abuela tuvo sarna.
Aproximadamente hacia finales de año del 2019 mi abuela tuvo una especie de «dermatitis» muy fuerte, con muchísimos picores. Aunque en la residencia le pusieron diferentes tratamientos, esta dermatitis no solo no remitía sino que con el tiempo fue a peor.
Hacia la primavera ingresamos a mi abuela en Urgencias, por una caída. Aprovechamos la ocasión para solicitar que la vea el dermatólogo de Urgencias, que no detecta la Sarna. Propone un tratamiento que se comunica a la residencia, pero que tampoco funciona.
El 31 de julio llevo a mi abuela al dermatólogo de la Seguridad Social (cita que habíamos solicitado más de tres meses antes) y en cuanto la ve, la especialista lo tiene claro: se trata de Sarna, y en grado muy avanzado. Manda un tratamiento muy concreto y potente, además de unas medidas de higiene y prevención muy estrictas, ya que la sarna es muy contagiosa.
Esa misma tarde informo en persona de todo (y entrego una copia de todos los informes) a la doctora. Ésta niega que se trate de sarna y pone en tela de juicio el diagnóstico de la dermatóloga. No obstante, a partir de ese momento aíslan a mi abuela en su habitación durante más de un mes y aplican el tratamiento recetado por la especialista, tratamiento que en menos de un mes funciona notablemente.
Salvo al médico y la enfermera que la tratan, no informan a nadie (ni a los trabajadores) de que mi abuela tiene sarna. No se nos presta atención cuando mostramos nuestra preocupación porque otros residentes estén infectados y por las medidas higiénicas a llevar a cabo en toda la residencia.
Nadie se pone en contacto con nosotros, ni desde dirección; siempre somos nosotros quienes tomamos la iniciativa tanto para informar de lo que nos dicen los médicos de la Seguridad Social como para preguntar sobre la evolución de mi abuela.
En nuestra opinión, entendemos que la sarna no es muy común en España y que fuera difícil de diagnosticar pero tenemos claro dos cosas:
- La primera que mi abuela solo se pudo contagiar de sarna en la residencia, ya que ella rara vez salía de la residencia y solo recibía las visitas de mi tío y mías. Añadir que la sarna está relacionada con la falta de higiene y que se transmite mucho a través de toallas, sábanas… gestiones que corrían directamente a cargo de la residencia.
- Una vez diagnosticada la sarna, la residencia lo niega y lo oculta. Y creemos que no toma medidas de higiene específicas con el resto de residentes.
Aclarar que en el informe de la dermatóloga está escrito «posible sarna», y es precisamente a ese «posible» a lo que se agarra la residencia para negar el diagnóstico. En una de las revisiones con la dermatóloga, le comento la postura de la residencia y me responde verbalmente que el diagnóstico es si duda alguna sarna pero que ella escribió «posible sarna» porque en la consulta no dispone del microscopio para hacer la prueba y por lo tanto, no puede escribir que sea sarna.
Muchas gracias por su atención.
Lo que no comprendo es que, si teníais dudas de su gestión o trato, dejéis a vuestro familiar allí – nosotros sacamos a mi madre de la residencia a la más mínima duda y ahí sigue, con nosotros en casa. Que nos ha costado sacarla de allí – SÍ, que nos hemos sacrificado muchísimo – SÍ, pero ahí está. Con todos mis respetos, aquí se mezclan varias cosas, y muchos eludís vuestra responsabilidad cargando contra las residencias – las residencias, residencias son – no son hospitales ni mucho menos ni tienen un equipo especializado de médicos como la seguridad social u otras clínicas – pero claro es más sencillo echar la culpa a los demás – no digo que la residencia no la tenga, pero si tú observabas irregularidades, lo primero es sacar a tu familiar de allí para que esté bien.
Hay gente que culpa a los políticos que gobiernan de “matar” a muchos de nuestros mayores; mas el problema real es la eterna ineficacia de las residencias. Por supuesto, hay centros que hacen bien su trabajo, pero son una minoría aplastante.
Gracias por contarnos vuestra historia.
Ojalá nadie tuviera que narrar otra parecida.
Un abrazo enorme, Tamara. “TQM.”
Y hasta siempre, Amada.
Quiero ponerme en contacto con vosotros para denunciar la misma situación en mi madre con respecto a la sarna desde hace un año. Yo la saque de la residencia en cuanto vi que las aislaban y estaban solas y atadas tengo varias cosas muy graves que denunciar en su habitación…..
Gracias Tamara por tu coraje, por poner voz a muchos que han querido denunciar situaciones similares…pero sobre gracias por poner voz a los que ya no están.
Lo siento mucho Tamara, me gustaría darte las gracias por dar visibilidad a esta situación que se vive en las Residencias de Mayores y no sólo durante el Covid-19.
Es una vergüenza que se haga negocio con personas en estos lugares.