Moción de censura de Vox: la sombra del tardofranquismo es alargada

Un escribano en la Corte

Tras escuchar durante dos jornadas al candidato Santiago Abascal presentando la moción de censura de Vox contra el gobierno del presidente Pedro Sánchez, a uno le pareciera haber vivido un mal sueño, una pesadilla que a algunos nos retrotraía a un tardofranquismo que millones de españoles conocimos en tiempos pasados y que ya creíamos superado. Afortunadamente, después de ese vendaval de improperios del líder de la ultraderecha las aguas de la democracia parece que bajan calmas, aunque no está de más dejar algunos apuntes sobre este mal sueño vivido.

Porque las intervenciones del candidato a presidente, señor Abascal, en el Congreso de los Diputados, sede de la soberanía nacional, han dejado patente muchas cosas. En primer lugar, que el calificativo de ultraderecha creo que se le queda corto a Vox, le resulta benigno, porque es mucho más que eso, y el verbo de su líder es testigo.

Es cierto que en un sistema democrático como el nuestro cualquier partido está en su perfecto derecho de presentar una moción de censura si cree que el gobierno de turno lo hace mal, o muy mal. Y también puede llegar a ganarla si convence al resto o a la mayoría del Parlamento que hemos elegido los ciudadanos con nuestros votos. Hasta ahí, todo correcto.

Pero es que este iluminado y salvador de la patria no ha dejado títere con cabeza, ni dentro ni fuera de España. Al gobierno de Sánchez lo ha calificado, entre otras cosas, de criminal, culpándole de miles de muertes. De social comunista bolivariano, destructor del país, que nos va a arruinar pasado mañana. Solo le ha faltado sacar a relucir la muletilla de lo de vendido «al oro de Moscú», tan al uso durante el Régimen franquista que pareciera añorar.

Pretende el líder de Vox, según sus palabras, acabar con el sistema autonómico que tenemos establecido legalmente, reconocido en nuestra Constitución. Es partidario al mismo tiempo de privar de la sanidad pública a los inmigrantes, seguramente porque le estorban, o porque no viven en los barrios acomodados de Madrid. Pretende también ilegalizar a partidos políticos de izquierdas cuando están reconocidos legalmente, como lo está Vox, por cierto.

Pero rayando es la estulticia, en el absurdo, la estupidez, el señor candidato Abascal ha dicho, entre otras lindezas, que este es el peor gobierno que hemos tenido en ochenta años. Permítame decirle, señor candidato ya en dique seco, que hace cuarenta años vivíamos en un régimen dictatorial, el que impuso un tal Francisco Franco, que usted parece añorar, un militar levantado en armas contra un gobierno entonces legítimo. No existían en ese periodo la democracia, ni los partidos políticos, los sindicatos, la libertad de opinión. Pero al parecer para usted era mejor que lo que tenemos hoy. Ítem más: en los primeros años de la democracia, le hablo de 1978, los restos del franquismo, sus seguidores, como lo es usted, seguían vivos, latiendo, de tal manera que salían a la calle, le hablo de Madrid, y cada 20 de noviembre tomaban con sus coches la llamada Zona Nacional y te podían obligar a cantar el “Cara al sol”. Por cojones, porque lo mandaban ellos. Le ofrezco a usted un documento a través de la portada de una revista de la época, La Calle, de fecha 13-19 de junio de 1978, para que vea que no falto a la verdad, aunque usted nos llame lacayos a los periodistas que no le somos afines.

Claro que pretender también comparar a la actual Unión Europea con la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), con China, o incluso con los sueños de Hitler, no es que sea de pata de banco, es de una ignorancia supina, y no creo que usted sea un ignorante; más bien creo que usted vive en otro mundo, y así le va. Pero claro, tiene usted sus seguidores, que le jalean complacidos, exultantes, prietas las filas, recias, marciales…

Pero a la hora de la verdad, y viviendo en democracia, como vivimos, lo que cuentan son los hechos contantes y sonantes. Y esos hechos quedaron patentes, reflejados en el corazón de la democracia, es decir, en el Congreso de los Diputados que los ciudadanos hemos elegido libremente. Un lugar donde Vox se quedó solo, con sus 52 diputados, frente al resto de los representantes de todos los españoles, que fueron 298 votos.

Dijo el candidato Abascal aquello de que “Sí estoy tocado. No me esperaba ese ataque tan personal”, en referencia a las palabras del líder de la oposición y máximo dirigente del Partido Popular, Pablo Casado, quien parece haber roto definitivamente con la ultraderecha con un discurso bien enmarcado. No señor Abascal, usted está tocado, además de por las palabras del líder del partido del que usted emana, y que por cierto le dio trabajo durante quince años, porque en democracia el tardofranquismo huele mal, no casa con los cánones de convivencia y respeto con los que hoy queremos vivir los españoles.

Conrado Granado
@conradogranado. Periodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. He trabajado en la Secretaría de Comunicación e Imagen de UGT-Confederal. He colaborado en diversos medios de comunicación, como El País Semanal, Tiempo, Unión, Interviú, Sal y Pimienta, Madriz, Hoy, Diario 16 y otros. Tengo escritos hasta la fecha siete libros: «Memorias de un internado», «Todo sobre el tabaco: de Cristóbal Colón a Terenci Moix», «Lenguaje y comunicación», «Y los españoles emigraron», «Carne de casting: la vida de los otros actores», «Memoria Histórica. Para que no se olvide» y «Una Transición de risa». Soy actor. Pertenezco a la Unión de Actores y Actrices de Madrid, así como a AISGE (Actores, Intérpretes, Sociedad de Gestión).

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