Cuando DA se enteró del ataque mortal contra un bar gay en la capital eslovaca, Bratislava, el pasado octubre, su primera reacción fue una mezcla de dolor, conmoción y rabia, pero poco después, el estudiante universitario y miembro de la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, intersexuales y queer (LGBTIQ) del país empezó a preocuparse de inmediato, informa Ed Holt (IPS) desde Bratislava.
Temía por mi propia seguridad, dijo DA a IPS. Incluso ahora, meses después, ese temor permanece en la comunidad.
«Conozco a personas que me han dicho que tienen miedo de salir de noche o que no quieren salir solas y se juntan en grupo. A mí me pasa lo mismo», explicó DA, del que no se brinda su nombre por razones de seguridad.
El ataque al bar Teplaren, perpetrado por un adolescente simpatizante de la extrema derecha, dejó dos muertos y un tercero, que se recuperó más tarde, gravemente herido. Conmocionó a muchos y suscitó un debate sobre las actitudes hacia las personas LGBTIQ en este país conservador y predominantemente católico.
Pero también puso de manifiesto la amenaza de violencia extrema a la que se enfrentan los miembros de la comunidad LGBTIQ, no solo en Eslovaquia, sino en toda Europa, justo unos meses después del ataque a un bar gay en Oslo, en el que murieron dos personas y otras veintiuna resultaron heridas.
Y los grupos que trabajan con las comunidades LGBTIQ de toda Europa afirman que la violencia es cada vez más planificada y mortífera, lo que hace que muchos se sientan inseguros en todos los países del continente.
Un informe de la rama europea de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersexuales (Ilga-Europa), publicado en febrero, mostró que 2022 fue el año más violento para las personas LGBTIQ en el continente en la última década, tanto por ataques feroces y planificados como por suicidios.
Según el informe, esta violencia se produjo tras el aumento y la generalización del discurso del odio por parte de políticos, líderes religiosos, organizaciones de derechas y expertos de los medios de comunicación.
«Llevamos tiempo observando un aumento de la incitación al odio y denunciándolo. Pero lo que nos ha sorprendido es la ferocidad y la violencia del odio, y las agresiones físicas contra las personas LGBTIQ», dijo a IPS la directora de Defensa de Ilga, Katrin Hugendubel.
El informe de Ilga muestra que los problemas de incitación al odio -ya sea en Internet o en público por parte de políticos, representantes del Estado o líderes religiosos- contra las personas LGBTIQ se extienden por toda Europa, desde Armenia y Austria hasta Serbia, Suecia, Turquía y Ucrania.
Eso supone graves consecuencias para las personas y los colectivos, no solo en los países en los que abunda la incitación al odio, sino también en los países en los que existe la creencia generalizada de que las personas LGBTIQ son progresivamente aceptadas.
El reporte de Ilga puso de relieve el discurso de odio utilizado durante los debates sobre las leyes de transexualidad en el parlamento finlandés, mientras que los fiscales finlandeses han expresado anteriormente su preocupación por el discurso de odio que alimenta el sentimiento anti-LGBTIQ en la sociedad.
Y en Eslovaquia, algunos políticos, entre ellos ex primeros ministros, han denigrado públicamente a las personas LGBTIQ, han hablado de la homosexualidad y la transexualidad como perversiones y, en algunos casos, incluso han pedido que se legisle para limitar los derechos de las personas LGBTIQ.
DA, quien dijo tener amigos que habían sido agredidos por su identidad, cree que este tipo de retórica, de políticos o de cualquier otra persona, contribuye a alimentar la violencia contra la comunidad LGBTIQ.
En Eslovaquia, la gente suele dejarse influir fácilmente por el tipo de información que recibe a diario. Así que la retórica del odio conduce a la violencia, dijo.
En otros países, los políticos han llevado las cosas aún más lejos, promulgando leyes que impiden de hecho cualquier imagen pública positiva de la comunidad LGBTI.
El 5 de diciembre se promulgó en Rusia la llamada «ley de prohibición de propaganda LGBTIQ», que ilegaliza toda promoción de lo que las autoridades consideran «relaciones sexuales no tradicionales».
Los grupos que trabajan con la comunidad LGBTIQ de Rusia indican que la nueva ley amplía otra norma de 2013 que prohibía presentar en forma positiva a los menores las relaciones homosexuales.
Es la ultima acción de un sistema estatal diseñado para estigmatizar aún más a esa minoría y forma parte de la intensificación de la retórica política anti-LGBTIQ.
La violencia contra esta comunidad ha ido en aumento en Rusia durante la última década, y les preocupa que la nueva ley no hacen sino avivarla aún más.
En Hungría se aprobó una ley similar en 2021, y los expertos afirman que ha animado a la gente a expresar físicamente su odio hacia el colectivo LGBTIQ.
«Según las declaraciones de los autores de los incidentes de odio (y mirando las redes sociales), parece que la ley reafirma los prejuicios homófobos y transfóbicos ya existentes y hace que sea aceptable actuar en consecuencia: la gente cree que la ley está de su lado», dijo a IPS Aron Demeter, director del Programa de Amnistía Internacional en Hungría.
Y añadió: «Como la ley es confusa (y absurda) a propósito, basta con que entiendan que protege a los niños de las personas LGBTI y eso les sirve de autorización legal para ser hostiles».
Aunque una legislación tan abiertamente represiva no es habitual contra las personas LGBTIQ en otros países de Europa, los activistas de sus derechos señalan que en muchos Estados existen lagunas en las leyes que protegen al colectivo.
Hugendubel destacó que en muchos países aún no existe legislación que trate específicamente la incitación al odio contra la comunidad LGBTIQ.
Añadió que esto debe abordarse, pero que es crucial que las personas al más alto nivel político se pronuncien contra el odio hacia esa comunidad.
«Creemos que las instituciones de la Unión Europea y los líderes nacionales deben hacer un esfuerzo mucho mayor para acabar con el odio. Tienen que hacer declaraciones claras diciendo que el odio no es aceptable», afirmó.
Inmediatamente después de los atentados de Noruega y Eslovaquia, muchos políticos, tanto nacionales como de otros países, se apresuraron a condenarlos y a denunciar el odio que había detrás.
Pero se mantiene la preocupación ante el hecho de que los políticos sigan utilizando a las personas LGBTIQ como fuente de polarización.
«Es importante ver cómo los políticos utilizan el colectivo LGBTIQ como herramienta de polarización. Es algo que pueden utilizar para motivar a una base específica de votantes conservadores, y es una herramienta que funciona hasta cierto punto», afirmó Hugendubel.
A su juicio, «también se utiliza para distraer la atención de otras cuestiones, como la corrupción; es polarización a costa de la comunidad LGBTIQ».
El discurso de odio y la violencia que provoca están aumentando en Europa, aunque se estén tomando medidas contra ellos, con un número creciente de procesamientos por discurso y delitos de odio en muchos países.
También se está avanzando en la protección legislativa de las personas LGBTIQ.
Mientras, a pesar de la creciente instrumentalización de las cuestiones LGBTIQ por parte de políticos y otras personas destacadas en contra de la comunidad, hay una creciente aceptación y apoyo a la comunidad en las sociedades, especialmente en países donde los gobiernos están aplicando políticas frontales anti LGBTIQ, como Polonia y Hungría, según Ilga.
Pero es necesario hacer más, afirmó Hugendubel.
«Hacemos un llamamiento a todos los líderes políticos para que den un paso al frente, hablen claro y sean proactivos en la lucha contra la incitación al odio, en lugar de ser reactivos cuando se enfrentan a sus consecuencias», afirmó.