Cristina Martínez Benítez de Lugo

Los presos políticos saharauis llegaron a la cárcel tras juicios amañados. Sus condiciones son infames. Algunos llevan seis años en aislamiento. Son torturados, humillados, la comida, la celda son un asco. A veces los carceleros se quedan con el dinero que entregan las familias para los presos.

Están en cárceles de Marruecos –taxativamente prohibido por el Cuarto Convenio de Ginebra-, es decir a mil y pico kilómetros de su hogar, por lo que las familias no les pueden visitar fácilmente. Hay que calcular que no hay dinero para el viaje, un viaje largo y cansado en autobús que lleva a una capital y que precisa de un trasbordo hasta la cárcel que puede durar horas o días.

Llegan a las puertas de la cárcel y les dicen que vuelvan otro día. Las comunicaciones telefónicas son escasísimas, una vez a la semana, unos momentos. La asistencia médica es casi inexistente, y los presos acumulan enfermedades. Todo el maltrato de la administración marroquí hacia los presos políticos saharauis está expresamente prohibido en convenios internacionales suscritos por Marruecos. 

Los presos se rebelan contra esta situación. La primera injusticia es que estén ahí. Son presos políticos. No han hecho nada. Ninguna organización puede comprobar las condiciones de encarcelamiento, ni siquiera la Cruz Roja Internacional, ni siquiera sus abogados, que no les pueden visitar.

La única salida que tienen es la huelga de hambre. Es su forma de protesta para que el mundo sepa por lo que están pasando. Esa rebeldía se vuelve contra ellos, no solo porque debilita aún más su salud, sino porque la represión es más dura. La huelga de El Bachir Khadda que duró 43 días fue el detonante para la creación de este Movimiento. Era tal la impotencia, la angustia de que pasara un día tras otro, y no hubiera reacción. Forzosamente su cuerpo se iba deteriorando.

Había que hacer algo. A los treinta días, hubo una manifestación, y nada más. No se puede estar esperando a que hagan algo los demás. Si crees en ello, hay que hacerlo. Y la lucha tiene que empezar por la calle.

Empezamos a manifestarnos cuando Mohamed Lamine Haddi llevaba 48 días en huelga de hambre para protestar por sus condiciones en prisión. Éramos tres personas, el día 1 de marzo de 2021, ante el Ministerio de Exteriores de la plaza de la Provincia. La huelga duraría veintiún días más. Acudimos todos esos días para hacernos eco de su situación. Cuando terminó la huelga, mantuvimos la fecha de los lunes para reivindicar a todos los presos políticos saharauis. Y así seguimos. 

El lunes 5 de abril de 2021 escribimos nuestra primera carta a la entonces ministra, Arancha González Laya, pidiéndole que mediara para que terminara la persecución de civiles saharauis y que una institución internacional se personase urgentemente en las cárceles marroquíes para el seguimiento de las condiciones de encarcelamiento y de salud de los presos políticos saharauis.

Desde entonces hemos dirigido unas ochenta cartas a González Laya y José Manuel Albares, para pedirles de todas las maneras posibles que se involucren en la defensa de esos presos inocentes y de sus condiciones de presidio. Les recordamos invariablemente que España es la potencia administradora de iure del Sahara Occidental y tiene la obligación de velar por el bienestar de los saharauis. No hemos recibido respuesta.

Si miramos las fotos de hace dos años, muchas personas ya no vienen, pero cumplieron un cometido. Y ahora vienen otros. Mantener una cita semanal es difícil. El grupo que se forma se va renovando. Crecemos poco, pero crecemos. Nos gustaría ser muchísimos más porque creemos que la causa merece la solidaridad de todos. Nos parece evidente. No todos lo ven así. Unos lo consideran inútil, a otros no les merece la pena. Otros, sencillamente, no pueden. No todos lo saben.

Lo bueno que tiene una cita fija es que no necesita compromiso. Estamos ahí todos los lunes, sea fiesta, puente, llueva o sea el Día del Trabajo. Va el que puede, cuando puede. Eso no quita que haya personas que se han comprometido, y son los que hacen posible la continuidad. 

Cuando volvamos en septiembre, intentaremos ser más numerosos, llamar más la atención, sacar tiempo para dar charlas y difundir el tema de la ocupación del Sahara Occidental. Nos gustaría que estas concentraciones sistemáticas por los presos se repitieran en otros puntos de España ante cualquier organismo estatal. Tenemos que acercarnos más a los presos, a sus familias, intentar pagarle el viaje a alguna madre que lleve años sin ver a su hijo. Mandarles cartas o libros en la esperanza de que los recibirán. 

Necesitamos ideas e imaginación. 

La cita: 

  •    Plaza de la Provincia ante el Ministerio de Asuntos Exteriores.
  •    Lunes de 12,30 a 13,30 am. En época de calor, de 10 a 11 am, consultar fechas.
  •    Próxima cita tras el verano: 4 de septiembre 2023 

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