En las encuestas internacionales que gozan de mayor credibilidad, Butan, un país casi insignificante situado a más de 3700 metros de altitud en una de las laderas del Himalaya, se clasifica siempre como el que disfruta de la mayor «Felicidad Nacional Bruta» (FNB).
«Lunana: A yak in the Classroom[1]» la película butanesa que optó al Oscar a la mejor producción internacional en 2022, es una película sencilla, humilde, casi naif, escrita y dirigida por Pawo Choyning Dorji, rodada en la propia Lunana y protagonizada por un coro de actores con nombres que no dicen nada al espectador occidental: Sherab Dorji, Pem Zam, Ugyen Norbu Lhendup, Kelden Lhamo Gurung, Sangay Lham y Chimi Dem, entre otros, la mayoría de ellos pastores que no han salido nunca de su aldea.
Filmada con baterías solares en uno de los lugares más remotos del mundo (para transportar el material y el equipo de rodaje se necesitaron 75 mulas y decenas de viajes en helicóptero), «Lunana: A Yak in the Classroom», una maravilla de película, sigue la historia de Ugyen, un joven butanés moderno al que todavía le falta cumplir un año del servicio nacional obligatorio y el ministerio de Educación envía a Lunana, para sustituir al maestro.
El joven soñaba con emigrar a Australia y hacer allí una carrera de cantante, y en lugar de eso le vemos en la carretera y después ascendiendo durante diez días por senderos cada vez más escarpados para acabar llegando a Lunana –una aldea que cuenta con 56 habitantes que viven de la cría de yaks y del cultivo de setas- y a la escuela más aislada de Bután, el reino budista más aislado y oficialmente el más feliz del mundo donde, sin embargo, las lagunas en materia de educación son más que evidentes: no hay apenas electricidad, ni material escolar, ni tan siquiera una pizarra; en cambio, toda la población manifiesta un enorme respeto por la función que desempeña Ugyen: los maestros, junto con los médicos y los funcionarios, son los profesionales mejor pagados del país.
Estamos ante una película en la que la ficción carece de importancia, el interés reside en el hecho de asistir a la vida cotidiana real del puñado de habitantes de Lunana, entre los que destaca desde el primer momento la pequeña Pem Zam, una niña que se ha impuesto como jefa de la clase y mantiene a raya a sus compañeros para que no cometan faltas de disciplina. La otra estrella de la película es el yak que vive en la escuela y lamentablemente falleció poco después de finalizar el rodaje.
En una situación de perfecta equivalencia, en la que el maestro aprende de sus alumnos tanto como les enseña, el realizador, de 38 años, ha conseguido bordar una película sencilla, magnífica y profunda sobre una sociedad en tránsito hacia la modernidad, que es a la vez un homenaje a la vocación del magisterio y una interpelación a todos sobre la importancia de la educación, la apertura de miras y la solidaridad.
«Lunana: A Yak in the Classroom» no ganó el Oscar a la mejor producción internacional de este año –que fue para la japonesa «Drive my Car», de Ryûsuke Hamaguchi– pero no ha dejado de acumular premios en los distintos festivales en que se ha presentado a lo largo del año.
Hay que tener en cuenta que la mayoría de los butaneses desconocía la existencia de los Oscar hasta que empezó la promoción de esta película. Una información aparecida en la página web de Radio Canada asegura que un monje budista ofreció en un templo un kilo de manteca de yak, fabricada por él mismo, y cincuenta ngultrum butaneses (0,60 dólares) para pedir la concesión del Oscar.
«Las otras películas que compiten –declaró el realizador Pawo Choyning Dorji – disponen de grandes presupuestos para estimular sus campañas, pero nosotros solo disponemos de las esperanzas, las aspiraciones y las oraciones de todo un país».
«Lunana: A Yak in the Classroom» es una película iniciática en la que acompañamos al maestro protagonista en su periplo por un territorio hostil del que ignora todo, en un relato no exento de humor hecho de anécdotas, tradiciones, creencias y canciones locales.
- «Lunana: A Yak in the Classroom» llega a los cines madrileños el viernes 22 de julio de 2022