Macron niega la democracia

Bas les masques! Cuando la dictadura es un hecho, la revolución es un derecho. Víctor Hugo

Espero que los que votaron a Enmanuel Macron pensando que iba a impedir el fascismo habrán comprendido por fin que no solo no lo ha impedido, sino que se ha transformado en el más cínico y peligroso vector de la peste parda que nos amenaza, en Francia como en Europa.

El denominado «frente republicano» que para evitar la elección de diputados neofascistas, permitió una vez más en las últimas elecciones legislativas, salvar los muebles del partido macronista (Renaissance), y de numerosos «socialistos» miembros del Partido Socialista franceses allegados a Macron, ha vuelto a dar pruebas de su ineficacia.

Macron no solo niega la realidad del resultado electoral con mayoría relativa para el NFP, Nuevo Frente Popular, sino que espera mantenerse en el poder con el apoyo una vez más de la ultraderecha. Recordemos que el Partido Socialista se ha adherido al programa mínimo del NFP, así como el Movimiento ecologista.

El cinismo del «presidente monarca» con su golpe de estado institucional sitúa a Francia al borde del caos político, en un callejón sin salida. Tras negarse a aceptar el resultado de las urnas, rechazando la designación como primera ministra de Lucie Castets, propuesta por el NFP, como lo dictan la Constitución y la tradición republicana, pasado el paréntesis de los JJOO y del periodo veraniego que le han servido de pretexto para confiscar o abolir la democracia, Macron tendrá que afrontar la realidad de su derrota.

Negándose a aceptar la victoria electoral del NFP, el presidente sigue siendo un rehén en manos de la ultraderecha, que espera el momento más oportuno para deshacerse de él.

Lejos de ser la solución, Macron, es hoy el principal problema que tiene Francia. El mundo de las finanzas que le llevó al poder ya lo ha entendido y aquí como en Europa el peligro es precisamente que ese poder financiero (el mismo que llevo a Hitler al poder) está de nuevo apostando hoy por la ultraderecha, para evitar que la izquierda aplique su programa ecológico y social.

Con su obcecada actitud antidemocrática Macron no hace sino prolongar un poco más el momento de su caída. La próxima elección presidencial en este país se jugará entre la extrema derecha neofascista y la izquierda parlamentaria. El cinismo de Macron ha enterrado para siempre el denominado «frente republicano», pues ya nadie cree en su palabra, mil veces desmentida.

Bas les masques! Las máscaras han caído

Tras haber acusado a Jean Luc Melenchon de ser la causa de todos los males del planeta y de la izquierda, la derecha y la extrema derecha que sostienen a Macron aseguraron que votarían la censura de cualquier gobierno de izquierdas con ministros de LFI (Francia Insumisa) que es la principal fuerza política del NFP.

Cuando Melenchon propuso retirar a los ministros LFI, a condición de que el nuevo gobierno del NFP pueda aplicar su programa mínimo, Macron y sus portavoces dijeron claramente que lo que no pueden aceptar es precisamente el programa de la izquierda parlamentaria, que anuncia como primeras medidas la abrogación de la ley de pensiones, el aumento del salario mínimo a 1600 euros, y el restablecimiento de los servicios públicos en Francia.

Dicho de otro modo, la democracia para Macron existe solo si es él quien gana las elecciones, y considera «extremista» o «terrorista» cualquier otro programa económico, ecológico o social diferente del suyo.

La organización patronal ha tomado parte también en ese rechazo de un programa económico estrictamente keynesiano, dejando claro en sus declaraciones a la prensa que, como Macron, prefiere apostar por el neofascismo, para impedir la llegada al poder de la izquierda parlamentaria.

Insisto y me repito: ni Keynes es Marx, ni un genocidio es una guerra. Por mucho que repitan una mentira, nunca será una verdad.

La prensa de la corte habla de la designación de un primer ministro como si se tratase del casting de una película (de horror) o de la lotería de una verbena dirigida por el obstinado reyezuelo. La realidad es que, si Castets no es designada primera ministra, Macron deberá dimitir tarde o temprano.

La izquierda parlamentaria ha presentado ante el Consejo Constitucional una demanda de destitución del jefe del Estado por no respetar el resultado electoral.

El NFP, Nuevo frente popular, ha anunciado así mismo que presentara una moción de censura contra cualquier gobierno con «personalidades» que no representan a nadie o con partidos que hayan perdido las elecciones, como intenta actualmente Macron.

Las vías legales y parlamentarias son absolutamente necesarias para hacer respetar el Estado de derecho; pero si el reyezuelo se obstina en su golpe de estado, la acción de la izquierda parlamentaria para ser eficaz deberá ir acompañada por una masiva movilización social.

Primera cita de esa movilización nacional: el próximo 7 de septiembre, respondiendo al llamamiento de las organizaciones de la juventud y del Nuevo Frente Popular, para reclamar el respeto de las urnas o la destitución de Macron.

Macron deberá responder también de la ilegalidad de su gobierno dimisionario, cuyos ministros siguen ejerciendo además de diputados, lo que es contrario a la ley. Un gobierno derrotado e ilegitimo sigue gobernando como si no pasara nada. ¿Hasta cuándo?

Si los contrapoderes institucionales, las fuerzas del orden y el ejército en este país apoyan la decisión de Macron contra el voto popular, la frase de Víctor Hugo podría entonces hacerse realidad. Pero sin llegar a esa revolución una buena huelga general ilimitada seria quizás suficiente para hacer cambiar de opinión a la organización patronal y al mundo de las finanzas.

Por el momento las organizaciones sindicales de trabajadores, aunque se declaran inquietas por la actitud antidemocrática del jefe del Estado, no se han unido todavía de forma explícita al llamamiento del 7 de septiembre contra el autócrata Emmanuel Macron.

Julio Feo Zarandieta
Periodista profesional en Francia desde 1976. He trabajado durante 35 años como periodista (Responsable de edición y critico de cine) en el servicio en castellano de Radio Francia Internacional. Pero también como corresponsal en París de diversos diarios y semanarios españoles y critico en Cine Classics (canal plus). Jubilado desde el 2013, escribo ahora en Periodistas en español y en Aquí Madrid. Miembro del Sindicato Francés de la critica de cine y de Fipresci, he cubierto numerosos festivales de cine internacionales, muy especialmente Cannes y San Sebastián. Militante antifranquista en los años sesenta, resido en Francia desde 1974, fecha en que me acordaron el asilo político. Hoy en día tengo la doble nacionalidad hispano francesa.

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