El fallecimiento a los 84 años de Madelaine Albright, en medio del conflicto en Europa, pone en relevancia la personalidad de la dama de la diplomacia y las negociaciones. Nacida en Checoslovaquia el 15 de mayo de 1937, conoció de pequeña el nazismo y el comunismo. Se educó en Suiza, allí aprendió el francés, hasta que su familia emigró a Estados Unidos. Se convirtió en ciudadana Americana en 1957 y se graduó en Ciencias Políticas en 1959.

Al casarse con Joseph M.O. Albright, se vincula y trabaja en periodismo. Cuando se muda a Washington estudia Relaciones Internacionales y ruso, su Maestria fue sobre el cuerpo diplomático soviético, y su tesis de Doctorado sobre la primavera de Praga de 1968.

Comienza entonces, una carrera diplomática, que la lleva a desempeñarse como asesora de política exterior del Partido Demócrata. El presidente Clinton la nombra Embajadora de los Estados Unidos ante Naciones Unidas y luego la nomina como Secretaria de Estado de los Estados Unidos, convirtiéndola en la primer mujer en ocupar ese alto cargo. En su gestión afianzó el papel de la OTAN, redujo las armas nucleares, defendió los derechos humanos, y tuvo una filosofía de «Idealismo Pragmático».

Al retirarse de sus funciones diplomáticas fundó el Albright Group de consultoria internacional. Fue presidenta de varias instituciones y comites. Publicó varios libros sobre relaciones internacionales y sus memorias: «Madam Secretary» (2003). En 2009, hace una gira por diversos centros académicos de Estados Unidos, con su libro: «Read my Pins» «Lea mi prendedor: Colección Madeleine Albrigth».

Joyas, política y negociaciones

Pocos saben sobre su colección de prendedores, mas de doscientos tipos y diseños, muchos de los cuales fueron usados por la Secretaria para comunicar un mensaje diplomático durante sus años de actividad política. Esta historia de joyas, política y negociaciones empieza de una manera secreta y se convierte en un lenguaje a descifrar por parte del mundo de la diplomacia.

Cuando la colección llegó a Miami, fui invitada por el Miami Dade College para asistir a la velada donde Albrigth seria homenajeada.

La saludé al verla en la sala donde estaban expuestas las fotos y joyas. Le pregunté en francés por qué había elegido los prendedores para ese lenguaje diplomático, ella sonrió y muy amablemente me respondió también en francés:

«Siempre me gustaron los prendedores y ellos se convirtieron en la expresión de mis puntos de vista ante las situaciones políticas. Es una joya que llama la atención.»

Al acercarnos a las vitrinas donde estaban las joyas comprobé el testimonio de su gestión política: vi fotos junto al presidente francés Jacques Chirac, con el líder Mandela en África, con los representantes árabes y con Arafat. Sus broches eran emblemáticos: palomas, tigres, mariposas, según la ocasión y los temas.

«Como ve, hay todo un lenguaje secreto en mis prendedores». Y continuo en francés diciéndome que fueron años de mucho trabajo y dedicación. Me confirmó, que le gustaba platicar en francés, le traía recuerdos. Le comenté que sabía que había estudiado en Suiza y que había escrito su tesis sobre la Primavera de Praga el 1968, que yo había vivido ese evento, como estudiante, desde París y que me gustaría entrevistarla.

Me dijo entonces que la visitara en Washington, me alcanzaron su tarjeta, que teníamos tema para comentar (Lamento no haber viajado en su momento). La felicité por la extraña idea de unir la joya con la política. «Fue sin proponermelo, descubrí que la joyería se había convertido en parte de mi lenguaje diplomático personal» – me dijo besándome.

Aprecié la exposición, en algunas fotos, el fotógrafo, utilizando gran angular, captaba el prendedor y el rostro de la estadista.

Ignoro si los fotógrafos sabían de ese extraño lenguaje pero en los medios diplomáticos era un código. Extraña unión de política, joyas y fotografía. Complicidad entre la élite diplomática, el ojo del fotógrafo y la dama portadora del mensaje, a través de la joya.

El uso del prendedor comenzó en 1994, cuando la prensa de Medio Oriente tildó a Albrigth de «víbora sin paralelo». Albrigth era entonces embajadora ante Naciones Unidas y uso un broche en forma de serpiente, mandándoles un mensaje. Este fue el comienzo de su original colección. Para las situaciones de conflicto portaba arañas, escorpiones o moscas. Para las negociaciones demasiado lentas llevaba unas enormes tortugas. Para Miami utilizó un flamenco, emblema de la región.

Pude observar joyas de oro con piedras preciosas, pero también otras de ejecución artesanal como la que le dedicaran los indios navajos americanos, otras eran en cerámica y tejidos, de latón y de vidrio. Lo importante, en esta colección no era el lujo sino el mensaje, por eso es una colección muy especial.

Albrigth, la dama de las negociaciones, ha sido profesora de Diplomacia en la Facultad de Servicio Exterior de la Universidad de Georgetown, en Washington, sabía lo que significaba la educación para los pueblos. Su colección era también educativa, un mensaje para mostrarnos la complejidad de los hechos, cómo se conjugan diversos aspectos en la trama histórica: el político, lo diplomático, la negociación, los intereses diversos y el poder.

Su recuerdo de inteligencia y sensibilidad vuelve a mi en momentos de su deceso y ante sucesos tan dolorosos para Europa.

Su legado diplomático y los esfuerzos para lograr equilibrios y consensos mundiales seran una inspiración ante momentos cruciales de los pueblos. Su nombre es parte de la historia mundial.

Descanse en paz.

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